La noticia corrió rápido. Tal como rayo en tormenta que cae a toda velocidad, listo para destruir lo que fuera que se interpusiera en su camino. Aberforth nos anunció la aparición de Harry, estaba a salvo, pero justo se encaminaba a la guarida del lobo. Ni yo ni nadie lo harían cambiar de opinion. Claro que, también estaba el hecho de la profecía. Esa maldita profecía.
La teletransportación no era un problema a los alrededores de Hogwarts, por lo que acompañada de Molly y Arthur llegamos a Hogsmade, específicamente a la puerta de la Cabeza de Puerco, él conocía bien los pasadizos. Podría indignarme, dado que hace unos años recorría cada uno de ellos con el peculiar cuarteto de problemas. Sin embargo, la mayoría, por no decir todos, estaban bloqueados.
La imagen de Albus golpeó mi cabeza una vez que su hermano nos abriera la puerta del lúgubre lugar, había lamentado tanto su perdida. Es como si la muerte me siguiera a todos lados, llevándose a los que más amaba. Me preocupaban las vidas que quisiera tomar durante esta noche.
-Pasen, pasen. Antes de que alguien los vea- fui empujada dentro del lugar, por Arthur al ver que mis pies no estaban dispuestos a cooperar –Sra. Potter, lamento sus pérdidas-.
-Black, soy Señora Black- sus labios parecían querer decir algo. Una disculpa, o una objeción. Pero prefirió callarse, y eso lo agradecí en silencio. Antes de que alguien intentara disipar la nube de tensión en el aire, Aberforth nos acompañó hasta el retrato de una joven muy hermosa vestida de azul. Su mirada perdida y lamentosa me hizo callarme y reprimir mis condolencias. Aun si era tema pasado, recordar a los seres queridos hace que se sienta reciente.
Realmente no esperamos a que nos acompañara, él se uniría después con la excusa de que tenía que ofrecerle el portal a los magos dispuestos a luchar que fueran apareciendo delante de su puerta, Arthur iba al frente con su varita luminosa, mientras Molly tomaba mi mano con fuerza y murmuraba una serie de suplicas a nombre de sus hijos.
Mi corazón no dejaba de palpitar. Me asustaba la fuerza con la que se encontraba latiendo, creí que en cualquier momento me daría un paro cardiaco, pues hace mucho que la adrenalina dejó de correr con fuerza a través de mis venas. Aun así, junté todo el valor que sé aún se encontraba oculto en el interior de mi cuerpo, esta noche no defraudaría a nadie más. Cobraría venganza por quienes me fueron arrebatados.
-Qué bueno que están aquí. Los profesores nos están ayudando con el campo de protección, hemos reclutado a cuantos hemos podido- Minerva, tan audaz como siempre. Admiraba como después de cuánto tiempo se le veía con el alma joven, la envidiaba.
Murmuró un par de posiciones a la pareja de pelirrojos y después me miró, a diferencia de las demás miradas que se cruzaban conmigo, ella tenía el semblante duro. Las condolencias y lastimas habían irritado mis sentidos, no soportaba ver sus ojos tristes esperando a que los míos sucumbieran al mar de lágrimas. Hace meses que quedé seca.
-Aura Black, una de mis mejores alumnas. Espero que me acompañe en el frente de la batalla- sin pensarlo, mi mano apretaba con fuerza el trozo de madera. Asentí con firmeza y pude jurar que una sutil sonrisa se comenzaba a formar en sus labios.
Se dio media vuelta. Tomé aquello como una señal de que la siguiera. En los pasillos se podía ver de todo, desde alumnos temblando del susto, hasta los estudiantes que estaban dispuestos a defender una buena causa sin importar lo que pasara.
Mi mirada vagaba por cada rincón intentando encontrar al pequeño Potter que tanto me recordaba al mellizo sonriente y bromista que siempre me acompañaba. No podía evitar soltar un quejido al ver mi búsqueda frustrada, cosa que hasta un punto molestó a mi acompañante.
-Pronto se reunirá con él. Está en una misión- si bien sus palabras no funcionaron para calmar mis ansias. Puede que sea el chico más valiente que conocía, pero no dejaba de ser mi sobrino, el preocuparme por él era totalmente normal.
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James, amo a tu hermana. •Sirius Black•
FanfictionPara Fleamont y Euphemia Potter fue una gran sorpresa descubrir que dentro de 9 meses, un par de mellizos podrían correr por su jardín. Y así fue, dos pequeños recién nacidos, uno de ellos con problemas de la vista. Sin embargo, eran bastante pareci...