28- Prisionero en su Prisión XI

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Otro capítulo, hola después de mucho tiempo!!!

🖤🤍🤍🤍🖤

- Hanmsel, estoy listo- anunció Sanner.

- Aún no es hora.

- Perdón... ya te he preguntado en dos ocasiones.- bajó su rostro tímidamente - Supongo que estoy algo ansioso.

El castaño enarcó una ceja bufando corto.

- ¿Que hiciste para que te permitiera salir? Lampher no suele cambiar de opinión tan fácilmente.

- No lo sé- negó encogiéndose de hombros.

Realmente no tenía la menor idea y se había levantado esa mañana con la noticia por boca del castaño.

- Lampher te ha permitido salir por solo una hora -hubo dicho- puedes estar agradecido.

Y lo estaba, más bien desconcertado por el repentino cambio. El líder narco se comportaba de esa forma, un ser impredecible y ambivalente, un severo caso de bipolaridad.

La pasada noche había transcurrido de forma divergente; y sinceramente esperaba no despertar vivo el día siguiente. Se estremeció al recordar que clase de palabras habían sido disparadas de su boca, cegado por la impotencia de haber sido engañado y humillado. Estaba con vida y era un verdadero milagro conociendo el carácter del narcotráficante.

Cuando Lampher comenzó a acercarse,aquellos orbes fríos hablaban por él, Sanner sabía a la perfección lo que su verdugo deseaba de él. Sintió durante aquel instante que no debía provocarle y se entregó dócilmente, siendo receptivo y a su vez retroalimentando cada beso y caricia que le era entregado. Le temía, era muy fuerte, un solo golpe de ese hombre y podría decir adiós a su mísera vida.

- «Quizás fue en aquel momento...»- se percató para sus adentros.

Y sí, la situación había variado. Aunque sentía que Lampher lo seguía tratando como a una mujer había llegado a un punto, ya sea por costumbre o cansancio, en el cual comenzaba a tolerar el sexo con el narcotraficante y era capaz de reconocer en las duras facciones de su captor que clase de situaciones le enfurecían realmente.

Lampher no toleraba ser desobedecido.

Por lo tanto solo debía ser un buen chico y acatar dócilmente cada orden.
Su sumisión le había dado la oportunidad de no enloquecer pues eso estaría cerca de suceder si hubiesen transcurrido unos pocos días más encerrado en su hermética habitación.

Sanner daba gracias por el poder salir, pensaba que quizás y con la poca suerte que le restaba podría llegar hasta el comedor para elegir sus propios alimentos. Estaba harto de los sandwiches de jamón que Hanmsel traía para él, aunque siempre se los agradecía.

- Doctor, no se ilusione demasiado- comentó Hanmsel tratando de lucir atemorizante aunque solo fue capaz de mostrar una cara graciosa- Fuera, solo encontrará asesinos y violadores, gente de la peor clase. Si los contempla por más de tres segundos, bien podrían obsesionarse con usted.

- Oh...- tarareó en respuesta.

No lo comprendía.

Evidentemente era capaz de darse cuenta por si solo que comparado con los hermanos Droshkin, cuyos cuerpos excesivamente virilizados y fuerza sobrenatural, no estaba cerca de llegarle a los talones.
Constantemente le hacían sentir en su espalda el peso de su inferioridad y comprendía, estaba en lo más bajo de la cadena alimenticia sin embargo Sanner no era delgado y su voz era relativamente grave. No entendía porque era capaz de despertar tal sentimiento de sodomía.

Prisionero en su prisión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora