Capítulo 14

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Scarlet se levantó de golpe viendo a su alrededor. Todo estaba oscuro y aunque eso sería algo inusual, no lo era para ella. El lugar en el que vivía era un agujero en el suelo y casi nunca entraba sol o luz de algún lado. Por lo que en ese momento no podía ver si era de noche o ya de día. Se levantó y caminó hasta el interruptor de la luz, la prendió e inmediatamente vio hacia el reloj. 

Cinco. Eran las cinco de la mañana. 

Con alivio se frotó la cara con ambas manos y caminó hacia el baño, para darse una ducha de agua fría y poder levantarse por completo. Después de bañarse con el chorro de agua fría, buscó entre sus pocas ropas algo que pareciera formal. 

¿Qué quería decir con formal? 

Ella nunca había tenido que utilizar vestimenta formal. Por lo que en ese momento no sabía qué ponerse. Tenía una o dos prendas que eran decentes, pero eso solo porque no tenían muchos desgastes. Normalmente no pensaba en cómo vestir, así que nunca se había puesto a pensar en su vestimenta. Por lo que nunca se había tomado la molestia de comprar ropa que no fuera cómoda para trabajar, o por lo menos para los trabajos que había tenido. 

Se cansó de buscar en su poca ropa y se colocó un Jeans y una camiseta a rayas. Era lo único que parecía medio decente, así que no quedaba de otra. Tomó su vieja mochila a pesar de lo que había dicho Hector y salió lo más rápido que pudo. Ya eran más de las siete y tenía que tomar dos autobuses para llegar a la empresa. 

Con diez minutos sobrantes entró por la gran puerta del edificio, caminó hacia el ascensor y presionó el botón para subir al piso diez. Hector había dicho que ya no formaba parte del personal de limpieza así que tal vez lo mejor era presentarse directamente en su oficina y ver que le deparaba el mandato real. 

Llegó y no sabía si tocar la puerta o no. Aunque lo más sensato era tocar ya que sería de mal gusto entrar a una habitación u oficina sin llamar. Así que tocó la puerta y esperó pacientemente a que Hector abriera. Pero después de dos minutos se desesperó y volvió a tocar esta vez más fuerte. Unos fuertes pasos se escucharon tras la puerta y Scarlet apretó con fuerza la correa de su mochila. Un Hector despeinado y con la imagen de no haber dormido en dos semanas abrió la puerta viendo a Scarlet con los ojos entrecerrados. 

—Te dije que no quería ver esa horrible cosa. —Dijo nada más verla y Scarlet quería poner los ojos en blanco. Pero se contuvo al ver que el hombre apenas y podía estar de pie. 

—Buenos días. —Dijo sin responder a sus palabras, más no sabía qué más hacer. El estaba parado en medio de la puerta, solo viéndola. Lo que causó que ella quisiera empujarlo hacia adentro, pero aún no sabía en qué consistiría su trabajo como asistente. Así que esperó a que él dijera algo. 

Hector se hizo a un lado y con una mano le hizo señas para que entrara. 

Scarlet aún insegura entró y vio que había un montón de papeles tirados sobre la mesa. Frunció el ceño con molestia, al ver que todo el trabajo del día anterior por acomodar esos estúpidos papeles estaba perdido. Se volteó y vio que Hector se frotaba los ojos con los dedos de una mano. 

—¿Qué fue lo que hizo? Todo el arduo trabajo está esparcido por el lugar. —Dijo haciendo referencia a los papeles tirados no sólo en el escritorio, sino también en parte del piso. 

—Dije, traje formal. —Respondió Hector haciendo caso omiso a la queja de Scarlet. La vio de pies a cabeza  y movió su cabeza negando. —¿Qué traes puesto? Eso no es apto para una oficina. —Dijo y caminó rodeando la y tomando asiento detrás del escritorio. 

Scarlet se vio a sí misma y unas ganas enormes de lanzarse sobre el hombre surgieron como llama ardiente en ella. Pero se controló  al ver que parecía no estar en sus cinco sentidos. 

El Peso De Su Traición. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora