Sábanas frías.

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Aparentemente ese sería un día soleado, un brillante rayito solar le daba justo en la punta de su nariz. Misaki no tenía que trabajar y en casa no había mucho que hacer, no desde que su esposo contrató a una agradable mujer que parecía limpiar con un cepillo de dientes cada rincón hasta que no hubiese ni la más mínima pelusilla.

Sería un día perfecto.. Si su esposo estuviese a su lado al despertar.

-Usagi san..-suspiró cansado estirando su mano por la sábana fría, se gira con cuidado rebuscando su teléfono y revisando la pantalla sin ver novedades.

Levantando su cuerpo con cansancio, abrigó sus pies y se arrastró al baño, abrió la llave del agua hasta que vio la bañera ocupada hasta la mitad. Se quitó la ropa y se sumergió.

Cubriendo sus labios se permitió llorar, se le había aconsejado que no reprimiera nada o podía afectarle más aún en su estado de salud.

Mientras su corazón pesa y sigue cayendo en un abismo, se pregunta ¿En qué momento Usagi san va a detenerse en esa guerra fría?. Su esposo no le entiende, y el diálogo ya no es útil, porque cada palabra que sale de su boca parece empujar a Usagi san cada vez más lejos.

-Misaki, cariño, ¿todo está bien ahí?, ¿necesitas ayuda en algo?-

Misaki se sobresaltó, ahogó el llanto que dolía en la garganta y juntó agua en la palma de sus manos para lavar su rostro.

-S..Si.. Haruka sama, no se preocupe, estoy bien-

-¿De verdad?-la voz de la mujer sonaba dudosa y preocupada, Misaki se a ganado su completo cariño y la situación del joven le trae angustia.

-Si, Haruka sama, hoy tengo control médico y..-

-Lo sé cariño, Usami san me dejó cómo tarea principal acompañarte al control-

-Usagi san.. ¿Habló con usted?-Misaki mordió sus labios llorando silencioso.

-Si, llamó por la mañana, muy temprano-el tono de la mujer había descendido.

-¿No le dijo nada más?-

-Misaki, cariño..-

-No.. No diga nada Haruka sama..-

Ya es una semana y si tiene novedades de su esposo es solamente gracias a Onodera Ritsu, el actual editor del gran escritor Usami Akihiko.

Saliendo del agua, secó su cuerpo quejándose por un dolor punzante en su vientre, después de acomodarse el dolor se disipó, así que no dejó que el temor lo abrumara.

Con una bata blanca y abrigadora salió del baño notando que la mujer ya no estaba en la habitación, ella le conocía y sabía que de seguro estaba afuera de su puerta, no se quedaría tranquila hasta verle salir.

Misaki buscó su ropa, una camisa holgada junto a los pantalones de vestir. Debía apresurarse, para no preocupar a la mujer y para no llegar tarde a su control. Cuando se vistió y quedó conforme con el disimulado resultado, tomó su teléfono y llamó con los intestinos irritados en su estómago. Cómo siempre.. No tenía respuesta, hace una semana que es así.

Buscando otro de sus contactos recurrentes, llamó a éste nuevo número esperando que ésta vez le contestaran. Entre tono y tono, su bajo vientre volvió a punzar, iba a sentarse cuando le responden.

-Misaki san, buenos días-

-Ritsu san, buenos días, disculpe las molestias.. Es que.. Estoy preocupado.

Él.. Usagi san, ¿Él está bien?, ¿Siguen en Inglaterra?, ¿Ya tienen fecha de regreso?-

-Misaki san, no quiero parecer grosero, pero no me agrada estar en medio de problemas matrimoniales, ayer.. Akihiko se dio cuenta de nuestras llamadas, se irritó mucho, pensé que me despediría, me advirtió que no atendiera tus llamados nuevamente.

Lo lamento, no puedo perder éste trabajo, fue muy difícil conseguirlo, admiro hace años a su esposo, es importante para mi.. Y bueno.. Aprovechando ésta llamada, quiero aclarar algo importante, Misaki san los rumores y las fotografías..-

-N..No.. No es necesario que me explique, estoy acostumbrado a la maldad y la cizaña de los medios-

-Igualmente quiero aclararme.. Efectivamente esos rumores no son ciertos, así que puede confiar en que yo no siento más que admiración por Akihiko. Ese beso.. Fue en la mejilla, yo se lo di en un momento de embriaguez, el día de la premiación. Espero que lo entienda y que me disculpe-

-Yo entiendo.. Solo una cosa más Ritsu san-

-Misaki san, ya le dije que no quiero problemas-

-Por favor.. Solo quiero saber cómo está, ¿Él está bien?-Misaki sorbió su nariz escuchando el fuerte suspiro de Ritsu.

-Si.. Misaki san, ésto es lo último que le diré, Akihiko no tiene pensado regresar pronto, se a comprometido con un proyecto que le tomará al menos 3 meses más aquí y me pidió que no me comprometiera con nada en Tokio por al menos 6 meses-

-¿Q..Que?-

-Por favor, si consigue hablar con Akihiko, no le diga que yo le comenté ésto.. Que tenga buenos días Misaki san-

En cuanto el tono de llamada se colgó, Misaki sintió la punzada con más fuerza, y pese a que jamás desea causar molestias, mucho menos a Haruka sama, ahora solo le preocupaba ser auxiliado.

Por que ya no está solo en la vida, en su cuerpo hay alguien más.

-¡Ayuda!.. Ahh.. ¡Haruka sama ayuda!..-

-¡Misaki!-

El dolor le acalambra el estómago por completo, el frío se dispersó hasta llegar a su cabeza y para rematar su situación, todo se oscureció a su alrededor.

Misaki se hundió en la penumbra, pero aún con la consciencia perdida, su anhelo más preciado se mantenía a su lado. Quería a su esposo, quería que regresara, aunque no pudiese obtener su perdón.

Al momento de colgar el teléfono, Ritsu se acerca a la habitación de Akihiko, observa al hombre con algo de cansancio, pero también lástima

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Al momento de colgar el teléfono, Ritsu se acerca a la habitación de Akihiko, observa al hombre con algo de cansancio, pero también lástima. No hay forma en que un corazón débil cómo el suyo no se apiade de lo que ve, el escritor que más admira está más perdido que nunca, eso es lo que cree. Quiere ayudarlo y no a podido aunque a intentado de todo.

-Misaki llamó y le dije lo que me pediste-

-Bien, no vuelvas a involucrarte Onodera-Akihiko le miró desdeñoso mientras se quitaba la camisa.

Ritsu se sonrojó y entendió que el hombre quería estar a solas para seguramente darse un baño y sacarse el alcohol nocturno y del día. Él también debía hacer lo mismo, tenían una entrevista por la noche y no podían apestar a alcohol y cigarrillos.

Justo al salir, su teléfono volvió a sonar, dio vuelta los ojos negando con la cabeza cuando el nombre de Takahashi Misaki brillaba en la pantalla. Cortó y apagó el teléfono, debía cambiar el número o tendría serios problemas.

Fragilidad. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora