Ross
Hay ciertas cosas que esperas que suceden.
Quizás, tu primera cita, tu primer beso, tu primer corazón roto, y hay otras que no esperabas cómo la odiosa chica que salvaste de un balón volador; su ingenio, sus cambios de humor, su sonrisa que logra hacer un montón de cosas con tu mente. Sin duda, no esperaba a Maya Healy en mi vida, pero, ella llegó con fuerza y lo hizo para quedarse porque simplemente no puedo pensar un día en que no esté en mi vida.
Se ha acoplado tan bien que parece cómico qué mi idealizada imagen de mariscal que genere para todos se haya echo cenizas en cuánto esta chica de cabello castaño; ojos cambiantes y voz dulce apareció.
Viajar de nuevo a Boston ha sido un camino lleno de risas; me encanta la manera en la que Maya se une a mi sentido del humor.
Mi cielito sabe cómo hacerme feliz sin necesidad de hacer nada; soy feliz con ella cuándo me besa, cuándo me habla de cualquier cosa, cuándo me abraza, cuándo deja caer su mano sobre la mía, cuándo me sonríe, cuándo menciona mi nombre, o cuándo me llama con este mote tan ella, que me ha dado.
Me observo frente al espejo de su habitación; visto un traje oscuro.
—Engreído, ¿acaso le has robado el traje a Christian Grey? —pregunta, divertida.
Ruedo mis ojos, mientras sigo acomodando la corbata.
—Déjame hacerlo, o simplemente lo arrugaras. —murmura abriéndose paso frente a mí.
—Solo tú no podrías estar lista aún. —pronuncio. —Aunque está bata de baño se te ve muy bien, y la toalla en tu cabeza te hace ver muy sexy. —agrego y ella me da un manotón en mi hombro antes de dejar un beso en mi mentón.
—Si sigues bromeando no habrá nada de sexo para ti esta noche, y serás el tonto que se privó de su novia justo en navidad. —argumenta y lanzo una risa que acallo viéndola trabajar en la estúpida corbata.
—Ya estás, ahora espera afuera. —dice mientras me empuja hacia el pasillo.
—Puedo ayudarte con el vestido. —menciono quedándome en el umbral sin querer salir.
—No, porque es muy probable que no me dejes vestirme y arruines tu traje, así que, adiós. —habla y cierra la puerta delante de mí.
Camino directo hacia la sala de estar. La mayoría de la familia de Maya ya está esperando a los demás; me siento a lado de mi suegro.
—Vi el juego pasado, Ross. —comenta Robert. —Estuviste genial, muchacho. Tus pases hacia el corredor, y tus corridas hacia las yardas; junto a tu buena dirección para tus compañeros. Estoy seguro de que serías genial si aceptaras las ofertas de la NFL.
—Sé que sí, pero, no planeo hacerlo, sería mucho estrés, quiero alejarme de ello en lo que me resta de vida. —menciono convencido.
—Oh, Ross, hermano. Sí decides alejarte del fútbol profesional, igual tendrás estrés con mi hermana. Ella es irritable, pesada y hostigosa. —pronuncia Erick con una sonrisa divertida.
—Es verdad, Ross. Mi hija es todo un caso; lo mejor que puede hacer es plantearte quedarte o huir ahora. —bromea mi suegro. Los tres reímos a los segundos.
—Me es imposible dejarla, señor Healy. Su hija es mi mundo. —aseguro y la madre de Maya sonríe.
—Ay, Ross. Estoy contenta de que mi niña y tú estén juntos; se hacen tan felices. —menciona Julianne, y deja un apretón sobre mi hombro. —May-May te ama. —agrega.
—Y yo la amo a ella. —pronuncio con convicción porque es la verdad.
Justo en ese instante; Maya aparece por el pasillo.
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«Un Cliché Peculiar» (GC #1)✔©
RomantizmRoss Hamilton. Mariscal estrella de los Lions. Arrogante, sexy, guaperas como algunas lo describen. Aunque, nadie sabe como es en realidad. Ni sus propios compañeros. Maya Healy. Estudiante de psicología. Odia los Clichés. Y sobre todo odia a los...