Fragilidad.

Intolerable.

Akihiko sostiene el periódico del día entre sus manos, algo curioso ya que desde hace algún tiempo había perdido la costumbre de hacerlo. Incluso había cancelado la suscripción.

Busca a Misaki con ojos de cazador, y le sorprende cuando aparece de la nada junto a la mesa. Su mirada es ausente pero las facciones tiernas y joviales suavizan su rostro.

Misaki usa un delantal de ositos, le sirve un platillo con galletas de avena y un vaso de leche.

Él no era un niño y aprecia el café cargado por las mañanas, así que parece que él y su esposo no están sincronizados ese día, no le cuadra pero no hace nada al respecto.

-Misaki-

-Debes alimentarte cariño, se buen niño y toma tu merienda-

-¿De qué hablas?-

-Usagi san, ¿acaso no tienes trabajo que hacer?-Akihiko iba a tomar una galleta, pero ya no había ninguna, el platillo y el vaso de leche también estaban ausentes. Unas manos regordetas, sucias y muy pequeñas se asomaron a un costado de sus piernas sujetándose de sus pantalones de vestir, dejan en su regazo una galleta mordisqueada y mojada en saliva, no quiso tomarla, y cuando se puso en pie para ver a la criatura ya no había nada.

Ahora está en el sofá y parece no importarle el cambio de escenario. Solo quiere ver a Misaki, necesita ver a su esposo porque tiene la impresión de que está perdido.

Nuevamente aparece a su lado, sigue ausente y se nota en sus ojos enrojecidos que a llorado.

-Misaki ¿Que tienes?-

-Usagi san, ¿Acaso no tienes trabajo que hacer?-Akihiko tiene la sensación de que esa pregunta ya había sido hecha antes.

-Terminé con todo, sabes que si me lo propongo lo hago a tiempo, ahora solo pienso en tocarte, te extraño-

A diferencia de otras ocasiones, su esposo se ve extremadamente incómodo, él en cambio arde por todos lados, siente que todo palpita ahí abajo, necesita con urgencia amar a su omega.

-Mm.. El usagi san que conozco nunca tiene su trabajo a tiempo, mientes Usagi san, no eres un hombre de palabra, solo sirves para escribir y fumar, eres inútil en todo lo demás, no me apoyas en nada, ¿Dime por qué sigo a tu lado?, ni siquiera soy feliz, sinceramente me siento agobiado a tu lado-

-¿Misaki?, ¿Que estás diciendo tan de repente?, te amo más que a mi vida, ¿Por qué me dejarías?, Misaki ¿Me estás escuchando?, ¡Misaki no te vayas!.. ¡Misaki dónde estás!, ¡Misaki!-

-¡Misaki!-

-Señor, ¿Señor está usted bien?-una azafata tocaba su hombro, se vio a si mismo sudando frío y respirando agitado, el pasajero a su lado le veía con insistencia y la azafata dejaba fluir la preocupación profesional por él.

-¿Que?-

-Estaba gritando mientras dormía, señor ¿Necesita algo?, ¿Agua quizá?-

-No, gracias-

-Bien, entonces ajuste su cinturón de seguridad, el avión está descendiendo, en quince minutos estaremos aterrizando-

Akihiko se compuso aparentando no solo la calma, si no la frialdad que a ido acumulando en esos días, el tono violeta ya no es lo único más resaltante de sus ojos, ahora también está la ferocidad, dejando al margen cualquier atisbo del hombre enamorado, del alfa desesperado por su omega.