10. Una partida de naipes.

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Sábado, el día más esperado por los alumnos de Hogwarts. Siendo invierno todavía, se podía sentir una brisa fresca, por lo que más de una persona llevaba bufanda, gorro y guantes. Hogsmade quedaba apenas a unos metros del colegio, por lo que ir y venir constaba de unos cuantos minutos. Y si ibas acompañado, el trayecto se hacía incluso más corto.

Tenían una gran variedad de posibilidades para visitar, y aunque hayan entrado al mismo lugar más de una vez, no dejaba de ser sorprendente. Mucho menos para el cuarteto más famoso de Hogwarts. Cada vez que podían, se surtían de artículos de Zonko's, y nunca olvidaban pasar a Honeydukes por un par de golosinas.

Las chicas, por su lado. Preferían ir al bosque, tranquilo y bello, justo lo que buscaban. Pero sobre todo, estaba lejos de los chicos, puesto que La casa de los gritos era lo único que ya no llamaba la atención a los amigos. La conocían perfectamente, cada mes la visitaban.

Pero en esta ocasión, ni los chicos ni las chicas gozaron de la presencia de Aura. Por razones desconocidas, decidió quedarse en el colegio. Extraño, pues ninguna persona de su edad solía quedarse, de hecho, buscaban cualquier pretexto para salir de dicho lugar.

Aura, tampoco estaba al tanto de que la hizo quedarse, quizás simplemente no se encontraba de humor, o quizás las palabras de Regulus seguían taladrándole la cabeza. Repitiendo una y otra vez "Hablas de él como si lo amaras", pero, ¿Por qué le estaba tomando tanta importancia? Ni ella conocía la respuesta.

Vagaba por las aulas vacías, intentando resolver un enigma del cual no quería conocer la solución. Simplemente porque no quería sentir, ya no.

-Srta. Potter, me pareció escuchar una mente confundida por los pasillos- Aura, con la piel de gallina, se dio media vuelta lentamente. Para encontrarse al director de la escuela frente a ella. Aquel hombre, que tanto admiraba.

Con algo de vergüenza, caminó pocos pasos para salir del aula que, entre semana era ocupada por el profesor Flitwick -Disculpe profesor, no quería importunarle.

-No lo haces- Albus, comenzó a caminar. Mientras Aura no sabía si aquello era una invitación a acompañarle o una simple despedida. Su respuesta llegó cuando Albus se percató de que la chica no iba detrás suyo, por lo que con voz pausada le dijo -Vamos Srta. Potter, me parece que tenemos algo de lo cual hablar.

La chica apresuró su caminar, para estar a la altura de su profesor -¿A dónde vamos?

-Sígueme Aura, no saldremos del castillo.

Aura no intentó averiguar nada más, pues le parecía que sería una causa perdida. Por lo que simplemente caminó a la par del mayor. Unos corredores más y llegaron a una sala que Aura conocía, pero que nunca había entrado. Era la oficina del director, lo supo por la gárgola dorada. Escuchó al profesor decir "Dulce de limón", aunque al principio no le quiso tomar importancia. No hasta que vio la gárgola girar y al profesor subir. Entonces lo siguió.

-Puede tomar asiento, si así lo desea- aunque Aura se encontraba ensimismada en los mil y un objetos de yacían en la oficina. Desde cuadros de antiguos directores hasta pequeños artilugios de los cuales no tenía conocimiento alguno.

Cuando Aura se giró, para buscar al profesor, lo encontró sentado frente a una mesa redonda, con una baraja de naipes sobre ésta. Algo confundida tomó asiento frente a él -Disculpe profesor, pero no entiendo.

-En los últimos meses, se ha corrido el rumor de que usted suele visitarme, una vez al mes para jugar una partida de naipes- Aura sabía de qué iban esos rumores, y quizás Albus también lo sabía. Pero era algo divertido de pensar.

-Me disculpo por eso profesor, en ningún momento quise que se viera involucrado en esa clase de rumores.

-He de decir, Aura. Que no me molesta en lo absoluto, pero no diré lo mismo acerca de lo decepcionante que fue que nunca me regalara una partida.

James, amo a tu hermana. •Sirius Black•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora