Después de la boda de James y Lily, reinó un horrible vacío en la casa de los Black. Aquella joven pareja parecía que vivía junto con Aura y Sirius. Ahora que tenían su propio hogar, la casa les quedaba grande. La idea de invitar a Remus o Peter para quedarse a dormir endulzó sus oídos varias veces. Enseguida pensaban en como la presencia de ellos dos no les permitiría tener mucho tiempo a solas.
A pesar de eso, Remus era quien más tiempo pasaba en casa de los Black. El mejor invitado, pues sabía irse justo a tiempo y jamás llegaba con las manos vacías. Sirius era quien lo esperaba más ansioso, puesto que los chocolates y demás dulces muggles eran, en sus palabras, "mejor que cualquier escoba nueva de Quidditch".
La comunicación no es que desapareciera, definitivamente se redujo un poco, pero siempre estaba presente. Sobre todo, la semana anterior a luna llena. Después de que Lily se enterara del porqué de sus escapadas duran te la escuela, insistió en ayudar a su buen amigo. Sin embargo, James no podía con la preocupación de que el amor de su vida se arriesgue a ese grado.
"Por su hermana no se preocupó demasiado" bromeó un par de veces Aura. En realidad, no le molestaba, sabía de sobra lo difícil que fue para ella convencerlos de que podía ayudar sin estar bajo su supervisión toda la noche. Esta vez resultaba diferente, pues hasta Aura temblaba cuando Lily decía que intentaría convertirse en animaga. Suerte que ninguno de sus intentos finalizó en éxito.
—Lily, corazón —James acunó sus manos entre las suyas. Las elevó a la altura de sus labios y con las cejas caídas besó los nudillos de la pelirroja —Si te pasara algo, no podría vivir. Tú eres mi sol, mi agua y mi aire —a Lily se le estrujaba el corazón cada que James era transparente con ella. Había ocasiones en las que se comportaba mucho más duro frente a sus amigos. Pero estando solos, le mostraba el corazón más blando y puro que jamás creyó encontrar.
—¿Crees que podré vivir si algo te sucede a ti? —respondió con la misma preocupación en su voz. James no podía culparla por pedirle unirse, en particular porque jamás le pidió detenerse.
—Llevo años haciendo esto, conozco perfectamente a Remus en su transformación. Él me reconoce a mí, tú serás nueva y eso lo puede alterar —eran palabras sabias. Durante casi 10 años, mes con mes el grupo de merodeadores iban a la vieja casa de los gritos. Se convirtió en su segundo hogar, aunque hubieran preferido descubrir aquella guarida para mejores actividades.
Remus, en cierta locura de su noche, recordaba a sus fieles amigos que en esos momentos portaban una imagen diferente. Su olor, su presencia, se había vuelto común en el lobo. La noche en que uno de ellos no podía asistir era un terrible golpe para él, pues se sentía desprotegido. Aun la ausencia de Aura ponía a todos intranquilos.
El intento de convencimiento de Lily no sirvió de mucho. Enseguida llegaron el resto de sus amigos; los hombres listos para irse y Aura lista para quedarse al lado de su mejor amiga. Le costó trabajo aceptar el trato, pues si por ella fuera estaría en primera fila ayudando a Remus.
También perdió esa discusión.
—Si necesitan algo, lo que sea, estoy a una aparición de distancia, no lo olvides —el rostro de Aura estaba recargado con delicadeza en el pecho de Sirius. Le sacaba casi una cabeza de altura. Por lo que, al abrazarlo, estaba en el lugar perfecto para escuchar su corazón latir.
—Agradezco más que nadie tu ayuda, sin embargo, espero no necesitarla —la tomó por los hombros, separándola apenas un poco de él. Su espalda se encorvó lo suficiente para alcanzar sus labios y engancharlos con los suyos.
Parecía broma, pero la perfección en la que encajaban durante el beso era digna de un cuento clásico de amor contada a los niños. Si alguien alguna vez tuvo dudas sobre si las almas gemelas existen, bastaba con mirar la burbuja de amor y afecto que rodeaba a Sirius y Aura cada que entran a una habitación para disipar las dudas.
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James, amo a tu hermana. •Sirius Black•
FanficPara Fleamont y Euphemia Potter fue una gran sorpresa descubrir que dentro de 9 meses, un par de mellizos podrían correr por su jardín. Y así fue, dos pequeños recién nacidos, uno de ellos con problemas de la vista. Sin embargo, eran bastante pareci...