Capítulo VIII

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✨ CAPÍTULO 7

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CAPÍTULO 7. Un botón perdido

"A Andrés de Fonollosa se le atribuyen también otros delitos de carácter sexual"

Esa fue la primera frase que Tirana escuchó al llegar al despacho donde una televisión encendida estaba mostrando las noticias de última hora. Miró al hombre, pero este clavó la vista en el aparato.

"Concretamente la pertenencia a una red de tráfico de mujeres que traían desde Albania y Bulgaria, para ser posteriormente vendidas"

- Ahora entiendo porqué estás tan interesado en mi hermana – comentó Kansas con burla, recibiendo un golpe seco por parte de su melliza.

- Kansas – gruñó la pelirroja, en señal de advertencia. Lo mejor que podía hacer era mantenerse callado, pues cualquiera que conociera mínimanete a Berlín sabría que este se encontraba a punto de explotar.

"Se le atribuyen delitos de proxenetismo, extorsión a menores, privación de libertad"

La reportera soltaba una bomba tras otra.

Aunque Tirana sabía que ninguna de esas noticias eran ciertas, las arcadas la invadieron de forma inevitable. Cuando había algo que le producía verdadero asco, estas empezaban a surgir sin remedio. Se puso de espaldas a todos con los ojos cerrados, en un intento por calmarse.

Pudo sentir la mirada de Berlín sobre ella, y quiso decirle que no se creía ni una sóla palabra, pero no se encontró con fuerzas para ello.

- ¿Menores? – gritó Nairobi de golpe, girándose para encararlo.

"Además, Andrés de Fonollosa habría eludido cargos gracias a su colaboración como confidente de la policía"

- Y aún por encima soplón – remató Nairobi.

La pelirroja supo al instante que esa seria la gota que colmaría el vaso de la paciencia de Berlín. Por eso mismo no le sorprendió lo más mínimo ver como el hombre se abalanzaba sobre ella para envolver su cuello con su mano, apretando con fuerza. Tardó un poco en reaccionar, pero pronto se encontró entre los dos.

- Yo nunca vendería a mujeres – los ojos de Berlín estaban llenos de ira – Y mucho menos sería su chulo – en ese momento su mirada se cruzó con la de Tirana, y el agarre sobre Nairobi se hizo más leve. La chica supo que, a partir de ese momento, se estaba dirigiendo a ella en exclusiva – Tengo un código ético que me lo impide. El mismo código ético que me impide delatar a un compañero – miró a Nairobi – Por muy miserable que sea.

Tirana extendió su mano para sujetar el brazo de Berlín, que se apartó del cuello de Nairobi. Aprovechó entonces para abrazarlo con fuerza, sin importarle las miradas de desconcierto de sus compañeros. Berlín tardó un poco en reaccionar, pero correspondió al gesto. Eso fue suficiente para que supiera que ella estaba de su lado.

TIRANA {Berlín-Palermo} - LCDPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora