2-La llegada

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No voltee mi mirada hacia la anciana por segunda vez. Me limité a seguir al oficial que caminaba con paso presuroso. Pude percatarme que detrás del gran muro que rodeaba la prisión había un segundo muro, este mucho más monitorizado que el externo..En su superficie, se podían visualizar oficiales que caminaban de un lado a otro, observando su alrededor con cautela. El funcionario que me guiaba se detuvo bruscamente deslizando una serie de códigos en el monitor de una enorme puerta, la tecnología del lugar era increíble. El monitor respondió con una voz a la serie  que el oficial colocaba, quizás en ruso, no pude precisar con exactitud el idioma.

-- Esta puerta es la única salida al exterior, si desea salir debe ir acompañado por oficiales autorizados o recibir usted mismo una autorización de nuestro primer oficial.

Asentí al comentario, al unísono a puerta se abría de forma rápida hacia ambos los lados. Inmediatamente, el guardia retomó su marcha presurosa de hace un momento.
Al atravesar el umbral tuve que contener instintivamente el aliento ante lo que vislumbraba. Era realmente increíble!! Una enorme cápsula de metal se encontraba justo en el centro de aquel lugar. Una gran estructura de forma semicircular que se alzaba imponente y en cuyo interior caminaban cientos de reos. La misma estaba equipada con cancha de baloncesto, y numerosos banquillos donde los reclusos reunidos en grupos charlaban tranquilamente. Dado mi asombro, no pude percatarme que el oficial se había detenido, tal vez esperando que yo volviese a la tierra, tan impresionante había sido para mi contemplar aquello.

-- La cápsula esta hecha de un acero especial. Una explosión no podría tirarla abajo.

--¿Que clase de metal es ese?- dije susurrando mientras intentaba dar con el extremo superior del orbe.

Era realmente impresionante. Desde el exterior no podía divisarse algo así. Describiéndolo mas detalladamente consistía en una enorme jaula conformada de alambre entrecruzado formando perfectos rombos, los que permitían al sol escabullirse iluminado por completo el interior.

-- Dr Manson...-- carraspeó.

El oficial continuó la marcha a través de un trayecto cercado de igual manera. Forzado a volver a la tierra, seguía intentando llevarle el paso, a la vez que contemplaba atónito el lugar.
Dentro de la enorme cancha los reos reunidos en pequeños grupos hacían comentarios sutiles al percatarse de la nueva presencia. Inmediatamente pude notar el divisionismo, que existía. Hispanos, afroamericanos, asiáticos y blancos reunidos en bandos diferentes, tal y como me había mencionado mi supervisor semanas antes.
Desvíe mi mirada hacia el círculo de presos que se hallaban en el centro, hispanos al parecer. Se encontraban bastante cerca, y hacían comentarios discretos intercalados con pequeñas risitas burlonas mientras nos observaban. Uno de ellos, enorme y de piel tostada, se acerco calmadamente hasta sostenerse del acero, mientras me observaba con intensidad. Me contemplaba con mirada lasciva mientras ladeaba su cabeza ligeramente , susurrando palabras que no podía comprender dada la distancia. Atrevidamente su mano derecha se fue deslizando a través de todo su cuerpo hasta detenerse en su entrepierna, apretando el lugar, mientras mordía su labio inferior con saña, y susurraba algo inentendible a la vez que entrecerraba sus ojos.

-- Jum...--no me sorprendía.

Lo imaginaba, después de todo se trataba de un grupo de hombres encerrados en una jaula, era algo muy común en esta clase de personas: inadaptados sociales, asesinos y violadores. ¡Que mas podía esperar sino esa clase de comportamiento ! Son animales y a los animales se les encierran en jaulas como estas.
Ignoré al preso, sin embargo pude escuchar su risa calmada al percatarse de mi indiferencia. Tras la enorme jaula se encontraban varios edificios imponentes, muy modernizados. Todo olía a tecnología y máxima seguridad.

...

-- Espere aquí, doctor, vendrán por usted en unos minutos.

Observe al guardia desaparecer por el ascensor, quedándome prácticamente solo. Dos guardias penitenciarios se mantenían firmes cercanos a la puerta de entrada ignorándome por completo, únicamente habían dirigido saludos discretos al oficial que me guiaba, para a continuación volver a sus poses inexpugnables. Coloqué la diminuta maleta que cargaba en el suelo, las cámaras de seguridad emitían luces parpadeantes desde las esquinas del lugar provocando la angustiante sensación de estar siendo observado.

Prisionero en su prisión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora