Capítulo 22

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Llegaron a la empresa y en cuanto Hector estacionó el auto, Scarlet salió de este sin esperar a que Hector dijera algo. No quería estar junto a él, era sofocante estar a su lado y más aún si era en ese espacio tan pequeño, en el cual podía sentir su perfume con toda claridad. No lo esperó y caminó hacia los ascensores que la llevarían a la oficina de Hector, pero antes de poder llegar, una mujer, delgada, del pelo tan rubio que jamás vio y encima tan alta que tenía que levantar la cabeza para verla a la cara, estaba frente a ella. Sus ojos, los cuales la escudriñaban eran de un celeste claro con un toque de verde casi al centro de las iris. Su piel era de un tono bronceado ligero que parecía no ser real. O ser un maniquí que pusieron frente a ella. Aunque obviamente no lo era.Todo en ella gritaba perfección. De no ser por la mirada que tenía en sus ojos mientras la miraba, sería perfecta.

Veía a Scarlet como si fuera estiércol pegado en su zapato. Como si su sola presencia contaminara el aire e hiciera un poco más inhabitable la tierra. 

Scarlet quería mostrarle el dedo del medio y seguir caminando hacia el ascensor. Pero ver esa mirada dirigida hacia ella y lo que la hacía sentir no era nada agradable. Aún más con lo alta que era. La veía hacia abajo con la mirada llena de asco y repulsión. Como si tuvieran los motivos suficientes para hacerlo. Scarlet levantó la mirada y la vio con una ceja elevada. Si la rubia quería problemas, no sabía con quién se estaba metiendo. 

—¿Isabel?—La voz de Hector tras Scarlet hizo que ambas mujeres desviaran la vista. 

Scarlet maldijo bajo sabiendo que su plan de escape se había ido al carajo. Pero había algo más que la molestó. 

¿Isabel?

¿Acaso Hector conocía a la rubia? 

Y la sonrisa de la rubia respondió su pregunta. En cuanto vio tras Scarlet, una sonrisa angelical adornó su rostro. Como si ver a Hector fuera como ver a un mismísimo ángel. 

Scarlet puso una cara de asco y desvió la vista de ambas personas. 

—Hector. Que gusto verte. —Su voz. La voz de la rubia era tan dulce y tierna, que casi odió el azúcar por lo dulce que se oía.  —Pensé que tendría que esperar años para que decidieras mostrar tú cara por la empresa. Me alegra saber que no pasa como en… 

—Scarlet. Sube a mi oficina y espérame ahí. —Hector se acercó a uno de los ascensores y lo llamó para Scarlet, sin siquiera prestarle atención a las palabras de Isabel. Después se dirigió al otro e hizo lo mismo. —Voy a presentarte con el equipo. Después podemos empezar con el nuevo proyecto. —dijo Hector dirigiéndose ahora a la rubia e ignorando a Scarlet. La rubia le sonrió a medias, molesta por la interrupción de antes. 

Scarlet no podía describir lo que estaba  sucediendo con ella. Apretó los puños con disgusto y cuando las puertas del ascensor se abrieron, no hizo nada para entrar. 

¿Estaba enviando la sola? 

Después de haber dicho que no despegaría su vista de ella.

Hector no había despegado la vista de Scarlet desde que salió del auto, hasta que vio a Isabel. Y si quería tener su vista en la mujer que parecía querer salir huyendo, tenía que presentar a Isabel lo más pronto posible a  todo el mundo y volver con Scarlet. Pero se quedaría más tranquilo si ella estuviera en su oficina así que llamó al ascensor para Scarlet, pero ella no se movía. El ascensor abrió sus puertas y Scarlet no entró, así que la vio frunciendo el ceño. 

—¿Qué pasa? —preguntó viendo que apretaba los puños mientras lo veía. Después dirigió su vista hacia la mujer que estaba a su lado y su mirada se volvió más amenazante. Hector incluso pensó que saltaría hacia Isabel y la golpearía. Pero antes que interviniera, Scarlet dejó de ver a Isabel y volvió a verlo a él. La forma en la que lo veía hizo que algo en su pecho se moviera y Hector quería hacer algo para que su mirada hacia el, no causara ese efecto en su ser. 

El Peso De Su Traición. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora