Capítulo 32: Conexión.

2.8K 163 3
                                    

Maya

Mi corazón aletea con fuerza contra mi pecho. 

Las manos me tiemblan un poco; estoy nerviosa, pero, intento no demostrarlo. Aprieto mis muslos durante todo el camino porque realmente sí tiemblo, y cómo una gelatina, eso se debe, al recordar la boca de Ross sobre mi coño; lo cual es un delirio total.

Mi cuerpo desea volver a sentirlo, y muchos calambres se extienden desde mis dedos hasta mi vientre bajo; quiero jadear porque el calor está doblegándome. 

Trato de continuar con los pasos que terminan hasta la entrada del apartamento de mi engreído. A diferencia de mí; Ross luce muy fresco, cómo si no tuviera una enorme revolución de animales flotando en su estómago, dudo que, sienta una parte de mis nervios en este momento. 

No sabría cómo decirle que lo deseo completamente.

Ross me echa una mirada con una sonrisa mostrándome sus dulces hoyuelos antes de abrir la puerta; ingreso detrás de él.

Dios, sí que le ha bendecido con un trasero tan relleno y muy, pero, muy agradable a la vista que quiero quejarme un montón, y, a la vez alabarle. 

La excusa de quedarme con él está noche es que ya es muy tarde, y para mi tía es que estoy con Jo en una pijamada, aunque no necesito una excusa con Ross porque él prácticamente daría lo que fuera por no soltarme de su habitación si es posible. 

Tan pronto, tengo un pie en el hogar de mi engreído; su cuerpo me cubre empujándome contra la madera de la puerta.

Lo observo, divertida.

—¿Qué tienes tú con los espacios cerrados? —pregunto, soltando una carcajada suave que empaña sus ojos; vibra en sus músculos y es devuelta en una electricidad placentera en cada rincón de mi cuerpo.

—Debería preguntarte a ti. ¿Qué tienen tus ojos con mirarme así? —inquiere subiendo las comisuras de sus labios; su cabello golpea contra sus orejas y su frente.

Atractivo. Atractivo. Atractivo.

—¿Cómo te miran? —la boca se me seca cuándo su acento sureño se escabulle de mis oídos para aturdir a mi mente.

—Cómo si quisieran comerme. —suspira contra mi boca.

Y eso es todo. 

Con la voz ronca, y sus dedos repartiendo electricidad cómo si fuera un panel eléctrico; me encuentro temblando de la emoción. 

Espero que dé el primer paso, pero, mi impaciencia me puede más, así que, me lanzó contra sus labios a velocidad; pruebo de ellos. Mis pies se ponen en punta para alcanzarlo, por lo alto que es. Me aferro a sus hombros para estabilizarme; presiono rígidamente mi cuerpo contra el suyo. 

Ross no se espera mucho; no es un tonto, y sabe que hacer. Me toma de la cadera con una fuerza que me parece placentera sacándome un gemido bajito cuando me alza entre sus brazos; mi pelvis salta y vibra contra su entrepierna creciente cuándo hace malabares por buscar un sitio para ambos, a lo largo, de la casa, sin despegar su boca de la mía. Empuja su lengua dentro de mi cavidad bucal; jugueteo con ella, se enredan y tienen una batalla voraz. 

Nuestras bocas combinadas saben a dulzura y adrenalina; todo con él me sabe así.

—Estoy hambrienta de ti, engreído. —jadeo cuándo necesito que el oxígeno viaje a mis pulmones.

Ross nos ha desplazado hacia el sofá. Estoy a horcajadas sobre él. 

Mi cabello se está adhiriendo a mi piel; lo siento estorboso, aun así, a mi engreído le fascina porque le da caricias y lo quita de mis ojos sin soltarlo. Justo a tiempo para perderme en los suyos; en sus ojos azules que me miran con profundidad sacándome el aliento. 

«Un Cliché Peculiar» (GC #1)✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora