Capítulo 32: Querido mi algún día.

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"Querido mí algún día: Voy a seguir escribiéndote todas las noches, y voy a seguir aferrada firmemente a las palabras que tú dijiste. Estoy tan orgullosa en lo que te has convertido, tú estás en un mundo sin cadenas ahora, dejaste que tu corazón conduce a tu mente, como siempre lo quisiste. Pero cuando me siento aquí sola no puedo dejar de pensar, mirando hacia atrás en las personas que ambas solíamos ser. ¿Por qué "ser libre" significa "muy lejos" para mí?... Firmado: Sinceramente tuyo." - Sinceramente tuyo / Paradise fears.

Lourdes despertó muy temprano al otro día y agradeció por haberlo hecho, agradeció por otro día más con vida, aunque sabía perfectamente que quizás no llegaría a la semana entrante.

Miraba el blanco techo de su habitación de hospital, mientras pensaba. Pensaba en cómo sería su muerte, pensaba en todo el daño que les haría a sus padres al marcharse, pensaba en lo muy destrozada que quedaría Martina luego de su partida. Si tan solo pudiese regresar el tiempo atrás, a aquél día en el puente. Hubiese esperado un poco más para arrojarse a las aguas, así Martina no tendría la oportunidad de haberla salvado, así Martina jamás la conocía y jamás hubiera tenido que sufrir como lo estaba haciendo por ella ahora debido a las malditas enfermedades y a su estúpido e inservible sistema inmune. Sólo le había traído desdichas a la vida de la ojicafé.

El rechinido de la puerta abrirse capturó su atención haciendo que limpiara con rapidez las vagas lágrimas que corrían por sus suaves mejillas.

Era Martina, y por su aspecto parecía que tenía buenas noticias. Estaba sonriendo anchamente, y sus orbes cafés brillaban más que el sol en una tarde de verano.

-¡Lu, hay un donante!-

Y esas palabras sonaron cómo melodía en los oídos de la castaña. Martina se tumbó en la cama abrazando efusivamente a su novia y ésta le correspondió el abrazo con la misma intensidad. Ambas echaron a llorar de felicidad. Lourdes no podía creer lo que había acabado de oír, dios le estaba regalando otra oportunidad para poder vivir, una buena persona al fin había aparecido, al fin había oído sus incontables ruegos. De a poco el mundo de sueños que tenía construido con la rubia volvía a reconstruirse lentamente, y por un momento ya no le temió tanto al mañana.

-¡Dios, estoy tan feliz Lu! Te dije que todo estaría bien ¿Ves?, Te amo tanto baby monkey-

Lourdes le sonrió entre lágrimas y Martina volvió a estrecharla en un abrazo cálido y dulce.

-¿Cuándo me operarán?- Inquirió con preocupación, porque a pesar de que estaba feliz de tener un tiempo más para vivir, estaba asustada, nunca la habían operado y sabía con certeza que las operaciones del corazón eran a algo muy serio y delicado.

-Dijeron que lo más pronto posible, de seguro lo harán mañana, todo irá bien-

(...)

En la tarde llegó Gabriela junto a Franco, el hermano mayor de la castaña.

Ambos estaban muy alegres y felices por la nueva noticia y abrazaron con fuerza a la muchachita de ojos verdes, los tres lloraron al unísono. Pero Lourdes notó que ellos dos también ocultaban algo en sus miradas. Estaba comenzando a temer.

Al rato, Brisa, Angie y Ariana volvieron a arribar a la habitación. Las tres se lanzaron con efusividad hacía la cama de la castaña, aplastándola en un fuerte abrazo, logrando que la castaña se quejara por tanto peso encima de ella.

Todos estaban muy entusiasmados y felices por la noticia del donante, pero había algo que desconcertaba a Lourdes, algo que no cerraba, algo que hacía que comenzara a temer y no sabía el qué, y eso le frustraba.

Our star | martuli G¡P (adaptación) | [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora