18. La orden del fénix.

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No estaba acostumbrada a esa clase de miradas. O es que nunca se había preocupado por ellas. Aura quiso retirar su mano, llevarla tras su espalda y caminar con rapidez desapareciendo de las furtivas miradas que no dejaban de seguirla. No las veía directamente, pero sentía el peso de una docena de ellas.

Sirius, a su lado, sintió su incomodidad. Por un instante creyó que huiría de él ante tal presión. Puesto que todas las chicas que alguna vez fueron conquista del chico, o que bien, querían serlo; estaban quemando con la mirada a Aura, no sería sorprendente que alguna de ellas se atreviera a blandir su varita y lanzar un hechizo aturdidor a la Potter.

Se pudo haber apiadado de ella, escabullirse por un pasillo secreto y pasar el resto de la tarde en la sala común, junto a la chimenea. Pero a Sirius le gustaba la adrenalina. Dejó de caminar, haciendo que Aura diese unos pasos de más y se viera detenida por el agarre de Sirius, quien, al recibir una mirada de confusión, dibujó una enorme sonrisa en su propio rostro.

Jaló el brazo de Aura, haciéndola quedar frente a él, su mano libre se posicionó en la cintura de la chica, mientras que sus manos entrelazadas fueron a parar a la espalda del chico dejando a Aura sin manera de salir.

-¿Qué crees que estás haciendo?- preguntó entre susurros.

-Demostrándoles cuanto te quiero- lo intentó, quiso parecer molesta y con semblante intimidante, pero sus palabras dieron directo a su corazón. Provocando una risa tierna y a la vez nerviosa.

Negó con la cabeza diciendo "Eres un caso perdido", Sirius no tuvo más remedio que estar de acuerdo. Aura cerró sus ojos, acercándose a los labios de su pareja, podría decirse que aquello se había convertido en su pasatiempo favorito. El de ambos, buscaban cualquier excusa para regalarse y robarse besos.

Sus manos lentamente se separaron, cada una buscando un destino diferente. La mano de Aura fue a tocar el cabello de Sirius. Y la mano de él, fue a parar a la mejilla de ella, acariciando su pómulo con extremo cuidado. Tenía miedo de romperla, de hacerle daño, por ello sus caricias eran tan suaves y delicadas. Ella merecía sólo lo mejor.

Sus labios se movían rítmicamente, al son de una canción que sólo ellos podían escuchar, era lento y romántico, casi como todos sus besos. El estómago de Aura no se acostumbraba a tal sentimiento, por lo que siempre tenía la sensación de mariposas volando dentro de él. Mientras que a Sirius aun le temblaban las rodillas ante majestuosa acción.

Los presentes rápidamente tomaron su propio camino, dándole privacidad a la pareja. Las miradas de odio fueron reemplazadas por anhelo.

Sirius y Aura no tenían intención de separarse. No hasta que un mechón de cabello de la chica decidió tomar parte de aquel beso. Aura, avergonzada, se separó con los ojos muy abiertos, mirando como Sirius tenía un mechón entre sus labios. Rápidamente lo sacó de ahí pidiendo una y mil veces perdón. Sirius, sólo se echó a reír.

[...]

-Esto no me huele nada bien- Remus iba delante de todos. Detrás de él Sirius y James iban susurrando cosas, demasiado sospechoso para Lily y Aura quienes iban detrás de ellos acompañadas por Peter.

-Lo siento, Remus. Me cayó mal la comida- dijo con vergüenza Peter, poniendo sus manos sobre su estómago. Lily y Aura con una expresión de asco fueron a donde Remus, para no ser impregnadas por el hedor del chico.

-Peter tranquilo, Remus no se refería a eso- James tomó al chico por los hombros intentando hacer que se olvidara del pequeño problema.

Y es que todos estaban confundidos. Habían recibido una carta sin remitente, y con un sello muy peculiar, pareciese ser una llama de fuego. Dentro de la carta, sólo tenía escrito;

James, amo a tu hermana. •Sirius Black•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora