Capítulo 11

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Scarlet estaba a punto de perder la razón. 

¿Quien se creía? 

¿Quién era él para gritarle, para después darle órdenes? 

Eso no estaba pasando. El no podía hacer eso, no con ella. Y su temperamento estaba empezando a salir y a mostrar lo mejor de Scarlet. Bueno, depende de cómo lo vieran los demás. 

—Entendido. —Repitió Hector sin ver lo que sus palabras ocasionaron  en Scarlet. La cual estaba a punto de soltar a la bestia. Pero unos golpes en la puerta llamaron la atención de ambos. Y sin esperarlo Edward entró a la oficina de Hector, como si fuera la suya. 

—Veo que está mejor de lo que estaba ayer. —Dijo Edward entrando por completo a la oficina, con ambas manos en los bolsillos, como si fuera el dueño de todo ahí. Viendo todo a detalle, para después voltear y ver a Hector que a su percepción, estaba a punto de ser atacado por una mujer pequeña de pelo castaño rizado. 

—No te oí tocar la puerta. —Dijo Hector dirigiéndose a su hermano, pero con la mirada puesta en la mujer que tampoco desviaba la vista de él. 

Edward no respondió al ver el intercambio de miradas que tenía su hermano con la mujer pequeña. 

—¿Edward? —La voz de Anguelique hizo que desviara la vista y la llevara a la puerta, por donde entraba su mujer con su hijo. 

—Ven cariño. —Dijo Edward extendiendo la mano, para que Anguelique la tomara y entrara a la oficina con más confianza, junto a su hijo Alejandro. 

Alejandro al ver a su tío Hector, soltó la mano de su madre y se acercó parándose en medio de Hector y Scarlet, sacándolos por fin de la burbuja en la que habían estado llevando a cabo una batalla. 

—Quita esa cara delante de mi hijo. —Dijo Edward al ver que la expresión en el rostro de Hector no cambiaba. 

—Lo siento, no queríamos interrumpir. —Dijo Anguelique al ver que el ambiente estaba algo tenso.

—No te disculpes cariño. Es solo este psicópata que está haciendo de las suyas nuevamente. —Edward veía la escena con curiosidad mientras acercaba a su esposa a él. 

Hector no podía seguir con la guerra de miradas, mientras su hermano y su cuñada  estaban ahí viéndolos. levantó a Alejandro en sus brazos y se alejó a regañadientes de Scarlet. Quería gritar y maldecir al ver que en ese día había desviado la vista el primero dos veces. Y encima lo había hecho con esa mujer. A la que por cierto su hermano estaba viendo a detalle. Como si quisiera ver a través de ella, buscando algo que ni él mismo podía encontrar. Y por alguna razón esa acción empezaba a molestar a Hector. No quería que él la viera, no como lo estaba haciendo. Se interpuso en su línea de visión acercándose a la pareja y entregando a Alejandro en los brazos de su hermano. 

—Largo. Tengo asuntos que arreglar. —Soltó Hector con fastidio, se dio vuelta terminando la conversación y yendo a cerrar la ventana en la que había estado colgada Scarlet. 

Scarlet estaba segura que su vida corría peligro si se quedaba a solas con el idiota neandertal. Así que lo mejor era salir de ahí en ese momento. 

—Yo… —Scarlet quería irse e iba a tomar la oportunidad que esas personas le dieron. Pero en cuanto dijo una palabra, Hector la interrumpió. 

—Tu te quedas. —Dijo y volvió a verla como lo había estado haciendo antes de que las tres personas los interrumpieran. 

Edward pudo percibir lo que estaba pasando y no iba a preguntar en ese momento. No sólo porque Hector parecía más molesto que nunca, sino que su esposa e hijo estaban ahí. Por lo que si iba a tener una discusión acalorada con su hermano prefería no hacerlo delante de nadie. 

El Peso De Su Traición. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora