Narrador:
El atardecer se abría paso, haciendo a un lado las escasas nubes en el cielo, pintando absolutamente todo de un intenso naranja.
El silencio era exasperante y el viento helado ululaba suavemente a través del terreno de la cúpula montando mágica escenografía a un público inexistente. Dicho panorama se vió interrumpido por el sonar del portón que lentamente se abría y por el cual emergió en primera instancia, Sanner y en segunda, Hanmsel quién volteó a cerrar la enorme estructura metálica tras su paso.
Exhaló rápido, mientras restregaba las palmas fuertemente en sus brazos generando fricción que otorgará calor a sus manos— La temperatura ha bajado.Sanner negó sutilmente— Está bien.
El mayor suspiró en respuesta mientras presionaba el puente de su nariz entre sus dedos.
Fuera, un gélido infernal se había instaurado calando hasta las entrañas pero el doctor era terco. Mientras descendían a la segunda planta la temperatura real del exterior se hacía presente en forma de suaves bocanadas de frío que se aventuraban a través de las pequeñas aberturas de puertas y ventanas sin embargo no lo habían sentido en carne propia hasta que ambos hubieron salido al exterior.
—¿Como te sientes?— interrogó el castaño.
El más pequeño se encogió en respuesta.— Estoy bien.
¿En cuantas ocasiones le había hecho la misma pregunta?
Era la tercera vez.
Sin embargo no podía evitarlo. La incomodidad visible en las actitudes del doctor le irritaba a sobremanera. Esquibaba el contacto visual a cada segundo o era demasiado escueto a la hora de responder.
Hanmsel contempló los alrededores deshabitados tratando de hayar algún punto de inicio a una conversación en dónde pudiese excusarse mejor y explicar las palabras dichas con anterioridad; no temía a Lampher, lo respetaba porque como había dicho; lo conocía desde hacia mucho, desde que era solo un chico para ser exactos. Conocía su naturaleza vil y hasta donde era capaz de llegar.
¿Podía considerarse patético al haberle pedido que guardara silencio? ¿ Que se suponía debía hacer?Sanner era muy iluso o subestimaba a Lampher.
El pelinegro se detuvo tras dar algunos pasos al azar y contempló en lo más alto los escasos reclusos disfrazados que montaban guardia sobre las murallas que rodeaban la penitenciaria.
— ¿Dónde se encuentran todos?
Hanmsel sonrió recordando que le había hecho la misma pregunta en alguna ocasión pasada.
— En el subterráneo.
Sanner se volteó ante el edificio por el cual habían salido. No era demasiado alto sin embargo abarcaba una larga distancia en el terreno.
— Es curioso.
El convicto tosió seco y sorbió su nariz.
— ¿Que es curioso?— imitó su acción y volteó observando la obra de concreto que era la portada formal de Kleisnburg.— Todo esto, este edificio, las celdas. Todo está demasiado... unido.
Hanmsel volvió a sonreír, arrugando su entrecejo en el proceso.— ¿No te gusta la arquitectura?
— No sé mucho sobre eso— contestó serio— Solo lo encuentro demasiado complicado. Me sorprendió un poco que supieras llevarme con tanta facilidad de mi habitación hasta la cúpula. ¿Conocías el lugar?
El castaño rascó su nariz que comenzaba a escocer por la humedad del ambiente mientras asentía con rigidez— Desde hace un tiempo. Llevábamos meses planeando el escape y pude estudiar en varias oportunidades los planos del lugar.
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Prisionero en su prisión
RandomSanner Manso al terminar sus estudios universitarios es enviado a la prisión de Kleinsburg para ejercer como doctor en el lugar. Una prisión alejada del mundo, donde todo parece estar en calma hasta que estalla una revuelta planificada por sus propi...