Epilogo; Final alternativo.

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Mis manos estaban ocupadas, la cocina era todo un desastre, un desastre en el que yo misma me había metido. No sabía que hacer una fiesta de compromiso sería tan complicado. Si bien la magia era un gran alivio en esta situación siempre encontraba la manera de hacerlo complicado.

El honro llevaba 5 minutos sonando, la lava vajilla estaba repitiendo todo el proceso, la licuadora no dejaba de hacer ruido y me preocupaba que la estufa fuera a incendiarse. Los nervios comenzaron a matarme, así que detuve todos los hechizos. El único sonido era el del horno. Saqué con cuidado un pastel de chocolate, lo coloqué sobre la mesa e hice que un buen par de utensilios decoraran el postre.

Me concentré en hacer de una cosa en una cosa hasta que todo estuvo preparado. Salí de la cocina quitándome el ridículo mandil, lo arrojé y en el aire hice que se guardara solo en uno de los cajones.

Todo iba bien, sentía una suave brisa y creí que tendría unos minutos para relajarme, hasta que me tropecé con una escoba, poco más despistada y pude haber caído de bruces contra el suelo.

-¡Regulus, ven acá!- grité con fuerza. Desde el pasillo vi dos cabezas semejantes asomarse por una de las paredes. Claro que, una más arriba que la otra. Parecieron murmurar algo entre los dos y finalmente uno de ellos se acercó con la cabeza cabizbaja.

-Te juro que yo no fui- me cruce de brazos mirándolo con incredulidad. Él jugaba con sus dedos evitando mi mirada –Fue él- apuntó hacia la persona que seguía escondida entre las paredes. Aquella persona salió con indignación, mirando por debajo de su barbilla.

-Me parece una falta de respeto tu traición- mi boca se abrió con asombro.

-Entonces si fuiste tú- por un momento todos nos quedamos callados, aunque después de eso nos miramos entre nosotros y la tensión del ambiente se fue gracias a nuestras risas.

La puerta sonó en repetidas ocasiones. Seguido de muchas voces hablando al mismo tiempo, fue fácil saber quiénes esperaban ser invitados a pasar. Me arrodillé a la altura del más pequeño de la casa, ajusté su curioso traje y cabello.

-Ve a abrir, el tío Arthur y la tía Molly están esperando- la familia Weasley, después de lo sucedido encontraron la alegría, y como no, si dos de sus hijos estarían próximos a ser padres.

Regulus fue con singular alegría hasta la puerta principal. Al momento en que salió corriendo me puse de pie, abrazando al hombre a mi lado. No paso mucho tiempo hasta que la familia de cabello rojizo nos acompañó en la sala de estar.

Apenas y teníamos los asientos suficientes para todos, y eso que aún faltaban personas.

-Kreacher, abre la puerta, por favor- soltó una serie de quejidos en voz apenas audible, aun así fue a abrir, dejando ver a los causantes de esta fiesta. Al parecer Ginny no se lo esperaba, probablemente ni siquiera sabía la sorpresa que Harry le tenía preparado.

Se les veía muy contentos, aunque a mi dulce sobrino se le notaba lo nervioso. Esperaba que ella no se diera cuenta, pues las sospechas comenzarían.

Poco después llegó Andrómeda con el tierno Teddy, quien enseguida se puso a jugar con Regulus y Victorie.

Todo estaba preparado. Como buenos anfitriones, nos ocupamos del comedor, insistiéndole a Molly que no era necesaria su ayuda, y que se dedicara a descansar. Teníamos todo controlado, o al menos lo esperábamos.

Una vez preparada la mesa, todos tomaron sus respectivos asientos, menos los más chicos, puesto que seguían jugando en una de las habitaciones. Incluso antes de que Ron se sirviera la primera porción, Harry ya se encontraba hincado delante de Ginny; sosteniendo una cajita con un hermoso anillo dentro.

Los gritos comenzaron al tiempo en que una futura esposa decía con mucha alegría "sí", Molly era la más emocionada con todo esto, claro, pues para ella Harry siempre sería el hombre perfecto para su pequeña hija.

Una vez terminado las felicitaciones. Ambos fuimos en busca de los niños. Justo en la sala de estudio, donde solía estar el árbol genealógico de los Black, se encontraban en una acalorada batalla de magia. Al menos eso era en su imaginación.

-¡Canuto, a tu izquierda!- gritó Victorie hacia Regulus, quien se agachó simulando ser un perro, aulló un par de veces y fue tras Teddy, fingió morderlo en el brazo dando por terminada la batalla, siendo el bando ganador.

-Ya es hora de comer- abandonaron su aventura tan rápido como su hambre se los pedía. Salieron de la habitación siendo Regulus el último en irse, se detuvo frente a nosotros.

-Papá, ¿Lo hice bien?-

-Lo hiciste perfecto- sacudió su cabello, eso dio paso a que el niño acompañara a sus amigos en una carrera hasta el comedor.

-Es un buen niño- una de sus manos abrazó mi cintura, me paré de puntillas para dejar un suave beso en su mejilla, su barba me causo cosquillas.

-Se parece a ti- su rostro cambió por completo, adoptando una sensación altanera. Sí, nuevamente había alimentado al dragón de ego dentro de él.

-Me alegra saber que mi hijo es sumamente atractivo, será afortunado con las mujeres-

-¿Mujeres? ¿En plural?- tartamudeó antes de darme una respuesta –Creí que tus días de casanova habían terminado, Sirius- antes de que la risa le ganara a mi seriedad me alejé de él, por poco trotando.

-Hey, cariño, no quise decir eso-.

James, amo a tu hermana. •Sirius Black•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora