Capítulo XXX

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CAPÍTULO 30. La traición

Los dedos de la pelirroja se paseaban rítmicamente por el pelo de Nairobi, deteniéndose de vez en cuando para dejar pequeñas caricias sobre su rostro, a la espera de que la pelinegra despertase de la operación. Helsinki y Kansas se habían acercado a ella en más de una ocasión para insistir en que debía descansar, siendo ellos quienes ocuparían su lugar, pero Tirana se había negado rotundamente. No estaba dispuesta a que su mejor amiga despertara y no fuera ella la primera persona a la que viera.

- No sé que voy a hacer, Nai – empezó a hablar en un susurro cuando logró que ambos hombres se marcharon, quedándose a solas con ella – Berlín estaba loco – sonrió con tristeza – Y me enamoré. Palermo está loco – susurró, recordando como el argentino se había comportado – Y me ha vuelto a pasar lo mismo. Pero mil veces peor – reconoció, pues era consciente de que los sentimientos que había desarrollado hacia aquel hombre eran mucho más intensos de los que había sentido por Berlín. En momentos como aquel, en los que su relación pendía de un hilo, le costaba reconocerlo, pero así era.

- Esto te queda grande – soltó un quejido, sobresaltándola por verla despierta, pues creía que todavía estaba inconsciente.

- Nada me queda grande a mí – la contradijo con una pequeña sonrisa que demostraba lo feliz que se sentía de verla a salvo. Se levantó para controlar sus constantes vitales antes de inclinarse sobre ella - ¿Cómo te encuentras?

- Me duele todo, pero estoy bien – clavó sus oscuros ojos negros en los de su amiga, que había sujetado su mano con fuerza – Gracias por no dejarme salir.

- No eres la única a la que se lo tuvimos que impedir – la ironía y un deje de dolor se hizo palpable en su tono de voz.

- ¿A qué te refieres?

- Palermo – susurró – Nos ha dado una especie de ultimátum – se dejó caer de nuevo sobre la silla donde había permanecido las últimas dos horas – Con bombas y todo. Quería hacer una salida a lo grande, ya sabes lo dramático que es – hizo una pausa mientras recordaba lo sucedido – Llegué a pensar que nos mararía – confesó tras unos segundos – Nunca había visto tanta determinación en su mirada.

TIRANA {Berlín-Palermo} - LCDPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora