Capitulo 7: Disfruta la luz de sol, mañana vendrá la tormenta.

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"Tómame, hiéreme, juega conmigo, dejaré que me hagas lo que quieras, pero por favor no te alejes de mí."


Jueves 6:30 a.m. 

Esa mañana Lourdes arribó más temprano de lo esperado al colegio. Se dirigió al salón para esperar por la llegada de Brisa, pero unas estrepitosas risas provenientes del interior del aula la hicieron detenerse detrás de la puerta y oír atentamente.

-Eso suena genial Marti, ¡muero por ver la cara de esa idiota!-

Era la voz de Angie, la detestable amiga de la ojicafé. Al parecer ellas también habían arribado temprano. Lourdes rodó los ojos con fastidio, no estaba de humor para aguantar a esa manga de insoportables aquella mañana, aunque una extraña sensación parecida a la alegría picó su estómago al escuchar la voz de Martina.

-Va a ser el mejor espectáculo que hayas visto en años amiga, esa tonta no sabe lo que le espera- Espetó Martina y ambas rieron a la par. Sus risas sonaban malvadas y Lourdes se preguntó quién sería la pobre víctima blanco de las fechorías de ese par de locas.

Abrió la puerta lentamente y al instante las miradas de ambas muchachas se posaron sobre ella. Una soberbia sonrisa se formó en el rostro de ambas, pero los ojos de Lourdes sólo se posaron en la rubia. Esta arqueó una ceja y camino lentamente hacia ella.

-Hey, hola Lourdes- Soltó amablemente, pero su tono era falso y Lourdes lo sabía. Retrocedió nerviosa unos pasos atrás por instinto.

-Iré a buscar mis libros-

Espetó la peliazul, guiñándole un ojo a Martina antes de irse y Lourdes comenzó a temer. Eso empezaba a ponerse raro, y el miedo y nerviosismo crecieron en su interior. Quizás Martina ya sabía que le gustaba e iba a darle una golpiza ahí mismo, Lourdes quería salir corriendo.

-H-hola- Balbuceó con retraimiento.

Martina empezaba a invadir su espacio personal y la ojiverde estaba segura de que en ese momento su rostro se parecía más a un tomate maduro que a un rostro humano. Sus mejillas hervían, y su sangre bullía con la misma intensidad dentro de sus venas.

-Siento irme así el otro día, tenía ciertos asuntos que arreglar, ya sabes, la familia, problemas en casa-

Soltó por lo bajo mirando fijamente los orbes de Lourdes. La vista de la ojiverde bajó a los labios de Martina, estos eran finos y de un rosa claro y eran demasiado bonitos. Como todo en Martina.

Lourdes se mordió fuertemente su labio inferior. A esa distancia podía ver cada detalle del rostro de Martina, cada imperfección en su rostro, si es que podía llamar así a esas pequeñas marquitas que anunciaban antiguo acné, porque aunque las personas normales llamaran a eso "imperfecciones" en Martina se veían como piezas talladas a mano, todo en ella hacía un perfecto balance de perfección, ella era todo un adonis y Lourdes se odiaba por encontrarla tan irreal.

-N-no te preocupes, entiendo- Contestó titubeante la castaña.

Martina se acercó más y tomó uno de sus cabellos jugando divertidamente con el. Un leve escalofrío corrió por la espalda de Lourdes. El aroma a pinos del perfume de Martina era embriagador y llenaba lentamente sus fosas nasales y si Lourdes permanecía unos segundos más cerca de ella iba acometer un acto del que luego se arrepentiría. Pero por alguna razón no podía alejarse. sentía como si su cuerpo ya no le perteneciera, a duras penas se sostenía en sus débiles pies, y sus rodillas amenazaban con flaquear en cualquier momento.

-Hueles a jazmines- Susurró Martina con voz ronca y muy baja, sólo perceptible para los oídos de la joven ojiverde. Ante eso, los diminutos vellos de los brazos de Lourdes erizaron. Se sentía como si estuviese poseída bajo algún hechizo, pero se sentía bien.

Our star | martuli G¡P (adaptación) | [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora