Capítulo 6

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Scarlet se levantó como siempre a las seis de la mañana. Le gustaría decir que era por que la alarma de su celular la había despertado, pero no. Era la alarma interna que tenía en ella. Algo que nunca podría explicar como sucedía, pero lo hacía. Algo que la levantaba aunque estuviera exhausta. Y aunque lo único que quisiese fuera dejarse caer sobre ese sucio colchón y dejarse llevar por el sueño, no podía. Era imposible que ella se dejara llevar por el sueño. Siempre se levantaba pasara lo que pasara. Además de que muchas de las  veces que se levantó, fue por las sirenas de alguna patrulla que casi podía decir que estaban en la puerta del edificio, por el sonido tan fuerte que se oía. Pero como todos los días desde hace siete años, no se quejaba. Estaba ahí por su cuenta y nadie la usaría a su costa. Era ella y solo ella quien decidía acerca de su vida. Nadie mas.

Se quitó las sábanas que apenas la cubrían y se encaminó a la ducha. Que  aunque fuera fría lo agradecía, no sólo porque la hacía despertar por completo, sino por que antes no podía siquiera pensar en bañarse. Por lo menos no tranquila. Así que darse al menos esa ducha fría era todo lo que había querido y necesitado. Salió de la ducha y los dientes empezaron a casteñearle. El frío en la mañana, más la humedad que había en la habitación eran desalentadores. Cada día tenía el mismo problema y cada día volvía a recordarse el porque de estar ahí. El porque agradecía estar ahí, así que toda disconformidad se iba en un parpadeo. Se quitó la bolsa del pelo y agradeció al menos tener el pelo limpio y seco, aunque tendría que mojarlo aun que sea un poco para que no se alborotara. Se vistió con el conjunto limpio que tocaba ese día y tomó las últimas galletas y la botella de yogur que tenía todas las mañanas como desayuno. Terminó de comer y guardó la botella del poco yogur que le quedaba como desayuno. Tomó el intento de mochila que había tenido desde que tenía memoria y salió tomando las llaves de su habitación.

Mientras caminaba por las calles a paso rápido, uno de los tirantes de la mochila saltó casi pegándole en la cara. Scarlet volteo y vio con horror que el tirante se había roto y ahora colgaba de la mochila que de por sí, ya se veía bastante viejo. Maldijo su suerte y agarró el tirante y lo llevó en mano el resto del camino hacia el restaurante. En cuanto llegó se quitó la mochila y vio si esta tenía reparo. Ya había reparado varias veces las cierres de este, pero nunca uno de los tirantes. Y gracias a dios parecía que había reparo. Solo debía coser un poco y estaría como nuevo, aunque eso sonara como un eufemismo. Ya que la mochila era tan vieja que incluso se sorprendía que aún le fuera útil. Dejó la mochila en el casillero y se cambió. Su día en el trabajo empezaba limpiando el lugar. Barriendo, lavando y limpiando las mesas del restaurante. Acomodando las sillas y revisando que los platos y cubiertos estuvieran completamente limpios. El puesto de mesera no incluía que hiciera todo eso, pero lo había tomado con el ofrecimiento de un poco más de dinero. El cual le venía más que bien, por lo que hacía su trabajo con mucho más empeño.

Las horas parecían pasar con mucha más velocidad cuando ella estaba ocupada. Parecía que en un parpadeo ya era la hora de abrir y las compañeras que no quería ya estaban ahí. Cotilleando del evento de moda o de alguna otra cosa que ella no entendía ni pretendía entender. Ella simplemente se enfocaba en el trabajo y en retener su actitud de mierda que estaba bien enterrado dentro de su ser. Terminó todo antes de la hora y se dirigió a los casilleros. Sacó el uniforme de mesera y se acomodó lo mejor que pudo el cabello. Siempre lo tenía sujeto en una cola o en un moño para que no estorbara en sus labores. Pero este tenía el mal hábito de alborotarse en cuanto estaba un poco seco. Tenía el pelo rizado, no era un rizado del tipo afro, pero era lo demasiado para hacerlo ver un poco desordenado y hasta sucio en cuanto se secaba. Por eso y mas siempre lo tenia en una cola o en un moño para que ni un mechón se le escapara. Vio su reflejo y ya conforme salió y se dispuso a trabajar.

Un día más en el trabajo que no quería, pero que la ayudaba a salir adelante.

~*~

Hector casi no podía dormir. Había pasado casi todas las noches después de la conversación con su familia en vela. La conversación y ver a sus padres cara a cara habían despertado algo que creía olvidado, o al menos lo estaba para él. Ver a su madre desmoronando se, era una de las razones por las cuales había fingido su muerte en un principio. Y en ese momento lo único que realmente lamentaba era no haber estado ahí para consolarla. Pero lo echo no se podía deshacer, así que no podía hacer nada más que sentir remordimiento. Por lo cual se había pasado trabajando casi todas las noches en su nuevo proyecto. Y ahora se sentía cansado de estar en la nueva jaula que tenía por habitación. Así que salió con la computadora portátil en una mano y la otra frotándose la sien de la cabeza.

El Peso De Su Traición. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora