12- Prisionero en su prisión V (Parte I)

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Aquel afro torció su boca en un gesto horrible, mientras el doctor rebuscaba con la pinza entre la carne laserada hasta pescar la bala que se hallaba incrustada en el tendón..

- Ahhh!!!- el moreno retorció sus facciones al percibir que extraería la munición en cualquier momento.- Aggghhhhhhh!!!!

Al sacar el duro pedazo metálico el recluso dejó caer su espalda sobre la pared tras la cual se apoyaba, cerrando aliviado sus ojos, la zona aún tenía exparcida metralla en su interior pero el alivio de no poseer el fragmento duro lacerando su carne era visible en su rostro. Sanner roció agua estéril provocándo que el recluso se quejara de dolor y luego se sentó de rodillas tratando de erguirse lo más posible en busca de un descanso para su dolorida espalda. Suspiró hasta que parpadeó repetidamente confuso.

- Eh?

Sus ojos no eran capaces de enfocar nada más a su alrededor y sin poder preverlo comenzó a jadear discretamente. Era posible reconocer los signos de cansancio en su cuerpo.

- Ey...- Hanmsel se acercó sigilosamente, haciendo un gesto con su barbilla que instaba al doctor a levantarse- Por hoy, es todo. Volvamos a la habitación.

Sanner frotó su nuca sobre lo bajo, mirándolo de reojo.

- Que hora es?

- 8 y 40...
El chico desvió su mirada con ojos turbios.

-¿Que esperas? Levanta tu trasero y sígueme.

No quería molestar a ese bruto así que obedeció alzando su cuerpo del suelo con dificultad haciéndose camino a través del cúmulo de reclusos convalecientes. Su ser necesitaba un mínimo de descanso o realmente colapsaría. Caminaba tambaleando elegantemente su figura a través del del comedor hasta atravesar la puerta cerrando tras sí.

- Aquí tienes ...

Hanmsel le extendió una coca y dos sandwiches los cuales el contrario observó con desgano.

- No quiero.

-Jum...- resopló molesto- no importa si quieres o no...- dice mientras toma uno de los apetitosos emparedados dándole un mordisco - comerás...

- No me siento bien ... tengo náuseas.

- Eres doctor y no sabes tratarte???
Cómo sea ...

Se acercó mientras le soltaba de golpe la coca y los dos sandwiches, uno de ellos ya a medio comer.

- Camina delante - ordenó el recluso abriéndole paso al chico.

- Hacia dónde?- dijo silenciosamente sin establecer contacto visual con el reo.

- A tu habitación.

Sanner obedeció sin chistar, su pequeño cuarto tenía la puerta desencajada en su totalidad y el baño de igual forma aunque esta aún se sostenía al marco un poco. Sentía que necesitaba asear su cuerpo pues había transcurrido su día limpiando y suturando heridas de bala. Sus manos estaban frías y el resto de su piel igual, agua tibia que limpiara y calentará su alma sucia era justo lo que necesitaba.

Kleinsburg era una prisión, pero tal pareciese un manicomio. Todas sus habitaciones cerradas y las ventanas clausuradas, solo tenían contacto con el mundo exterior a través de los conductos de ventilación y extractores de aire que estaban ubicados casi en cualquier rincón. No existía forma de ver o escuchar lo que sucedía fuera, pero teniendo en cuenta el tiempo transcurrido las autoridades debían ya de haber tomado cartas en el asunto.
Se sentía aliviado y expectante pues imaginaba los alrededores del centro penitenciario rodeados por la seguridad del gobierno. También se preguntaba constantemente cual era la razón por la que los presos no se habían dado a la fuga si habían tomado el control de la cárcel. Dejando ese tema de lado.

Prisionero en su prisión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora