Capítulo 30: Oh, Oh, Oh.

3.1K 175 3
                                    

Maya

Escuchar esas palabras de la boca de Ross me hacen sonreír, y el mal rato de nuestra discusión se está evaporando; analizo su rostro.

Luce un poco pálido; sus ojos azules están rojos.

Nunca hemos hablado sobre su hermana. Ni siquiera sabía que tenía una, y algo me dice que tiene que ver con ese tatuaje que lleva debajo de su clavícula.

Mi engreído lleva unos pantalones de algodón, y una camiseta blanca que cubre su torso; su cabello se encuentra sobre su frente, el sudor es notorio. La ansiedad lo estaba consumiendo.

Me reprocho por no haberle dicho nada, pero, no quería angustiarlo con algo que podía solucionar por mí misma.

—Trasladaremos esto a mi habitación. Los chismosos no tardaran en salir. —una sonrisa divertida aparece en mis labios cuándo finaliza esa frase.

Me pongo de pie a la par de Ross, entonces, sostengo su mano contra la mía. Ross la presiona y besa mis nudillos ocasionando estos peculiares revoltijos en mi corazón que inflan globos de helio en mi estómago que vuelan y causan cosquillas en mi vientre, pero, todo se queda estático, cuándo mis ojos ven lo suficiente para percatarme de sus nudillos reventados y con rasguños, sin embargo, no digo nada hasta que la puerta de su habitación se cierra detrás de nosotros.

Entonces, estalló.

—¡Te lastimaste la mano! ¡Ross! —chillo, preocupada y enojada en niveles asfixiantes. Se acerca a mí.

Sus malditos hoyuelos aparecen en una sonrisa para mí que me ocasiona chispas eléctricas como si acabará de encender la batería de un auto bajo la lluvia, pronto, está sosteniendo mi cintura.
Suspiro a regañadientes contra su torso cuando siento sus dedos recorrer la piel de mis curvas como caricias tranquilizadoras.

Mi estómago se estremece al igual que todo mi cuerpo.

—Fue algo que no pude detener del todo, lo lamento. —susurra apenado.

—Eres un idiota. —acuso, ocultando la sonrisa contra su torso.

Ross se echa a reír; su cabeza se lanza hacia atrás y sus hombros se mueven bruscamente por la risa. Procede a callarse cuándo le golpeo el pecho de manera juguetona.

Sus ojos se encuentran con los míos porque mi rostro se halla levantado. Mi engreído deja caer sus labios sobre mi cuello en presiones pequeñas que me estremecen como siempre, activando cada gramo de electromagnetismo en mí.

Puedo ver lo suficiente de esos ojos azules dilatándose con rapidez, seguramente los míos están iguales. Mis manos se ocupan sobre su pectorales intentando sostenerme para no caer; mi piel enloquece a medida que Ross sigue el camino de besos trasladando sus labios a mi clavícula. Sus fuertes manos presionan mi cintura haciéndome jadear, y comienza a morder esa parte de mi cuerpo con suavidad, lentitud y calidez.

Joder, sí.

—No, Uhmm..., detente. —pido entre susurros con mis ojos intentando no cerrarse y mi boca jadeando.

—¿Qué sucede? —pregunta, escondiendo esa sonrisa llena de diversión.

Lo miro con seriedad fingida para soltarle una sonrisa que ilumina sus ojos y ocasiona que me acoja a su cuerpo.

—¿Queda claro que esa mañana no quería irme?

—Sí.

—¿Y qué no me iré de nuevo?

—Sí.

—¿Y qué nos vas a volver a ser un imbécil?

—Lo prometo, Maya. No dejaré que mis impulsos ganen. —contesta y suelto una risa.

«Un Cliché Peculiar» (GC #1)✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora