Capítulo 34

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HOLA

Lamento publicar este capítulo tan tarde. Se que debí hacerlo la semana pasada, pero no me llegaba la inspiración y aun no lo hace. Tengo un capítulo más escrito, pero la verdad NO ME GUSTA.

😥😥😥😥😥

La verdad siento que le falta algo ya que es una parte importante de la historia y no quiero editarlo cuando no me siento inspirada. Así que si mi inspiración se digna a regresar, voy a publicar el siguiente capítulo entre mañana y el miércoles.
(Eso espero)

Así que espero lo esperen.

Jajaja.

Cuídense y nos leemos en el siguiente capítulo.

Bye.

😵😵😵😵😵


Los días pasaban y Scarlet ya estaba más que harta. El constante control y vigilancia eran ya demasiados y lo peor era no saber el porqué. 

¿Por qué Hector estaba actuando así? Desde el día en que se fueron de la casa del lago, no pasaba ni un solo segundo fuera de su vista, que hasta prácticamente la obligó a dormir en la misma cama. Lo cual no ayudaba en su caso de intento de huida. 

Además de que su estropeado corazón o lo que se supone tendría en esa parte de su cuerpo, latía desbocado cada vez que había un roce de su piel con la de Hector, hasta casi tener un paro cardíaco. 

Al parecer su traicionero cuerpo no dudaba en recordarle todas las sensaciones que el toque de Hector le produjo cuando se entregó a él. Aunque el muy idiota no había hecho más que empañar de suciedad su entrega con sus palabras. Por lo que no iba a ceder ante ese estúpido deseo, menos cuando podía ver el deseo en los ojos de Hector, lo cual no la ayudaba para nada. 

No era tonta y ya había visto con desagrado la forma lujuriosa en la que la habían visto hombres en el pasado. Aunque con Hector no podía decir que veía su mirada llena de deseo con desagrado, era como que el simple hecho de ver esa mirada deseosa y recordar su toque hacía que cerrara las piernas con una fuerza descomunal, intentando retomar el control de sí misma y salir de esa bruma de deseo que no dejaba de crecer. 

Negándose por completo a verlo a la cara, por el temor de que viera sus sonrosadas mejillas. Aunque al estar prácticamente todo el día con él era algo difícil de hacer. 

Los días transcurrían con normalidad. 

Trabajaba al igual que antes pero siempre con Hector pegado a ella de alguna manera. Y aunque podía con la constante presencia del hombre pegado a su lado, muchas veces no podía con las miradas de los demás empleados o de las personas que visitaban la editorial. Aunque lo peor eran las habladurías y rumores que circulaban por todos los rincones del enorme edificio. 

Si tan solo Hector soltara su mano cuando entraban a la empresa todo sería menos llamativo. Pero no. Desde que hizo esa declaración de huida, Hector no había hecho más que sujetar su mano cada vez que tenían que salir. Lo cual pasaba todos los días desde hace casi tres semanas. Por lo que ya empezaba a sentirse ansiosa y cansada al mismo tiempo. Ansiosa por el retumbar de su pecho a todo toque y cansada de no poder hacer nada al respecto. 

Resopló cansada y recogió los papeles que tenía en su pequeño escritorio. 

Hector había salido hace más de una hora, dejándole una torre de papeles por revisar y aunque eso ya no le suponía ningún problema, sí había uno grande, en cuanto escuchaba la puerta siendo cerrada con llave. Además de que no sabía cuánto tiempo iba a tardar y Scarlet tenía unas ganas desesperadas de ir al baño. Y no podía por la estúpida cerradura en la puerta. 

El Peso De Su Traición. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora