Reconocerse.

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No puede decirlo con exactitud, pero un par de veces había soñado con ello. Algo simple y reconfortante, sencillo y hasta rutinario. Despertar en la misma cama con la persona que vives y quieres, debería ser algo simple, algo para lo que no necesitas instrucciones. Simplemente te recuestas y a tu lado, la otra persona hace lo mismo.

Fácil.

Aunque no para él. Estaba tan nervioso, su primer día, su primer tarde.. Su primer noche cómo omega.

Estaba estremecido en la cama del afamado escritor, Usami Akihiko. El aroma del suavizante, desinfectante y.. Alfa. La punta de su nariz estaba fría, un poco húmeda, tiritona y movediza, agudizando su sentido

Su nariz se asemejaba a la de un conejo.

Usagi san estaba cerca de él, lo miraba mucho, tanto que pensaba que se gastaría en sus ojos. Su aroma recién estaba entibiando el corazón y alma de su alfa.

Y él.. También ya empezaba a boquear, su pecho ardía y sus lágrimas tanteaban poco a poco su mejillas, para terminar en la almohada. Usagi san tomó una de sus manos, sus ojos estaban acopiando tantas cosas preciosas ahí, en ese mar lila lleno de particularidad. Se venía algo muy especial.

-¿Estás.. Bien?-

-S..Si-

Ambos rieron, no podían hablar adecuadamente, algo atoraba sus palabras.

-Misaki.. Quiero.. Intentar besarte-

-Oh.. N..No preguntes.. Cosas así-

El escritor sucumbía en calor y chocantes sensaciones con la timidez de Misaki. Era esquivo, siempre lo a sido, pero ahora puede acercarse, ahora su amante se sonroja y el puede morder sus mejillas, lamerlas si desea y encandilar su paladar con su suave y salino sabor.

-Misaki..-

Las feromonas omega invadieron su nariz.

Misaki jadeó, llevó sus manos a su boca y la cubrió, sin embargo, otras manos blancas y frías cubrieron sus delgadas muñecas, apartándolas de lo que hacía.

Akihiko tocó su barbilla, su pulgar se deslizó escurridizo a sus labios, los aplastó, los removió y él nada podía hacer.

No lograba moverse, no lograba hablar, estaba conmocionado en el aroma de Usagi san y en su tacto ansioso. Estaba ido hasta que el aliento fresco y mentolado del alfa chocó contra el suyo.

-U..Usag..-

Su mirar le quemaba, su boca se frotaba débil contra la suya.

El tacto era vibrante, agradable, hasta ese momento iban bien.

Akihiko se acercó y ladeó la cabeza, le besó en los labios, algo inocente, tranquilo y sin prisa.

Misaki siguió llorando, no cree que eso esté pasando, era un beso bonito, de pareja, no había rechazo alguno, ni dolor, ni debilidad. Dentro de sus nervios y de miles de sensaciones dominantes, arrugó entre sus dedos la camisa de dormir de Usagi san, empuñándola con fuerza. La lengua del alfa barrió la suya, era extraño, una sensación linda y resbalosa, le daba pudor, mucho calor y no podía razonar. Su cuerpo hizo una pausa con el aroma, solo unos segundos, y luego expulso feromonas en desorden sobre el escritor.

-Misaki.. Ah.. Misaki..-

Akihiko se despegó de él, tenía los ojos cerrados hasta fruncirse, su rostro era un poema a la resistencia, sus hombros se tensaron, sus brazos dejaban su dura musculatura a la vista, y a cada costado de su rostro, una mano recogía las sábanas hasta arrugarlas entre sus dedos.

Misaki no se entiende, su cuerpo débil es codicioso de cosas que no debe hacer, cosas que nunca a experimentado y que en sus cinco sentidos, jamás haría.

No era un gamma, era cierto, la droga se había ido de él, pero en su mente, habían años de represión, aceptación de una constante fragilidad y una vida fugaz.

Sexo.. Si, era eso lo que su cuerpo pedía.

Quería que Usagi san le sostuviera, haría todo por él, entregaría su vida si se la pidieran, solo por verle feliz.

Eso era algo que iba más allá de que su omega golpeara contra su pecho, gritándole que ese hombre guardaba la otra mitad de su alma herida por un demente y malvado hombre. En su mente había un caos, una lucha, mucho miedo.. su cuerpo seguía débil, si él le tomaba.. ¿Podría soportarlo?. Además, el solo pensar en eso, una vergüenza tal lo atontaba, está seguro que se le reventaría la nariz.

Akihiko abrió los ojos, le sonrió, y luego le abrazó con cuidado, cómo si fuese de porcelana.

-Él tenía razón..-

-¿Eh?-

-Eres mi destino Misaki, no hay otra manera de explicar ésto que me pasa, ni siquiera una droga, ni la maldad y locura de Tsumori logró quitarme lo que siento-

-Destino.. Alguna vez escuché sobre eso.. Usagi san, me siento.. Nervioso-

-También lo estoy, no, en realidad no estoy nervioso, estoy ansioso. Pude besarte Misaki, se sintió bien, quiero hacerlo siempre-

-Ya Usagi san.. No sigas-

-Por hoy no seguiré, debes descansar, a sido suficiente para ti, acomódate, traeré tus medicamentos, mañana vendrán del hospital para tomar más exámenes-

-¿D..Dormiré aquí?, ¿Contigo?-

-¿Dónde más?, ese lugar en la cama es tuyo, te pertenece Misaki, tú debes dormir siempre a mi lado-

-Ugh..-

-¿Que?, ¿Piensas que te atacaré mientras duermes?, no te preocupes, esperaré un poco más, ya habrá tiempo de avanzar y hacer el amor-

-¡Ahh!, ¡Baka!, ¡Eres un tonto usagi san!-

Akihiko había desaparecido por la puerta con una sonrisa que jamás le vio antes. Sonrisa de pervertido total.

Takahashi Misaki de 27 años, editor de Marukawa, omega y destino del gran escritor Usami Akihiko, agradecía que en ese momento, el alfa se hubiese ido de la habitación, así no vería la roja piel a punto de lava de su rostro.

¿Que le esperaba de ese hombre?, cómo un amante que besa, le acaricia.. Y le habla de hacer el amor. ¿Cómo manejar algo así?.

Misaki se cubrió hasta la cabeza, tocó sus labios con la punta de sus delgados dedos, el calor de Usagi san seguía ahí, comenzó a reír cómo un niño.

Fragilidad. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora