Capítulo XXVI

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✨ CAPÍTULO 26

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CAPÍTULO 26. Una serie de confesiones ✨

Terminó por dejar escapar una leve carcajada nerviosa. Toda esa situación le resultaba demasiado familiar. El recuerdo de Berlín acudió a su mente como una daga imposible de esquivar, provocándole de nuevo esa sensación de vivir en un constante tira y afloja.

Ni ella misma terminaba de entender su reacción. Con dificultad secó la palma de sus manos, sudorosas, contra sus piernas, tratando de calmar esa sensación que había empezado a inundar su cuerpo.

Ver la duda en los ojos de Palermo fue más doloroso que cualquier otra respuesta. ¿Acaso el argentino no sentía lo mismo que ella cuando la miraba? Sacudió la cabeza, enterrando su rostro entre ambas manos, hundiéndose aún más si cabe en el sofá en el que se había dejado caer.

No podía culpar a Palermo de seguir queriendo a Berlín pues, aunque habían pasado ya tres años, ella seguía haciéndolo. Porque sí. Porque era algo que, simplemente, no podía evitar. Sin embargo, si que podía culparle por no ser del todo sincero con sus sentimientos. Podía ver el cariño que el argentino sentía hacia ella a través de sus ojos, pero en ese momento dudaba de la veracidad de ese sentimiento.

La idea de que todo había sido una farsa, un simple juego, cruzó por su mente, y sintió como la angustia se cernía sobre su garganta, dificultándole el respirar. Se sentía realmente estúpida por reaccionar de ese modo. No podía permitir que una simple pregunta no respondida desencadenara en ella todas esas emociones negativas.

No podía permitir que un hombre volviera a controlar su ser. No de ese modo.

Se encontraba tan concentrada en sus pensamientos que no fue consciente de como la puerta se abría para dar paso a un temeroso Denver, que abrió los ojos con sorpresa al encontrársela más afectada de lo que esperaba.

- ¿Qué haces aquí encerrada? – preguntó al tiempo que se acercaba para sentarse a su lado. Quiso abrazarla al verla de ese modo, pero decidió que lo mejor era dejarle su espacio.

- ¿Y tú? – replicó en el mismo tono, alzando levemente la cabeza para mirarle.

- Quería saber como estaba mi amiga después de todo lo que pasó – la preocupación en el tono del chico hizo que la pelirroja sonriera con levedad antes de dejar que su cabeza cayera sobre su hombro. El contacto al reconfortó ligeramente, y la angustia en su garganta disminuyó.

- Estoy bien, Denver, en serio – suspiró – Nairobi tiene razón. Sólo tenía que darme cuenta de ello. Palermo se deja llevar por impulsos, ambos lo sabemos – hizo una pequeña pausa, como si de pronto se encontrara perdida en sus pensamientos – Vi la duda en sus ojos – susurró entonces – Y sé lo que eso significa. Sé que todo esto no ha sido más que un juego – decirlo en voz alta resultó más doloroso de lo que esperaba – Pero no pasa nada. La vida sigue.

Él la escuchó en completo silencio, sin la intención de interrumpirle. Sólo habló cuando estuvo seguro de que ella ya no tenía más que decir.

- Palermo dice lo que piensa, cuando quiere y donde quiere – habló con pausa, pero con determinación – Si dijo que estaba enamorado de ti, es porque realmente lo está – la alejó de él para poder mirarla a la cara – Las palabras de Nairobi no valen nada en este caso, Tir – susurró – Cree en lo que Palermo te ha demostrado todas estas semanas en el Monasterio. En lo que te mostró cuando sólo erais tú y él. Porque eso es lo que realmente te tiene que importar.

TIRANA {Berlín-Palermo} - LCDPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora