Capítulo 28: Podemos cortar flores, la primavera no se detiene.

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"Cuando dos almas se enamoran, no hay nada más que el anhelo de estar una cerca de la otra. La presencia que se siente a través de una mano, o el sonido de una voz. Las almas no tienen calendarios ni relojes, ni entienden la noción del tiempo o la distancia. Sólo saben que se siente bien estar la una al lado de la otra. Esa es la razón por la cual una persona extraña demasiado a otra, incluso aunque ésta se encuentre en la habitación de al lado. Las almas solo sienten la ausencia, no se dan cuenta de que la separación es temporal."

Un año después.

Era un sábado soleado a mitad de la primavera. Las aves se paseaban con júbilo por entre las grandes copas de los elevados árboles, entonando alegres melodías que mejoraban el humor de cualquier persona que las escuchase.

Los rayos de sol pegaban con fuerza en la piel caramelo de Martina, quién juntaba flores en el gran campo de lavandas. Mas allá estaba Lourdes, distraída con la cantidad de mariposas que volaban en aquel lugar, y persiguiéndolas como toda una cria, aún cuando ya tenía sus dieciocho años cumplidos. La joven pareja había decidido visitar el campo de lavandas, el mismo en dónde meses atrás en una fría noche de otoño se habían confesado su amor. Con la sola diferencia de que ahora éste estaba completamente florecido debido a la primavera y no lucía tan tétrico como aquella noche.

-¡Hey Lu, ven!- Martina llamó a su castaña novia quién se encontraba a unos cuantos metros de distancia de ella y ésta enseguida se acercó corriendo con velocidad por entre las flores, haciendo que unas cuantas mariposas alzaran vuelo debido a su escándalo.

-¿Qué sucede?- Inquirió algo agitada.

Martina simplemente colocó en su cabeza la corona de flores que había armado para ella. Al hacerlo pequeños pétalos cayeron de algunas de las flores  y Lourdes los tomó en sus manos, apreciándolos, para luego llevar su mirada extrañada a su novia.

-¿Es para mí?- Cuestionó con ilusión.

-Ajam- Martina sonrió con dulzura mientras asentía.

-¡Gracias, es muy bonita Mar!- Lourdes sonrió complacida haciendo que sus hoyuelos se notaran con claridad.

-Pensé que haría juego con tu belleza, y no me equivoqué-

Lourdes soltó una tímida sonrisita y sus mejillas se sonrosaron levemente.

-¿Qué te parece si vamos a comer? Estuviste corriendo mariposas durante toda la mañana, necesitas nutrirte para más energía-

La castaña asintió enérgicamente con una ancha sonrisa y ambas chicas se dirigieron debajo de un gran árbol a comer bajo su fresca sombra.

La tarde de a poco iba llegando, el sol se lucía en todo su esplendor en lo alto del cielo y las nubes se movían lentamente hacia el sur ante la suave brisa. El clima estaba algo húmedo, y pesado, advirtiendo que pronto tendrían lluvias. Ambas chicas comían con tranquilidad y calma, apreciando y disfrutando del cómodo silencio que las envolvía.

-Mar, hay una hormiga caminando en tus pantalones-

Martina llevó su mirada hacía sus gastados jeans y efectivamente había una pequeña y negra hormiga, acarreando una migaja que se había caído del pan de su sándwich.

-Tú tienes cara de hormiga-

Lourdes giró su rostro con brusquedad para observar a su novia con reproche y su ceño ligeramente fruncido. Martina soltó una estrepitosa risa.

-En serio tienes una hormiga, pero ríete, yo me reiré cuando te pique- Lourdes giró su rostro dramáticamente, y con una mueca de ofensa.

-Lu, este campo está prácticamente repleto de insectos, una pequeña hormiga no me hará nada- Martina estiró ambos de sus brazos sobre su cabeza, relajando sus músculos –Tú tienes una araña en la cabeza y no te veo chillar, no veo razón para hacerlo yo por una pequeña hormiga- Soltó con normalidad.

Our star | martuli G¡P (adaptación) | [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora