Especial 3. Remus está confundido.

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—¿A ti te parece normal ver a Lunático tan desconcentrado? Parece que no quiere hablar con nosotros —un cuarteto de miradas asomó sus cabezas sobre la mesa escarlata del comedor para mirara la punta del lugar. Su fiel amigo se encontraba ensimismado en la túnica que colgaba sobre sus hombros.

Llevaba días siendo extraño. De pronto abandonaba la habitación, en ocasiones huía de las conversaciones recién comenzaban o se excusaba con tareas de prefectos, que, de ser honestos, empezaban a creer que eran mentiras. Pero ninguno de ellos se atrevía a preguntar qué sucede. Creían que se debía a su situación, algo complicado para hablar con naturalidad en cualquier salón de Hogwarts. Y cuando uno de los chicos intentaba preguntarle en la privacidad de su habitación, siempre decía "Estoy realmente cansado, hablamos mañana", para cuando el sol salía, encontraban su cama vacía.

Se acercaba la luna llena, y sin la atención de Remus, comenzaron a preocuparse de que los vaya a dejar fuera de su misión mensual. ¿Querría empezar a hacerlo solo? Ellos no lo dejarían. Lo tendrían que atar al tronco de un árbol si es necesario para que los dejara quedarse. Pues, abandonarlo no era opción.

Remus, aun perdido en la profundidad de sus pensamientos, sintió el peso de varias miradas. No hacía falta que girara la cabeza para cerciorarse que era su grupo de merodeadores que no lo perdían de vista ni un segundo. Quizá si hubiese tomado la capa de cornamenta ya estaría por el lago negro, debajo de un árbol arrojando rocas hacia el agua. La que llegase más lejos sería la ganadora. O quizá estaría cortando margaritas del invernadero de la maestra Sprout. El primer pétalo significaría que ella no lo quiere, el siguiente que sí, luego que no, así hasta que arrancara el ultimo. Como si eso fuera a decirle la verdad.

Aunque tal vez podría ir al bosque prohibido. Leyó que los centauros son mejores adivinos que los propios magos. Si no tuviera tanto miedo que uno de ellos lo ataque por su mitad lobo quizá lo haría. Tenia tantas opciones entre manos, pero ninguna de ella involucraba decir la verdad, o tan siquiera aceptarla. Quizá se quedaría para siempre en el quizás.

Algo enfadado de ser el centro de atención de aquellos amigos lejanos se levantó de su lugar. Corrió tan rápido fuera del comedor con la pura intención de que no lo alcanzaran. Tantas noches repasando el mapa del merodeador ayudaron a que se aprendiera cada uno de los túneles secretos del castillo. Tendría un par de minutos a solas, al menos hasta que uno de su grupo tenga la brillante idea de buscar su nombre en el mapa. Aunque aun podía huir a Hogsmeade, por un par de días nadie lo encontraría. Pero perder clases no era una opción, no cuando empezaba a perder la atención de los temas. Temía fallar un examen.

Con el oído pegado a la puerta, escuchó como la ronda de pasos se alejaba de su efectivo escondite. No tenían ninguna intención de regresar por ese pasillo, por lo que salió del túnel acomodando su corbata. Tampoco es que quisiera levantar sospechas de quienes cruzaban con tranquilidad.

Si no fuera porque alguien ya se encontraba esperándolo. La persona que menos esperaba ver. Realmente no necesitaba que alguien más se sumara al grupo de gente preocupada por él.

—Lily, ¿A qué debo tu presencia? —la pelirroja alzó una ceja con desconcierto. De entre Potter y sus amigos, siempre creyó que Remus era el más transparente. El más sencillo y blanco de todos ellos. "Es como mirar un vaso de cristal, no esconde nada, y a veces te puedes reflejar en él". Ahora lo desconocía tanto, que pensaba se trataba de alguien más con una gran reserva de poción multijugos.

—Tú y yo, creo que tenemos que hablar —antes de que dijera que no, antes de que emprendiera otra cobarde huida, Lily ya lo tenía bien sujeto del brazo y lo llevaba casi a rastras hasta la torre de astronomía.

Pareciera que se trataba del lugar favorito para todos los que tienen el corazón roto, la cabeza revuelta de ideas o insomnio. Justo ahora, Remus bien podría tener las tres. No, no podría. Era un hecho que llevaba días sin dormir con tranquilidad. El corazón comenzaba a detenerse cada dos por tres. Y la cabeza era como si se pausara en los momentos menos oportunos.

James, amo a tu hermana. •Sirius Black•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora