La sala común se encontraba vacía, este era su último año en Hogwarts, y no podían creer todas las cosas que pasaron juntas. Todas las veces que se metieron en problemas y las inusuales formas en las que lograban salir de los castigos.
Simplemente, no querían que el tiempo pasara. Si pudieran congelar un momento, seguro sería ese.
El grupo de merodeadores no estaba del todo completo, pues todos corrieron a sus habitaciones cuando Sirius y Aura empezaron con sus muestras de afecto. Según sus amigos, era demasiado asqueroso como para quedarse a aguantarlos. Siendo que James llegaba a ser incluso más demostrativo con Lily.
Consiguieron mantas y cojines, las pusieron frente a la chimenea. Sirius estaba sentado con sus piernas abiertas, pues Aura se había hecho un ovillo delante de él, recostando su cabeza sobre su pecho.
-¿Qué crees que pase con nosotros?- preguntó Sirius, nadie hubiera creído que el antigua rompecorazones de Hogwarts fuera un romántico sin remedio, y a Aura le encantaba presumirlo.
-Bueno, seguro vamos a seguir viéndonos. Digo, la mansión Potter no está muy lejos de tu nueva casa, y estoy segura de que Remus y Peter no tendrían problema alguno en visitarnos- ella tomó la mano de Sirius entre la suya, y empezó a dibujar líneas imaginarias en su palma –Y nosotros, bueno, probablemente algún día podamos vivir bajo el mismo techo-.
Inclinó su cabeza hacia atrás, dándole permiso de alcanzar a besar el mentón de Sirius. Él, se removió con incomodidad. Cosa que puso de nervios a Aura. Nunca habían tocado el tema de vivir juntos de manera seria, casi todas las veces que ese tema salía a la luz, era gracias a sus amigos. Que hacían bromas acerca de eso.
Quiso golpearse a sí misma, pues lo que menos quería era incomodarlo, ella no tenía ningún problema en esperar a que él estuviera listo para un compromiso mucho más grande, a ella, no le importaría esperar toda una eternidad con tal de estar el resto de su vida a su lado.
Sirius se levantó, sacudió sus pantalones y llevo sus manos a su espalda. Aura imitó su acto de levantarse, se acercó a él, lista para disculparse por haberlo presionado de tan descarada forma. Pero antes de que diera un paso, Sirius ya se encontraba con las manos extendidas, una caja de terciopelo estaba sobre sus palmas.
Aura se detuvo. Se mostró con un semblante serio, pero dentro de su cabeza esperaba y rogara porque dentro de aquella cajita estuviera con lo que llevaba días soñando.
-De hecho, he pensado lo mismo. Pero no quiero hacerlo hasta haber hecho las cosas bien- finalmente abrió la caja, y tal como lo había pensado, un hermoso anillo de plata se encontraba ahí.
Aura empezó a llorar sin poder parar, cubrió su rostro, pues le apenaba que él la viera en tal vulnerabilidad. Sirius, preocupado por haberla hecho sentir mal, se acercó a ella, intentando verle sus hermosos ojos.
-Lo lamento, si hice algo mal, lo lamento- Aura destapó su rostro, aprovechó para limpiar las lágrimas que resbalaban por sus mejillas. Con un brinco, abrazó a Sirius, había podio controlar su llanto.
-No hiciste nada mal, todo es perfecto- se separó de él. Ambos tenían una boba sonrisa en el rostro, los ojos de Aura no brillaban únicamente por las lágrimas, sino que, la emoción de compartir su vida con su más grande amor, le parecía un sueño hecho realidad.
Sirius, con cuidado, puso el anillo en su dedo anular. Este era el primer gran paso para estar juntos.
[...]
-Dile tú- Sirius empujó con delicadeza a la joven Potter. Quien viera al Gryffindor sintiéndose asustado por hablar con el director de la escuela.
-Eres un cobarde- Aura se acomodó la capa. Según ella, iba con pasos seguros hasta el hombre, pero al estar a pocos pasos de él, sus nervios pudieron más, la hicieron dar media vuelta y reconsiderar la locura que estaban a punto de hacer.
La reunión de la Orden del Fénix ya había terminado, por lo que era ahora o nunca.
Al pareja adolescente comenzó a tener una "leve" discusión acerca de quien tenía que plantarse frente a Dumbledore y pedirle el gran favor. Sus voces iban aumentando de volumen, hasta que repentinamente se vieron apagadas por una tercera.
-No tengan miedo de pedirlo, no me podría negar a hacerlo- el director se giró hacia ellos, con los brazos extendidos a los lados, y con una peculiar sonrisa en el rostro.
Sirius volvió a empujar a Aura, obligándola a acercarse al mago.
-¿Usted sabe?- preguntó la chica, se asombró a sí misma al ver que esa oración había salido completa de sus labios.
-Los cuadros hablan- soltó una risa. Era un muy mal chiste, pero Sirius y Aura rieron igual, pues sus nervios eran más grandes que su sentido común –Para mí sería todo un honor-.
Aura se acercó a Albus, su tiempo en Hogwarts le permitió descubrir la magnífica persona que era su director. Se podría decir que entre ellos, crearon una relación de confianza que muy raramente se podía encontrar entre un maestro o director con algún alumno.
Lo rodeó con sus brazos, Albus, gustoso, aceptó el abrazo.
[...]
-Tienen mis mejores deseos- Dumbledore, con pergamino en mano, lo hizo desaparecer, pues sus líneas ya habían terminado. Frente a él, Sirius y Aura se tomaban de las manos.
Quizás esta había sido la locación y situación más extraña que pudieron haber elegido, en el salón de menesteres. Con ropa normal y pocos recursos, y lo más inusual, sin invitados.
-Sirius, puedes besar a la novia- no necesitaba que se lo repitieran dos veces. Tomó por la cintura a Aura, la inclinó hacia atrás, y justo antes de unir sus labios susurró.
-Te amo-
-Te amo-
Albus hizo aparecer diminutos pétalos de rosa, que caían del techo y llenaban el suelo de un hermoso color rosado.
Aura, cansada de esperar, empujo a Sirius por el cuello, para que de una vez por todas la besara, de esa manera, dado por oficial su matrimonio.
Unos segundos después, volvieron a sus lugares.
-Felicidades, ya son Sr. y Sra. Black-.
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James, amo a tu hermana. •Sirius Black•
FanfictionPara Fleamont y Euphemia Potter fue una gran sorpresa descubrir que dentro de 9 meses, un par de mellizos podrían correr por su jardín. Y así fue, dos pequeños recién nacidos, uno de ellos con problemas de la vista. Sin embargo, eran bastante pareci...