Capítulo 33 -Bienvenida a la realidad

12 1 0
                                    

No pude evitar llevarme un buen porrazo en la cabeza. Brittany me esperaba al otro lado o simplemente fue casualidad, pero el caso es que desafortunadamente, no pude llevar a cabo mi plan de fuga.

A pesar del dolor de mi cabeza pude abrir los ojos levemente algo que me costó horrores. Escuché como Brittany parecía dar órdenes a unos guardias, estaba enfadada, casi desconcertada, como si sus planes no se estuvieran cumpliendo al milímetro. No lograba distinguir donde me encontraba, pero sentía calor, mucho calor. Pude observar que justo a mi lado estaba Nicholas, despeinado, con las mangas remangadas, desaliñado, sentado en una silla de madera justo a mi lado dándome ligeramente la espalda. Me encontraba tirada en una cama sin sábanas, con lo puesto, pero sin zapatos. Ni rastro de Amy ni William, o al menos, no donde yo me encontraba. Temí por ellos, por Andrew... no sabía que estaba pasando y tampoco quería pensar en lo que nos harían.

-Oh, ya despierta. –dijo Nicholas que se percató de mi consciencia. Hice un gesto de decepción. Aparté la mirada de él, le hizo enfadar, pero me daba igual.

-No seas así. –dijo con chulería.

-¿Así cómo? ¿Cómo se supone que debo actuar después de secuestrarme, privarme de mi libertad y encima poner en peligro a mis amigos y hermana? –contesté fulminándole con la mirada. Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo. Aquel sentimiento ya lo había sentido antes, pero en este caso era totalmente diferente.

-Tu hermana está bien, no puedo decir lo mismo de su acompañante. –dijo entre risas.

-¿Qué habéis hecho con William? –pregunté abrumada.

-Es cómplice de Andrew y un estafador. Finge ser una persona la cual no es. –su mirada me hizo tener de nuevo un escalofrío.

-Oh, y si te lo preguntabas, Andrew aún no ha sido capturado, pero pronto lo estará. Pagará por el daño causado. Además, no sé por qué te preocupas por él, te recuerdo que fue él el mismo que te secuestró y te hizo pasar un calvario, ¿no lo recuerdas? –terminó por decir. Ni siquiera me dio tiempo a contestarle cuando Brittany irrumpió en la sala.

-Hermanito, ¿está lista? –se dirigió directamente a Nicholas e ignoró mi estado.

-La llevaré. –dijo sin contemplaciones. Se levantó y se dispuso a cogerme en brazos como si un saco de patatas se tratara, pero le arreé una patada en el estómago que hizo que se estremeciera de dolor. Me levanté de la cama y busqué la puerta, pero Brittany, que fue más rápida me agarró del pelo y me hizo parar casi al instante.

-No seas estúpida. No vas a salir de aquí. –susurró en mi oído. Aquellas palabras hicieron que me enfureciera.

Nicholas pudo ponerse de pie y cogiéndome del brazo fuimos a parar a una habitación llena de libros, casi era una biblioteca. Era un espacio enorme y acogedor. Hubiera pagado por tener algo así en nuestra casa. Pude observar un gran sillón a lo lejos de la habitación, girado dándonos la espalda. Me preguntaba por qué tanto misterio, quien debía ser la persona que me estaba haciendo esto. Era casi evidente que Brittany y Nicholas eran simples peones.

-Nos marchamos, si hay algún problema estamos fuera madre. –dijo Nicholas con un ligero toque grave en su voz. Casi buscando aprobación.

-¿Madre? –susurré para mí. Al cerrar la puerta y dejándome tras de sí sola, con aquella mujer desconocida, no pude evitar sentir miedo. Era estúpido, me había enfrentado a cosas peores en mi corta vida, pero sentía miedo.

-Querida. –dijo una voz familiar. En ese momento el sillón se giró y pude ver quien era aquella mujer. Era Agnes.

-¿Sorprendida? –una sonrisa cínica se dibujó en su rostro.

-¿Qué estoy haciendo aquí? –pregunté desorientada.

-Tu hermana Amy, a pesar de sus incontables desvaríos y su despropósito ayudándote en la estúpida búsqueda de tu burda madre, ha logrado entrar en razón y he tenido consideración con ella. –dijo sin más. Suspiré al saber que estaba, al menos, bien.

-No puedo decir lo mismo de... ¿William? ¿Andrew? –soltó una carcajada.

-¿Qué te creías niña? ¿Que ibas a salirte con la tuya como tu padre todos esos años? Siempre he tenido un as en la manga, más bien dos. Mis hijos, fieles a su madre. Ellos han hecho todo por mí, buscarte, buscar información de todo lo que nos hicieron, para poder hacer justicia, casi me lo tendrías que agradecer. –dijo mientras portaba una gran sonrisa, victoriosa. Todo aquello de hacer justica era una burda mentira, sabía que Andrew es importante para mí y así era su forma de castigarme por ello, por ser según ella una insolente. Quizá no debo sentir lo que siento, pero me caracteriza mi honestidad antes esta situación. Algo que no puedo negar.

-¿Esta es tu venganza verdad? ¿Te has guardado todo el odio que tienes hacia mí y ahora me lo estás restregando? ¿Por qué? ¿Por no ser tu verdadera hija? –pregunté con lágrimas en los ojos.

-No he acabado querida. Aún hay más. Y ahora mismo sabrás de qué estoy hablando. –se levantó ignorando todas las preguntas formuladas anteriormente.

Agnes no tuvo nada más que tocar la puerta y en cuestión de un segundo Nicholas entró con una mujer, delgada, desaliñada, que portaba un largo pelo negro, un delantal justo como el de una sirvienta. La miré desconcertada.

-Tengo un regalo para ti, para que luego no me lo agradezcas, como nada de lo que te di estos años. –dijo con aires de grandeza. Aquella mujer me miró apenada. No entendía nada, no sabía quién era esa mujer. Empezaba a pensar que la locura de Agnes había llegado a su límite.

-Esta mujer de aquí, la que me sirve como lo que es, una sucia sirvienta es tu madre Aurora. –dijo Agnes con tono despectivo, bastante ofensivo. Aquellas palabras retumbaron en mi corazón, noté como la garganta se me cerraba de la emoción que sentía a pesar de estar en esa situación. Mi corazón estaba al borde del colapso.

-No quería que te enteraras así. –dijo Evie desolada.

-No te avergüences mamá. –dije cogiéndola de sus manos.

-Bueno, ya bastara de cháchara. Llevadlas a la celda. –dijo Agnes casi eufórica.

-No por favor, señora, he hecho lo que me pidió todos estos años. No me he dejado ver por nadie, ni siquiera por ella, y he mantenido todo en secreto, ruego que la suelte. –suplicó Evie.

-¿Sabías todo esto desde el principio, aun sabiendo que mi padre la seguía amando y todo esto por su estúpido ego narcisista? ¿Cómo has podido privar a una hija de su madre toda su vida y hacer que pensaba que la había abandonado? –grité desesperada.

Toda mi vida pensando en aquello, que me reconcomía por dentro. Incluso lo sabía cuándo mi padre aún estaba vivo y se dignó a hacer como la que no sabía nada del tema. Esto era parte de su venganza. Cómo podía haber sido tan cruel.

No podía dejar que se saliera con la suya, que jugara con nosotros como le viniera en gana, pero era consciente de que en estas circunstancias era vital seguir su juego, dejar que pensaba que nos tenía dominadas, y peor aún, que íbamos a permanecer así todo el tiempo que ella gustase.

No me resistí mucho ya que sabía que no tenía las de ganar. Deje que me apresaran y me dejaran en una sucia celda de aislamiento, de castigo. Al menos, estaría con Evie. Podría intentar entablar una conversación con ella, conocerla, aunque fuera en estas terribles circunstancias.

AMOR INGLÉS [PUBLICADO EN PAPEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora