Capítulo 35

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Hola.

Se que dije que iba a publicar este capítulo a media semana, pero me dio una migraña horrible que casi me encerré en una cueva por escapar de toda luz.
Así que fue hasta ahora que pude editar este capítulo.

Espero les guste ya que creo que es una parte importante de la historia.

Ya tengo en mi cabeza lo que le seguirá a este capítulo y créanme que no es tan bueno para Scarlet.
Pero tengo la esperanza de que todo vaya bien.

Nos leemos en el siguiente capítulo.

Bye.

😵😵😵😵😵

Hector era completa y enteramente un tirano. Y aunque Scarlet eso ya lo sabía, con sus acciones le recalcaba una vez más, que podía ser mucho peor. Pero… llevarla por todas esas tiendas a través de la ciudad, para hacerla ver como él quería, era por mucho la peor tiranía que estaba cometiendo contra ella.

Cuando le dijo que saldrían no se imaginó recorrer toda la ciudad probándose vestidos y zapatos que ella no quería. 

Lo peor de todo es que el muy idiota tenía una cara de poker mientras le ordenaba que hacer y a donde ir. Y aunque estaba furiosa y quería pelear, discutir y gritarle que él no era su dueño y no le mandaba. 

No lo hizo. 

Porque así como tenía esa cara de poker,  tenía la mirada perdida y apretaba los puños mientras maldecía en silencio. Y aunque ella quería gritar y negarse a todo ese trato, no estaba segura que hablar con él en ese estado fuera muy productivo, así que se cayó mientras llegaban al que al parecer era su último destino. Por lo que mientras la arreglaban, estaba aguantando las ganas de golpear al idiota, por ser eso, un idiota. Y tal vez salir corriendo. Aunque tendría que irse solo con ese estúpido vestido que hacía que la piel se le pusiera de gallina por lo descubierta que se sentía. Además de que empezaba a hacer frío y ella había perdido su resistencia a éste, después de dormir en una cama que parece una nube suave y cálida. 

—¡Estás lista! —la voz de la mujer que había estado arreglando la, la sacó de sus pensamientos. —Dios… Este es mi mejor trabajo. —dijo la mujer en una voz chillona, casi brincando después de haber estado casi una hora arreglando su cabello y maquillaje, mientras Scarlet planeaba la desaparición de Hector en silencio.  —Bien, vamos a que tu hombre te vea. —La mujer parecía tan emocionada, que Scarlet casi sintió pena por ella. 

¿Su hombre? 

Scarlet quería reír ante el pensamiento de que Hector fuera su hombre. Él era todo… menos eso. De eso estaba segura. 

Y aunque ese pensamiento causaba que un agujero del tamaño de un edificio creciera en ella, Scarlet no podía entregarse a ese sentimiento. No cuando estaba indecisa entre correr o cometer suicidio. 

—Vamos, vamos. —La mujer la alentó a levantarse y Scarlet de mala gana lo hizo, aunque casi cayó al pisar el vestido con el tacón del zapato que Hector le había comprado. —Se va a quedar con la boca abierta, ya verás. —La mujer parecía ser la más entusiasmada con todo eso y Scarlet no sabía si había entusiasmo en ella o unas ganas enormes de vomitar. 

Y en cuanto vio a Hector en la sala de espera, automáticamente su cuerpo entero se enderezó. Como si solo al verlo el nerviosismo que no había tenido hace un segundo la golpeara como un huracán destruyendo toda muralla que había puesto para defenderse. Y se vio a sí misma apretando ambas manos e intentando calmar su agitado corazón. 

El Peso De Su Traición. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora