Capítulo 22: El club de los cinco.

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Ross

Tengo un humor de perros, o eso dijo Prince antes de manifestar lo ofendido que está conmigo porque le grité, y vale; me he pasado de idiota con él y aún cuándo me disculpé por lo sucedido, mi amigo decidió aplicarme la ley del hielo tan de mañana.

Este día está empezando muy mierda y tenía algo de expectativas cómo todos los años, incluso espere algo de Dann, pero, no fue así, así que, con más mal humor hago mi viaje al campus como de costumbre. 

Me escabullo para no encontrarme a Maya en ningún momento, y eso se debe a que...

La ha besado, él... la ha besado y deje que lo hiciera.

Los puntos son claros. 

Soy un idiota buh, Jadeen es el mejor ¡Yei!

Sí es así como están las cosas en estos momentos; al menos en mi mente y los comentarios en esa foto, no es que explícitamente este puesto: "Ross Hamilton es un idiota", pero, es lo que leo entrelíneas y mi conciencia me acusa de ser. 

Porque lo eres, Ross.

Dejaste ir a Maya preciosa. 

¿Quién en su sano juicio deja ir a Maya preciosa?

Yo, querida mente, yo.

Eso nos deja qué no puedo ser un imbécil demente en estos momentos porque claro está que hace mucho me dije que soy amigo de Maya, pero, ¡Sí, mierda!

Ella está en todo su derecho y yo solo puedo odiarme por no ser quién posará primero mis labios sobre los suyos porque no quiero mandar todo a la mierda porque respeto las decisiones de Maya porque ella está feliz de estar con Turner, así que, me trago todo y sigo adelante, de eso se trata, de avanzar. 

Suelto un grito de enojo. Recuerdo en dónde me encuentro y me regaño por estar en este círculo redundante de es Maya y no es Maya; debo seguir trotando lo que me restan de mis vueltas en el campo de juego, pero, no tengo las ganas de hacerlo. 

Mis amigos hacen bien en mantenerse alejados de mí hasta que el enojo se evapore un poco porque ciertamente estoy siendo un grano en el culo como diría Megan; pregúntenselo a Prince, quién no ha perdido la oportunidad de mirarme con enojo y lo único que hice fue gritarle sobre sus pijamas de Reptar. 

Algo muy mal de mi parte.

—¿Qué pasa, Hamilton? ¡Continua! ¡Abre tus ojos y corre! —farfulla el entrenador. 

Regreso mi mirada hacia dónde el hombre se encuentra; asiento de manera automática y recupero mi ritmo. 

Sus ojos se mantienen sobre mí hasta completar mis treinta vueltas.

Ingreso a los vestidores luego de tan patético entrenamiento. Me refugió en lo fría que está el agua cayendo sobre mi cuerpo; consigo espabilarme lo suficiente para que mi espíritu quejumbroso se vaya.   

—¿Ya se me es permitido, acercarme? —pregunta la imitación de una voz infantil por parte de Dann. 

Le lanzo una mirada divertida y mi mejor amigo maúlla como sí de un gato se tratase dejando caer su cabeza sobre mi hombro luego de sacudir su cabello sobre mi rostro.

—Me dan asco. Ábranme espacio, jodidos egoístas. —reclama Prince a medida que me abraza con fuerza y siento mis huesos crujir cuando logra levantarme del suelo.

Se le ha pasado el enojo o solo ha fingido, pero, me da igual, dejo que toda fluya.

El sonido ronco de una risa por lo bajo que pertenece a Colton se hace entre ver cuando se acerca y palmea mi hombro; juntos salimos de los vestidores. Mantenemos una conversación muy de nosotros sobre la horripilante mayonesa con atún que comeremos está noche, sin embargo, un torbellino me derriba lo justo para hacerme tambalear y perder el hilo de lo que estaba diciendo; es como una ardilla subiendo por tus extremidades. Tengo una maraña de cabello castaño sobre mi rostro picoteando mi nariz y la risa de aquella persona me hace rodar los ojos.

«Un Cliché Peculiar» (GC #1)✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora