ADVERTENCIA.
Este texto contiene escenas para mayores de 18, incluidos violencia psicológica, física y otros desmanes. Si siente adversión por la temática y género, no lea....
Lampher caminó hacia la puerta de la oficina dejando sobre el escritorio una Beretta 92, arma estándar que la gran mayoría de los oficiales portaba. Había delegado a sus hombres otros asuntos que debían ser atendidos inmediatamente, la mayoría de ellos relacionados con el control de los reos que agitados por la euforia del reciente motín no esperaban la hora de poner los pies fuera de la prisión. El hombre salió fuera de la oficina cuando una suave voz aguda y afeminada llegó hasta sus oídos.
- Lampher!
Un chico de estatura pequeña, complexión infantil y cabellos cenizos se abrazó al hombro del líder mostrando un puchero molesto que lo hacía lucir como un escolar .
- Me has ignorado desde ayer!!- dijo puerilmente.- Además no me has dado las gracias. Sin mí nunca hubieses podido hacerte de Kleisnburg!
Lampher tensó su mandíbula soltándose del agarre del menor de un brusco empujón.
- No desobedecerías- siseó sonriendo de lado.
-Nop- dijo acercándose sensualmente por segunda ocasión, mordiendo su labio inferior mientras envolvía con sus extremidades la fuerte musculatura tatuada del brazo del mayor- Yo haría cualquier cosa que me pidieses. Cualquier cosa por ti, querido.
El chico rió mostrando una sonrisa que seriamente sería capaz de competir con la de los ángeles, aunque el hecho de que su entrepierna se encontrara adhiriendose al antebrazo del mayor mientras restregaba su intimidad lo hacía parecer más un sucubo.
- ¿A dónde vas?- jadeó el peli rubio, mojando sus labios con el perlado de su saliva- Ven conmigo.¿ Que me dices?. Me quedaré quietecito. Puedes metermela dónde más te guste.
- Adonis...-Lampher arrinconó al menor a la pared. El mismo lucía eufórico y jadeante, deseoso por dejarse usar por el narcotraficante.
- Me aburres...El joven no se dejó agazapar y pegó su diminuto cuerpecito frotando sus caderas sobre la tela del pantalón del mayor. Dejó escapar un gemido adrede intentando exitar al contrario que permanecía riendo complacido frente a su atrevimiento.
- ¿Te aburro? No-lo-cre-o.- respondió.
Las pequeñas manitas se posaron sobre los pectorales. El chico tanteó la superficie dura y tatuada de su musculatura, recorriendo sensualmente el pecho del narco,por sobre su camisa, deslizando sus dedos ávidos hasta toparse con los cuádriceps bien definidos y los arcos espectaculares que separaban un músculo de otro. Siguió indagando hasta dar con el abultado pedazo de carne en reposo en el cual se centró brindándole una atención especializada.
-Mírate rogando cómo una perra en celo viciosa- carraspeó el recluso.
- Si...- dijo el pelirubio tras dejar escapar un segundo gemido- Soy una perra viciosa. No me satisface cualquier pedazo de carne. Solo el tuyo me enloquece...
El chico soltaba jadeos insesantes buscando exitar al hombre que se mantenía quieto y que correspondía con suaves bocanadas de aire exalados.- Lo hice genial, ¿ Cierto? Me dejé follar por el vejestorio de Alfort- hizo una mueca divertida- La polla de ese anciano rivalizaba con mi meñique. Fue asqueroso. Solo pude soportarlo pues mientras lo hacía con él, mi mente gritaba tu nombre.
Te necesito ahora. La quiero caliente dentro de mi. Me quedaré quieto ¿ Vale? Puedes darme con todo lo que tengas. Yo haría cualquier cosa por ti, querido.- ¿Lo que sea?- preguntó Lampher alzando la barbilla con autosuficiencia mientras se mantenía inexpresivo frente a los estímulos del chico.
-Si,siiii- gimió entusiasmado al notar como el miembro del mayor tomaba serias dimensiones - Quiero que metas tu cosa enorme dónde más te guste y me des como más te guste.
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Prisionero en su prisión
RandomSanner Manso al terminar sus estudios universitarios es enviado a la prisión de Kleinsburg para ejercer como doctor en el lugar. Una prisión alejada del mundo, donde todo parece estar en calma hasta que estalla una revuelta planificada por sus propi...