Capítulo 1

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Héctor había escapado por mucho tiempo y ya empezaba a cansarse de hacerlo. Los días después de haber fingido su muerte, fueron los peores. Se encerró en si mismo. No veía a nadie y tampoco quería hacerlo. Su doctor que en ese momento era la única persona que sabía de su muerte fingida, se había marchado al recibir una llamada y eso había sido hace más de tres años. No sabía cuál era el motivo de la llamada y tampoco intentó averiguarlo. Aunque podía hacerse una idea de lo que había pasado, ya que después se enteró por el mismo doctor que su hermano había sufrido un ataque y aunque no le dio muchos detalles, lo que si le había dicho era que fue a causa de una mujer. Sus puños se apretaron con ira. Una mujer volvía a causarle problemas a su familia. A una de las personas que amaba. A su hermano.

No lo permitiría. Volvería y lo haría solo para deshacerse de esa mujer. Para que sufriera y lamentara el día en el que se involucró en la vida de Edward Alden.

Con ese propósito en la mente por más de tres años, al fin había logrado hacerse cargo de todo para poder volver a vivir su antigua vida. Viajó de un continente al otro, con el único y simple propósito de acabar con la vida de Anguelique Lourren. Y lo haría, no había duda de ello.

Al salir del aeropuerto tomó un taxi y le dio al chófer la dirección de su hermano. Por la información que había recibido de su informante supo que no había cambiado de domicilio. Así que no iba a perder tiempo, las cosas salían mejor si las hacías en el momento y era precisamente lo que Hector iba a hacer. Llegó a su destino y miro la entrada evocando recuerdos de su pasado. Había estado tantas veces en esa casa que podía decir que prácticamente vivía ahí. A Edward no le había importado y el estaba gustoso de pasar el tiempo con su hermano. Pero en ese momento ver esa puerta no era más que una razón más de su estupidez. Había sido un puto sentimental y aunque eso no le importaba con su familia. Había sido de igual forma con la gente equivocada. Y lo supo en el momento en que se había obligado a fingir su muerte.

Se acercó a al puerta y pensó en tocar el timbre pero vio por el rabillo del ojo que el garaje estaba ligeramente abierto. Pensó que no era tan malo entrar a la casa ya que esta era de su hermano. Así que lo hizo. Vio dentro y un hombre vestido de negro abría la puerta trasera de un auto así que supuso por eso había estado abierto el garaje. Su mente trabajó a mil por hora al ver que una mujer pequeña salía del asiento trasero del auto con un niño en brazos. Era la mujer que buscaba, estaba seguro. Una sonrisa cálida se posó en el rostro de la mujer y Hector quiso borrarla de inmediato.

El guardia se alejo de la mujer y Héctor vio su oportunidad de acercarse. Lo hizo en silencio y cuando estaba a un solo paso de la mujer la tomó del brazo haciéndola girarse hacia el. La mujer que estaba frente a el era tan pequeña y frágil que podía acabarla en un segundo. Su mirada y la forma protectora en la que sostenía al niño entre sus brazos se le hacía agria. Si esa era la mujer que había ocasionado el ataque hacia su hermano no tardaría demasiado en que se pusiera de rodillas y rogara por salir de sus vidas.

-Señora. ¡Aléjese del hombre! -El hombre que abrió la puerta y supuso era el guardia de la mujer apuntaba un arma en dirección a Héctor. Sigilosamente empezaba acercarse mientras la mujer intentaba sin mucho éxito alejarse de Héctor. Aun así empezaba a retroceder haciendo caso a lo que el guardia le había dicho. Pero Héctor tenía otra idea. Apretó más fuerte el brazo de la mujer deteniendo por completo todos sus movimientos. -¡Suelte la o disparo! -Estaba determinado. El guardia estaba determinado a disparar si Héctor se movía o le ocasionaba daño de alguna manera a esa mujer. Pero Héctor no se inmutó. Atrajo a la mujer hasta tenerla cara a cara. Un temblor se hizo presente en el cuerpo de la mujer lo cual no hizo más que motivar a Héctor a seguir con su intimidacion.

-¿Que... Carajos. -Otra voz se hizo presente y Héctor alejó solo un poco su rostro del de la mujer, encontrándose con su hermano en la puerta de la casa. No podía creerlo, poco a poco levantó aun mas la cabeza hasta verlo completamente. Era Edward, el hermano que había dejado atrás hace casi seis años. Y ese distanciamiento se hizo más claro al ver la mirada petrificada de su hermano. El cual no se movió ni un milímetro al verlo.

El Peso De Su Traición. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora