Capítulo XXXV

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✨ CAPÍTULO 35

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CAPÍTULO 35. Un par de contratiempos

- Me cago en Arturo, en sus antepasados y en sus jodidos descendientes - bufó con rabia la pelirroja al ser consciente de que Arturo y los rehenes se habían encerrado en la única sala donde guardaban todas sus armas y municiones. 

- Estamos acabados - gimió Río con voz temblorosa. 

- Acabados estamos desde que pusimos el primer pie en la Fábrica, Río - se limitó a murmurar Tirana - Pero ahora no es momento de pensar en eso. 

- Si yo no hubiera cogido ese teléfono, si no hubiera llamado a Tokio, no me habrían pillado. Y vosotros estarías libres - continuó el chico, viéndose de pronto invadido por la angustia y la ansiedad. 

- Si el Profesor no se hubiera acostado con la inspectora durante el atraco a la Fábrica, descuidando así la vigilancia, Berlín tal vez estaría vivo a estas alturas - le interrumpió, posando ambas manos sobre sus hombros y sacudiéndole levemente - Si yo, hace años, no le hubiera pegado un tiro a mi padre, tal vez Kansas me hablaría más de lo que lo hace - las palabras sorprendieron a Río, que no fue quien de reaccionar - Todos cometemos errores, algunos más justificados que otros, pero de nada nos sirve recrearlos una y otra vez. Así que céntrate, Río. Haz que valga la pena que hayamos llegado hasta aquí. 

Sin esperar respuesta lo liberó del agarre para reunirse con Denver y Palermo. El primero de ellos, que acababa de llegar, tenía el brazo malamente vendado tras recibir el tiro por parte de Arturo. Tirana analizó la herida con rapidez antes de hablar. 

- Hay que arreglar esa chapuza - señaló - Si la sangre sigue cayendo terminarás por desmayarte. 

- Me parece que ahora tenemos cosas más importantes de las que preocuparse. 

- Cosas de las que no podrás preocuparte si estás muerto, ¿entiendes? - le advirtió, sujetándole del brazo con fuerza cuando Denver hizo ademán de alejarse. 

- Lo entiendo, Tir - asintió - Cuando estemos a salvo dejaré que te encargues de mi brazo. Ahora...

- Tenemos que intentar llegar hasta la puerta - le interrumpió Palermo, recibiendo miradas de preocupación. 

- Esa habitación está llena de munición que puede explotar ante la más mínima chispa, ¿cómo se supone que vamos a intervenir? - la voz de Lisboa sonó por encima de las demás. 

- Quedarnos de brazos cruzados tampoco solucionará nada - murmuró Tirana, deslizando la mirada hacia el pasillo por el que Arturo y los demás habían desaparecido - Intentemos acercarnos a la puerta - repitió las palabras de Palermo, coincidiendo así con él - Tal vez si se ven acorralados el Gobernador sea lo suficientemente sensato como para rendirse antes de que la cosa vaya a peor. 

Pero, como no, la cosa fue a peor. Siempre va a peor. 

Mientras Palermo y Denver trataron de avanzar, la cabeza de Arturo se asomó por una de las rendijas superiores antes de que lo hiciera el borde de su pistola. En menos de diez segundos empezó a disparar con rabia, obligando a ambos atracadores a encogerse sobre si mismos hasta que la munición terminó. 

TIRANA {Berlín-Palermo} - LCDPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora