Capítulo XXV

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✨ CAPÍTULO 25

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CAPÍTULO 25. El amante y el amado ✨

Tirana caminó por los pasillos del Banco en dirección a la biblioteca, donde sabía que se encontraba Palermo. Cuando llegó, Helsinki se estaba encargando de quitarle la venda para dejar sus ojos al descubierto. Se adentró en la habitación y se colocó al lado de Denver, que le lanzó una leve sonrisa antes de volver a centrar su atención en Palermo.

El serbio alzó una mano para tapar el ojo izquierdo del hombre.

- Palermo, ¿ves algo con ese ojo? – el argentino abrió el ojo con dificultad, y su mirada, perdida, se cruzó con la de Tirana, que lo observaba con cierto nerviosismo.

- Veo tu barba de ortodoxo ruso, serbio de los cojones – terminó respondiendo, haciendo sonreír a la pelirroja. Si veía, por poco que fuera, era una buena noticia.

Helsinki sonrió ante el comentario y cambió la mano de lugar. Entonces, el gesto de Palermo tornó serio. No hizo falta que dijera nada para que todos supieran que aquel ojo no iba tan bien. Tirana avanazó un par de pasos hasta situarse frente a él. Helsinki se hizo a un lado para dejarle más espacio. Sin pedirle permiso al argentino alzó su cabeza y con el dedo pulgar sujetó su párpado, inclinándose sobre él para mirar el movimiento de su pupila.

Palermo hizo ademán de prostestar pero se dejó hacer. Sintió el pelo de la pelirroja hacerle cosquillas sobre el cuello, pero no dijo nada. Finalmente la chica se alejó.

- Hay movimiento – dijo entonces – La pupila reacciona ante la luz, y eso es bueno – se giró para buscar algo con la mirada y cuando lo encontró se alejó para, segundos más tarde, volver con un parche entre las manos – Por ahora te vamos a poner esto – pasél parche por su cabeza par ajustarlo sobre el ojo izquierdo – Así podrás jugar a los piratas – añadió con cierta burla, recibiendo un gesto de desagrado por parte del argentino.

El rictus de Palermo estaba serio. Tirana no dudó en inclinarse sobre él para dejar un suave beso sobre su mejilla.

- No pasa nada, Palermo – le susurró al oído – Pronto verás mejor – dejó una suave caricia sobre su rostro antes de apartarse.

- Voy a buscar el bastón – anunció Helsinki antes de alejarse.

Tirana se acercó a Tokio, que jugaba con Sofía, el hurón de Marsella. En los días que había pasdo en el Monsterio, le había cogido cariño a aquel escurridizo animal que, en aquel atraco, podía llegar a tener un papel muy importante.

Mientras jugueteaba con el hurón, Tirana podía sentir la mirada de Palermo fija en ella. Sabía que tenían una conversación pendiente, pero ese no era el momento ni el lugar. Se giró durante unos segundos para mirarle, pero pronto apartó la mirada cuando sintió la voz del Profesor salir de la radio.

- ¿Palermo? ¿Estás ahí? – el susodicho se levantó de un salto para acercarse.

- Si, Profesor.

TIRANA {Berlín-Palermo} - LCDPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora