23. ...

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Llegaron al ministerio tan rápido como pudieron, Severus les había avisado de que Harry tenía ciertas visiones, y aunque algunas fueran ciertas, temía que esta no lo fuera.

Aura y Sirius siempre se transportaban tomados de la mano, y esta no fue la excepción, al aparecer con los chicos y los mortifagos, ambos se soltaron. Sirius yendo con Lucius y Aura yendo con Greyback; quien sostenía a una joven de tez muy blanca y cabello rubio. Aura levantó su varita, y con suma precisión apunto hacia el hombre lobo.

-Desmaius- el hechizo fue interrumpido por el carroñero, quien al verse atacado soltó a la chica para defenderse al completo.

Los hechizos iban y venían, Aura esquivó todos y cada uno de ellos a la perfección. Trazó un dibujo en el aire con su varita y Greyback salió disparado chocando con la pared de piedra a sus espaldas. Aura se giró alegre, buscando con la mirada a Sirius, lista para compartir su emoción. Pero su vista se nubló.

Vio como Bellatrix conjuraba un maleficio a su amado. Quiso correr para detenerlo, pero había sido demasiado tarde. Sirius había caído por el velo de los muertos. Un último destello salió de sus ojos al encontrarse con los de ella.

Aura cayó de rodillas, le temblaba todo el cuerpo, pero le dolía más el corazón. Su espalda comenzó a arder, pues sentía como cada pedazo de mundo caía sobre ella. No emitía ningún sonido, y tampoco los escuchaba. Toda ella estaba bloqueada, sus manos no respondían, lo único con movimiento era su pecho, agitado se movía hacia arriba y hacia abajo, con respiraciones largas y pesadas.

Sus ojos lagrimeaban sin control, una tras otra caían y desaparecían en su cuello. Pero ningún sollozo salió de su garganta. Para ella, todo era silencio.

Deseaba con todas sus fuerzas que aquello hubiera sido una alucinación, que alguien hubiera entrado a su cabeza y la hubiese obligado a presenciar esa horrible escena. Pero el punzante dolor en su cabeza la obligaba a regresar a la realidad, a obligarla a tener sus sentidos alerta. Pero sus ganas de despertar eran más grandes que su consciencia lógica.

Apoyó sus manos sobre sus piernas, dejó caer la varita, sin importarle a donde fuera a parar o si alguien desprevenido la fuera a atacar. No le importaba, sólo quería llorar. De hecho agradecería que alguien sin piedad y con rapidez le lanzara un Avada Kedavra. A este punto, un Crucio dolería menos.

Con el alma en pedazos y el corazón sin latir. Se reincorporó, comenzó a caminar hacia el velo de la muerte. Remus, estaba justo al lado de este. Lo vio, parecía estarle diciendo algo, pero ella seguía sin escuchar.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca del velo como para atravesarlo, Remus la tomó de los hombros, y con preocupación comenzó a agitarla, esperando que entre en consciencia.

-Remus, por favor- Aura apenas susurraba, sus palabras salían pero no tenían fuerza, eran tan débiles que con esfuerzo llegaban a los oídos de Remus.

-Sé que duele, pero debes mantenerte serena. Él quisiera verte bien- Aura negó repetidas veces con la cabeza, esta vez, dejando salir incontables sollozos. Su pecho seguía doliendo pero esta vez era por la falta de aire en él.

-Déjame ir Remus, déjame ir con él- Remus aun la tenía agarrada por los hombros, impidiendo que hiciera una tontería cegada por el dolor –Te lo suplico, déjame morir-

A él se le partía el alma, sentía el dolor de la pérdida de su amigo, pero la daga en el pecho se encajaba cada vez más al ver a Aura sufrir de esa manera. Ella siempre le había representado valentía y perseverancia. Pero verla tan indefensa, tan rota y sin esperanza, le hizo dudar hasta de vivir.

-¿Cómo seguiré aquí? Mi corazón se ha ido con él, no lo siento latir- Remus sintió sus ojos humedecerse. No dejaría morir a alguien más, no esta noche. Y menos si se trataba de ella. En vida, le había prometido a Sirius que pasara lo que pasara, cuidaría de ella. Y estaba dispuesto a cumplir esa promesa hasta el final.

La abrazó, la abrazó tan fuerte que Aura empezó a llorar con más sentimiento, su garganta dolía de tanto esfuerzo por haber intentado callarla. Sus piernas estaban a nada de volver a dejarla caer, y sus manos se anidaron a la altura de su corazón, haciendo un esfuerzo por sentirlo latir.

[...]

-¿Por qué me dejaste?- ella se encontraba sentada en un baúl viejo, hacía tiempo que no salía de la habitación de Sirius. Las vacaciones estaban cerca de terminar y ella apenas había compartido palabra con Harry.

Le hablaba a un espejo, uno que Sirius pasó contemplando durante mucho tiempo, a la espera de que le mostrara el reflejo de su conector.

Tenía la esperanza de encontrarlo ahí, como si el objeto le pudiera mostrar a su mitad faltante.

-No me queda nadie más, tú eras mi única razón para vivir- sus palabras eran una punzada directa al corazón. Se aisló en su propio remordimiento, pues creía una y otra vez que la muerte de Sirius había sido su culpa.

Repetía constantemente Si hubiera hecho esto, él seguiría con vida. Pero para su mala suerte, el hubiera no existe.

En la habitación continua, Harry se encontraba empacando sus últimas pertenencias para ir a Hogwarts. Cuando un reflejo le hizo entrecerrar los ojos, en el fondo de su baúl se encontraba un pedazo de espejo. Recordó quien se lo había obsequiado y como con tanta rabia lo rompió al darse cuenta de que pudo haberlo usado y ahorrarse una pérdida tan dolorosa.

Vio el reflejo de Aura, de su tía. En toda la semana que llevaba ahí, no la vio ni una sola vez, le preocupó el que muy probablemente no estuviera comiendo como debía ser. Al principio respetó su privacidad, pero era hora de enfrentarlo.

Fue hasta la antigua habitación de su padrino, forzó la cerradura y lo primero que vio fue a su madrina de espaldas hacia él, sostenía un espejo con fuerzas y sus sollozos se oían en toda la habitación.

-Aun me tienes a mí-.

[...]

-Aura, inténtalo una vez más- se encontraban en Grimmauld Place, con ayuda de Kreacher movieron los muebles de la sala principal. Estaban practicando.

-Es inútil Remus, no puedo hacerlo- después de lo sucedido en el ministerio. Aura se apartó de todos, quedó encerrada en la habitación de Sirius por un par de semanas, todos se preocuparon al pensar que había cometido una locura para encontrarse con él en otra vida. Pero bastaba con acercar tu oído a la puerta para escucharla sollozar.

No permitió que la intentaran consolar, tenía que salir de esta batalla por su propia cuenta, aun si tomaba meses recuperarse. Cuando pudo salir de la habitación, Harry la estaba esperando. Tardaron segundos en reaccionar pero se abrazaron, disipando el dolor que vivía en su corazón.

Todos intentaron hacerla sentir mejor. Y lo lograron, con el tiempo aprendió nuevamente a sonreír. Pero no lo sentía realmente, había quedado con un hoyo en el alma. Y ahora más que nunca lo notaban.

-Busca algún recuerdo, lo suficientemente feliz para hacerlo venir.

-Mis recuerdos más felices se fueron con él, es un caso perdido Remus, no puedo conjurar mi Patronus- un perro, toda la tarde habían estado intentando que un perro saliera de la varita de Aura.

Remus creyó, que si veía al animal, le daría lo que faltaba, una imagen de Sirius. Pero hasta eso se había esfumado.

James, amo a tu hermana. •Sirius Black•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora