Capítulo 17

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No se veía nada bien. No. Eso no describe para nada lo que sus ojos estaban viendo. El lugar en el que estaba viviendo Scarlet, era peor que horrible.

Las calles se veían inseguras. El olor y la basura acumulada en cada rincón disponible hacía que el lugar se viera más como un vertedero de basura, que como una calle principal. Y lo peor era eso. Que ese lugar era la calle principal. Hector no quería imaginar lo que vería en los callejones que formaban la mayor parte de los alrededores de esa calle supuestamente principal.

-Puede dejarme aquí. No hay necesidad de que tome más de su tiempo. -dijo Scarlet sacando a Hector de sus pensamientos. Haciendo que este volteara el rostro para verla directo a los ojos.

-¿Estás hablando en serio? -Hector no podía creer lo que estaba escuchando. Al parecer la mujer que estaba sentada a su lado, tenía un nivel de supervivencia muy bajo o muy alto si no le había pasado nada peor que el asalto del día anterior. Estaba claro que el lugar era una zona roja de la ciudad y ella quería salir ahí sola, sin ninguna protección. Tal vez había estado viviendo en el lugar y ya conocía de alguna manera los alrededores y los peligros a los que se exponía, pero eso no hacía que Hector se sintiera mejor al respecto. Y por lo cual no podía con la idea de dejarla salir del auto, debido al peligro que era ese lugar. -Por nada de este puto mundo voy a dejarte salir del auto. Ahora dime donde vives y no me hagas repetir si no quieres que vuelva a amenazar con investigarte, ya que al parecer es lo único que puedo utilizar para que hagas lo que pido. -Scarlet desvío la mirada más molesta que nunca. Estaba claro que Hector no iba a dejar pasar nada y ella no tenía más salida que darle lo que él quería.

Pensar que casi la obligó a subir a su auto y le sacó su dirección, era aterrador.

Al parecer lo que dijo era cierto y el idiota neandertal estaba haciendo suyo su asunto.

Scarlet le dio las indicaciones para llegar a su agujero en el suelo y esperó a que con eso la dejara en paz. Tal vez si veía de donde provenía, simplemente daría un paso al costado y la dejaría seguir en su miseria.

-¿Estás segura que es aquí? -preguntó Hector viendo el pequeño edificio de tres plantas. Esperaba que el interior se viera mejor que el exterior o iba a maldecir como nunca lo había hecho.

Scarlet quería poner los ojos en blanco al ver su reacción. Obviamente él nunca había visto algo como eso y aunque fuera extraño para él, era algo normal para una gran mayoría de la población mundial. La cual vivía al día en trabajos mediocres, de una jornada laboral larga y que encima pagaban una miseria. Pero obviamente él era de otro tipo de persona, la cual tal vez en su vida conoció lo que era dormir con el estómago vacío.

Algo molesta por su reacción salió del auto sin esperar a que él dijera más. Caminó hacia la entrada del edificio y entró a este sin ver o esperar a que él la siguiera. Al fin y al cabo estaba segura que él lo único que quería es ver de donde provenía. O al menos a qué tipo de persona tenía trabajando para él.

-¿Qué mierda de olor es ese? -Scarlet por poco y pega un grito al escuchar la voz de Hector pegado a su espalda. Para ser tan grande casi no hacía ruido y siempre le sorprendía lo sigiloso que era.

-¡Me asustó! -Gritó Scarlet volteando se para verlo. Pero Hector aún caminaba tras ella, así que Scarlet se topó con el pecho duro de Hector, casi cayendo por el impacto. Pero los reflejos de Hector fueron más rápidos y la sostuvo antes de que llegara a tocar el piso. La atrajo contra su pecho y pensó si dejarla ir estaría bien. Era un caos completo y al parecer propensa a lastimarse en cada oportunidad que tenía. -Gracias... y-ya puede soltarme. -Dijo Scarlet sintiendo como sus mejillas empezaban a sentirse más calientes y su cuerpo tembloroso y sudoroso a la vez. Hector la vio con más intensidad al ver el sonrojo que cubría sus mejillas y sus manos se negaban a soltar su pequeño cuerpo, que incluso la pegaban más a él. Su mente se cubría de una niebla espesa cuando se trataba de ella. No pensaba ni intentaba razonar cuando la tenía así de cerca. Y estaba claro que tanto su cuerpo, como su mente estaban divididos o no se sincronizaban, por la forma en la que reaccionaba al tenerla así de cerca.

El Peso De Su Traición. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora