Capítulo 11: Homenaje.

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Maya

Siento como mi corazón late desenfrenado a medida que sigo examinando su rostro.

¡McDuggents, imbécil!

Esa sensación de rabia mezclada con preocupación no desaparece de mi cuerpo. 

Me he cabreado tremendamente con ver la nariz amoratada de Ross, a penas, el aludido se asomó en el recibidor.

Ross me asegura que está bien, pero, aun así, eso no calma ni un poco la fiera que quiera lanzarse sobre McDuggents y devolverle el golpe que le ha lanzado a su mejor amigo. La castaña que me recibió en la entrada me sigue mirando como si fuese una amenaza que no quiere en su departamento.

¡Pues que la jodan! Estoy aquí por Ross no por ella ni nadie más.

—¿Quién eres, exactamente? —pregunta la castaña colocándose a lado de Ross. Observo como rueda los ojos.

—Vale, para ya, Meg. —pide Ross dándole una mirada significativa.

—¿Cómo te llamas? —ignora a Ross monumentalmente y coloca sus manos sobre su fina cintura de abeja.

—Healy. Maya Healy. —contesto sin gracia.

Ella asiente y suelta un suspiro, y entonces, deja su mano sobre el hombro de Ross por unos segundos, luego ambos se comunican con la mirada. 

Ella es demasiado linda; tiene una cintura pequeña, curvas que desearía fueran mías y su estilo de moda es increíble, lleva unos vaqueros ajustados y una top de color azul. Sus pies están envueltos en unas sandalias bonitas y su cabello largo y castaño cae sobre su espalda. Inclusive el maquillaje natural que trae la hace lucir como una modelo.

—Iré con Troy. Avísame cualquier cosa, Ross. —murmura ella y el pelinegro asiente dándole una sonrisa que quisiera que me dé a mí.

¡Maldita sea, Maya! ¡Deja de pensar en tontearías!

La castaña me lanza una mirada antes de perderse hacia la sala.

—¿Tu novia? —pregunto incómoda de haber interrumpido algo.

—¿Qué? ¿Megan? ¡Claro que no! —dice divertido negando una y otra vez para luego hacer una mueca fingida de asco. 

—Ese pequeño ente del mal es una hermana para mí, pero, ella sí tiene novio. Es Troy Colton, uno de mis mejores amigos. —añade.

—¿Por qué has venido? —pregunta.

—Estaba preocupada. —respondo sincera. —Te envié mensajes, no respondiste. —agrego.

—Sí, los vi está tarde. No estaba de ánimos para nada.

Oh, entonces por eso.

Estaba a punto de enloquecer esa misma noche y horas después porque no contestaba. Quise venir anoche, pero, no quería parecer una loca. Me dije a mí misma "Tiene a sus amigos, estará bien", y así lo parece.

—Sí fui al partido, Ross. —murmuro.

Sus ojos azules me atrapan, y de pronto esa calidez inexplicable me envuelve. La forma en la que me mira es de alivio y algo más que no puedo explicar. Mis piernas parecen gelatina en estos momentos a cada segundo que parpadea y me muestra sus labios curvados en una sonrisa de labios cerrados.

¡Demonio quiero tenerlo más cerca!

¡Para ya, Maya!

—Si era cierto ese mensaje. —inquiere acercándose más a mí.

¡Sí! ¡Claro que sí, Ross!

—Lo era. Estuve allí, engreído. —murmuro bajando la mirada y soltando un suspiro.

«Un Cliché Peculiar» (GC #1)✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora