Maya
Los gritos no se detienen, al igual que el llanto.
Preferiría no tener que presenciar esto, pero, es necesario, al menos sí deseo hacer un buen trabajo y claro que quiero.
Cierro los ojos cuando veo el cuchillo en escena y luego un segundo de silencio antes de que todo comience de nuevo. Estoy con el corazón en la boca a la espera de algún otro movimiento. Me mantengo en la silla con mis piernas al estilo mariposa presionando mis músculos; el cuerpo se me pone rígido, y entonces, en la parte más esencial de este terrible escenario, la pantalla de mi laptop es cerrada haciendo que mis ojos se enfoquen en la persona que lo hizo.
Me da una sonrisa divertida y ruedo mis ojos. Subo mis manos hacia la diana de mis audífonos alejándolos de mi sentido auditivo para dejarlos colgando en mi cuello.
—La resaca no te ha pegado. —inquiere y lanzo un suspiro para ladear mi cabeza. Procede a sentarse a mi lado.
—No bebí nada, Queens. Esos fueron tú y Jo.
Mis labios forman una sonrisa recordando a esos dos en las escaleras del pórtico de mi casa con una botella de Red Label en sus manos y tomando del pico por momentos mientras divagaban de lo pesimista que es la vida.
Fui responsable y los deje llorar sus penas hasta las 3 de la mañana cuando caía del sueño y los obligué a dejar de beber para que echaran la siesta en mi casa.
—Cierto. Mi cabeza aún no se espabila.
—Solo a ustedes dos se les ocurre beberse una botella de Whisky un domingo por la noche. —menciono subiendo mis comisuras en una sonrisa divertida que hace que Bucky suelte un quejido.
—Vi a Tara esa tarde con ese jugador de hockey... fue difícil. —confiesa con la voz tristona.
Enseguida reacomodo mis piernas del banco y me acerco hacia Bucky, dejo mi mano sobre su espalda y pronto tengo su rostro enterrándose en mi hombro.
—No... yo... la amaba y ella me engañó, Maya. Por más valiente que quiera ser y desear que ya no sentir nada por ella, no puedo. Fue mi primera novia, y sentía que era mi primer amor, ya sabes, ese que es... bueno y piensas que es el indicado. Tú para siempre.
—Lamento mucho que te sientas así, Bucky. —pronuncio cerrando mis ojos con fuerza recordando el momento exacto en que yo también me sentí así hace un par de años atrás. —No tenemos la culpa de que personas como Tara existan. No dejes que eso te afecte. Tú la amaste y no le fallaste, tú fuiste mejor que ella, y eso es lo único que importa, ahora. Porque no fue por ti que todo acabo. Eres suficiente.
—Fui suficiente. —susurra convencido y asiento, aunque no pueda verme.
Los minutos se extienden junto al silencio del lugar; Bucky no emite ningún sonido o señal de que quiera moverse de mi hombro mientras yo abro de nuevo mi laptop y coloco play al video para seguir con mi tarea.
🏈🩺
Mi mente está hecha un nudo.
He acabo la tarea y estoy saliendo de mi última clase, pero, siento como sí un vacío gigantesco se apoderará de mi pecho. Me siento cansada, agotada de verdad, y me pregunto la razón de aquello.
Alzo mi mirada escuchando murmullos detrás de mí, entonces un escenario familiar me recibe, Ross Hamilton aparece a unos metros de mí, lleva una camiseta negra con un feo estampado de una vieja caricatura que nunca me gusto, y una chaqueta color beige de cierre sobre sus hombros.
Me muestra una sonrisa, una que me ha dado desde el día en que nos conocimos, no es descarada, ni burlona, y su actitud en estos momentos no es nada igual a la del viernes pasado; eso en el fondo me alegra un poco.
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«Un Cliché Peculiar» (GC #1)✔©
RomanceRoss Hamilton. Mariscal estrella de los Lions. Arrogante, sexy, guaperas como algunas lo describen. Aunque, nadie sabe como es en realidad. Ni sus propios compañeros. Maya Healy. Estudiante de psicología. Odia los Clichés. Y sobre todo odia a los...