Capítulo 38: Un Ross muy feliz.

2.3K 150 4
                                    

Ross

Robert y Julianne Healy me trataron cómo si fuera su hijo durante los días que estuve en Boston.

¡Joder, qué eso me emociono mucho! 

No creo recordar posible una salida de chicos sin que mi padre no me golpeara o me obligara a beber con él y sus amigos, o el cálido abrazo femenino con sentimiento de añoranza que tuve cuando la madre de Maya me estrujo en sus brazos en la despedida; sentí por un momento que estaba abrazando a mi mamá.

Declaro que tuve una excelente cena de acción de gracias junto a la familia de mi novia, y agradezco no haberme perdido en pizzas y una peli para pasar ese día festivo, puesto que, Colton visita a sus padres al igual que Megan, y Prince, mientras que, mi mejor amigo planea engullirse de rollos de una noche y amanecer sin recordar su nombre. 

Sí, definitivamente no me veía soportando otra noche de mierda como acción de gracias, así que, de regreso con Maya a Manhattan; no deje ir a mi novia a su casa, sino que la traje conmigo a casa.

¡Dios mío, que excelente idea! 

Porque justo ahora suspiro mientras deshago todas sus prendas cómo ese par de vaqueros ajustados que cubrían su culito precioso, y esa blusa estorbosa que mostraba sus senos rellenos y bonitos a la vista; mi cielito no para de reír hasta que mi camiseta está fuera de mí, y lanza besos rápidos por mi barbilla antes de acariciar con sus manos mi torso. Me empuja hasta caer conmigo en la cama, y damos vuelta; sonrío mucho, y beso sus labios buscando ese cálido y dulce lugar que me sabe a casa. 

Jadea contra mi boca; mi mano sube recorriendo su cintura y muslos. Mi lengua acaricia su paladar, y los malditos choques eléctricos solo hacen intensificarse más y más cada vez que estamos juntos.

Su sujetador sale de sus senos que amaso con premura. 

Ella jadea contra mis labios; sus manos van por la cinturilla de mis vaqueros, los quito de prisa mientras ella va en busca de un condón en mi mesa de noche. Tan pronto, lo tiene, lo serpentea frente mis ojos. 

Regreso mi boca hacia sus labios y bajo con lentitud tentadora por su barbilla hasta su cuello, lanzo unos cuantos lametones hasta su clavícula. Ella empuja su pelvis, y siseo con deseo. Mi boca cubre la cima de sus senos contorneados; chupo de sus aureolas con un poco de fuerza logrando que Maya se agite contra mis manos gimiendo en coro.

—¡Ross! ¡Ross, por favor! —pide entre dientes. 

Mi mirada recae en su rostro sonrojado. El sudor le perla la frente y sus manos no dejan de arañar mis hombros; sus uñas bajan a mi espalda y sostiene con fuerza mientras jadea sin parar.

—Aún no, cielito. —murmuro divertido y ella se queja.

Bajo de prisa hasta quitar sus bragas; me arrodillo delante de ella, y paso el arco de su pierna sobre mi hombro. Beso el interior de su muslo derecho y subo hasta dejar caer mi boca sobre su coño cálido, está mojado y dispuesto para mí.

—Joder, que hermosa, mi cielito. —concedo mientras unto mi lengua con sus chorros. Ella se retuerce en mis brazos; su mano se insta en mi cabello.

—¡Maldita sea, Ross! —arrulla.

Sonrió mirándola agotada en mis sábanas. Sus ojos giran y se aprietan en rendijas pequeñas. Apresuro mi camino de besos y uso mis dedos tocando aquí y allá cómo le gusta; primero suave y aumentando el ritmo, volviéndolo enloquecedor para Maya. Sus senos brincan y su pelvis también; su orgasmo comienza a construirse y poco a poco se suelta de forma estruendosa.

—Mi parte favorita del día es verte después de tu orgasmo, cielito. —pronuncio en un susurro que ella llega a escuchar.

—¿Por qué? —pregunta, aún perdida en la nube de placer que hace palpitar su cabeza.

«Un Cliché Peculiar» (GC #1)✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora