Capítulo 28: Desearte.

2.9K 185 7
                                    

Ross

Sonrió como un tonto; mis manos cosquillean de buena forma. Mi corazón tamborilea rítmicamente, y el aroma a vainilla regresa en mis recuerdos.

Maya.

He besado a Maya. No una sino muchas veces, y la sensación no se compara a mis sueños. El instinto de perderme en su cuerpo aquella vez en el vestidor solo creció con el paso de los días, y ahora no dejo de pensar en cómo será cuando suceda, pero, dejémosle eso a mi lado hormonal.

Suspiro mientras me siento sobre mi cama.

La puerta está siendo tocada, la perilla gira y el cabello castaño y ojos oscuros de Megan se asoma en mi habitación. Trae sus Lucky Charms en un plato mientras se acerca a mí.

—¿Algo bueno ha pasado? —pregunta.

—Megan. —advierto.

—No. No diré nada malo, Ross. No me agrada del todo, aún, así que, no seré hipócrita diciendo que sí. Pero, te hace feliz, por lo que, solo diré. —suspira. —No lo arruines, muñeco.

🏈🩺

La misma rutina de mi día a día es tan detallada que haber empezado el miércoles con mi trasero fuera de casa congelándose porque me he olvidado las llaves me deja saber cuan despistado he sido sin darme cuenta. Luego, me quedé sin mi dosis diaria de desayuno hecho por Meg porque ella ha salido de casa desde temprano dejándonos muertos de hambre... Bueno, compramos desayuno en el camino, pero, no fue lo mismo que saborear la comida casera.

Llegué tarde a clases perdiendo un importante examen del que no tenía conocimiento, o más bien no me había acordado de que tendría uno, así que, descubrí la razón, por la cual, Megan no estaba en casa y según ella dejó una nota para mí, pero, al parecer está fue volada al suelo; terminando en la basura por parte de Prince que no leyó lo que decía, así que, todo está un poco descolocado por no decir mucho.

Tuve la oportunidad de dar mi examen, pero, con menos nota por mi atraso, y agradezco que al menos me lo tomarán.

Mi charla con el entrenador el día lunes no terminó bien.

Estaba furioso por que le oculte lo de Bobby, sobre todo porque deje que Ruby me convenciera de no decir nada.

No hay razones suficientes que justifiquen mi encubrimiento porque fui cómplice de lo qué pasó en términos indirectos, pero, una larga charla y advertencia del decano con echarme patitas a la calle si tenía otra infracción; me ha dado paso a volver a mi campo de juego con ganas. Ahora sé, que las cosas cambian porque hace meses hubiera preferido esa sanción; hubiera estado feliz de no tener que pisar este césped, ahogarme en ansiedad, esconder mis temblores y dejarme comer la cabeza con pensamientos negativos. Sin embargo, hoy solo veo este campo y una paz se cierne en mí.

Mi mirada repasa cada grada mientras sonrío y por un instante; solo uno, puedo lograr escuchar la voz de Zoey desde allí gritando y animándome. Con ello en mente; me preparo para un entrenamiento exhaustivo.

—¡Sigue corriendo, niño o pateare tu trasero! ¡Y ustedes! ¡Hagan lo mismo, bola de vagos!

El entrenador gruñón es diversión y castigo a la vez.

—¡Fury! ¿Dónde está, ese niño? —vuelve a gritar. —¡Prince, deja de juguetear! ¡Vamos, Colton! ¡Dann, mirada en el objetivo!

—Eso hago, entrenador. —responde Dann sin dejar de mirar a las animadoras sonrojadas y niego divertido.

—¡Hamilton! ¡Apoyo aquí! —farfulla el entrenador.

Me levanto de mi lugar dónde hacia abdominales para repasar la vista en mis amigos y equipo.

«Un Cliché Peculiar» (GC #1)✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora