Ross
Aprieto mis manos hechas puños contra mi cuerpo; mi mandíbula está tensa, y mis ojos cerrados me dan una clara sensación de vergüenza y dolor en estos momentos.
No quería.
No quería que ella me viera así, que viera mi espalda marcada y que sintiera asco de mí. Deseaba mucho que nadie más lo viera, suficiente tenía con compartirlo con mis compañeros en los vestuarios.
Me quedo inmóvil cuando siento una de sus manos sobre mi espalda; mis músculos se contraen y mi piel se siente gélida al hacer contacto con su ya conocida calidez.
Su respiración es tranquila mientras la mía está agitada como sí hubiera corrido un maratón. Sus dedos tocan la perceptible cicatriz más pequeña en el lado izquierdo rozando mis omóplatos.
Sigue recorriendo con lentitud erizándome la piel hasta llegar a la más grande; la que más dolió y la más horrible de todas.
—Maya. Detente. —pido con dolor.
Siento como lágrimas están arremolinándose en mis ojos.
—¿Quién te hizo esto, Ross? —pregunta con dolor recorriendo en su tono de voz. —¿Quién fue el salvaje que hizo esto? —agrega dolida y dejando descansar la palma de su mano contra el centro de mi espalda dónde se reúne un nido de cicatrices disparejas.
—No quieres saberlo, Maya. —aseguro con la voz más seca que puedo, y me aparto de ella evitando a toda costa tener que sentir sus delicadas manos sobre mí, de nuevo.
—¿Por qué no?
—Porque no es algo bonito de saber, Maya.
Se queda en silencio unos segundos y me aproximo a mi closet en busca de una camiseta porque la playera que llevaba se encuentra sobre el escritorio y no planeo caminar de vuelta para que ella siga viendo las cicatrices.
—¿Está en la cárcel? —detengo mis movimientos ante su pregunta.
Una pesadez enorme aparece en mi estómago y aprieto en mis dedos la tela de la camiseta que encontré. Entonces, me coloco de frente, y ella tiene su mirada sobre mí.
—Tampoco quieres saber eso.
Ella niega con prisa y dirige sus pasos hacia mí. Sus ojos no dejan de mirarme y la camiseta se está arrugando debido a la fuerza con la que la sostengo en mi mano derecha.
—Porque no me dejas decidir eso por mí. —murmura.
Por consiguiente, enfoco mis ojos hacia su rostro. Y vislumbro como Maya se acerca bajando su vista hacia mi pecho, entonces, su rostro se contrae en curiosidad y sé que ha visto el tatuaje que tengo debajo de mi clavícula, así que, de nuevo, sus manos están sobre mi cuerpo.
Su dedo índice recorre la tinta negra con cuidado sin perder ningún detalle de este, al finalizar el recorrido en tan solo unos segundos, debido a que, es corto y porque solo es una palabra, por tanto, ella me mira expectante a qué responda una pregunta formulada en sus ojos.
Las cuatro letras en cursiva tienen el mayor peso sobre mi cuerpo.
Un nombre; un hermoso nombre que me quita el aliento y me destruye a niveles insuperables cada vez que recuerdo su significado.
Zoey.
—No, Maya. —pido.
—Quieres saber quién me hizo las cicatrices, bien. Pero, no quiero hablar de esto.
No quiero hablar de Zoey.
—Es un tatuaje muy bonito, Ross. —murmura apartando su mano de mi cuerpo.
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«Un Cliché Peculiar» (GC #1)✔©
RomanceRoss Hamilton. Mariscal estrella de los Lions. Arrogante, sexy, guaperas como algunas lo describen. Aunque, nadie sabe como es en realidad. Ni sus propios compañeros. Maya Healy. Estudiante de psicología. Odia los Clichés. Y sobre todo odia a los...