Si el señor Turwin o cualquiera que trabaja para él dentro de la mansión sabía de la existencia de aquel pergamino, que seguramente fue enviado por mis padres a sus amigos y conocidos nobles, todo el plan de Andrew se vendría abajo. No me preocupada, es más, eso me dio esperanzas para poder, al menos, planear mi huida. Tenía que ser inesperada, por lo que Andrew no tenía que sospechar nada. De momento no podía llevar ningún plan a cabo, necesitaba que creyera que estoy de su lado.
-Sé que esos pergaminos son únicos, y gracias a que he podido interceptarlo a tiempo. –dijo algo más tranquilo. Sus palabras me producían una sensación de impotencia incalculable, pero debía seguir de una pieza. Me limité a callarme mientras que le miraba algo ida, no dejaba de pensar en el incidente del jardín con Thomas.
-¿Qué ocurre Aurora? –preguntó algo desconcertado. Volví en sí.
-Nada, estoy cansada. –mentí. Quería salir corriendo de allí, sin mirar atrás. Me di la vuelta con dirección a la alcoba, pero para mi sorpresa Andrew me venía siguiendo. Llegamos a la puerta de la alcoba y me dispuse a entrar, pero Andrew me paró en seco agarrándome del brazo.
-Aurora, ¿qué es lo que pasa? –dijo preocupado. Notaba cierta preocupación, pero no entendía muy bien el porqué de la insistencia. Al final y al cabo solo era un peón para él.
-Te he dicho que no me pasa nada. –dije mirándole a los ojos. Aguanté su mirada por unos segundos hasta que él se dispuso a hablar.
-De acuerdo. Recuerda que esta noche tengo que comentarle al señor Turwin los planes para los barriles procedentes de Francia. Quiere que estudiemos la posibilidad de venderlos más caros. –comentó confiado. Asentí y entonces entré en la alcoba.
Pasaron horas desde que Andrew se fue a ver al señor Turwin, y como todas las noches cerraba con pestillo la gran puerta de la alcoba, por si se le ocurría entrar. Me disponía a subir a la cama con la finalidad de descansar cuando oí tres golpes secos en aquella puerta.
-¿Qué querrá ahora? –susurré para mí mientras me dirigía a la puerta. Para mi sorpresa, cuando abrí aquella puerta me encontré de cara con Thomas que estaba allí plantado mirándome fijamente a los ojos.
-¿Qué hace usted aquí? –dije bastante sorprendida. Sin darme respuesta Thomas puso su mano izquierda sobre mi boca para que no gritara y me introdujo rápidamente y a la fuerza a la alcoba, cerrando de golpe la puerta.
-Veo que está sola, ¿y su marido? –preguntó con su estúpida sonrisa pintada en su rostro.
-Ya lo sabe, por favor, váyase. –estaba temblando.
-Pero si acabo de llegar querida Aurora. –dijo mientras se acercaba lentamente. Me apresuré a la ventana.
-No tenga miedo, no pretendo hacerle daño. –volvió a pronunciar palabra.
-Mire, no sé qué quiere de mí, pero desde luego no quiero problemas. –confesé. El seguía acercándose más a mí.
-La quiero a usted. –acto seguido se abalanzó sobre mí y me tiró sobre la cama. Intenté huir, pero él fue más rápido y se puso encima de mí, haciendo que quedara totalmente inmóvil. Intenté forcejear lo más que pude.
-¡Suéltame! –grité. El no parecía inmutarse, e intentaba quitarme el vestido a la fuerza.
-¡Socorro, que alguien me ayude! –grité tanto que las pareces hicieron eco. De repente oí pasos que se apresuraban a la alcoba y entonces, la puerta se abrió de par en par. Andrew quitó rápidamente a Thomas de encima y lo empujó contra la pared.
-¿Qué es lo que estás haciendo? –dijo Andrew que parecía realmente enfadado. Thomas se ajustó la camisa sin contemplaciones mientras miraba a Andrew con burla.
-Tendrías que controlar a tu mujer, antes se me insinuó en el jardín en tu ausencia. –mintió descaradamente solo para dejarme en ridículo y para justificar lo que intentaba hacer.
-¡Largo de aquí! –gritó Andrew haciendo así que Thomas se fuera de allí. Andrew rápidamente se acercó a mí con preocupación.
-¿Te ha hecho algo? –preguntó bastante agitado.
-No, no me ha hecho nada. –dije mientras evitaba mirarles a los ojos. Entonces el me agarró la mano con delicadeza.
-No tienes por qué sentirte mal, no ha sido tu culpa. –aclaró.
-No tienes ni idea de cómo me siento. –contesté enfadada. Sus ojos carecían de brillo. Me levanté y me dirigí a la puerta para indicarle que él también se fuera de allí. El me siguió cabizbajo. Creía que por fin se iba a ir de allí, que iba a estar sola pero no fue así.
-Puedo llegar a entender cómo te sientes Aurora, aunque no lo creas. –intentó convencerme de que le importaba, pero sinceramente me daba igual. La rabia invadió todo mi ser y me dirigí a él, con la intención de propinándole patadas y manotazos. Sólo sabía gritarle, estaba desesperada, no aguantaba más aquella situación y estallé.
-¡Aurora, tranquilízate! –dijo preocupado. Intentó cubrirse de mi agresión, pero en algún momento rompí a llorar, parando así de golpearle. El me agarró haciendo que quedara de espaldas a él y me sujetó con fuerza para que me cayera al suelo. Podía sentir su aliento en mi cuello y sentir su calor en cierta manera me calmó.

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AMOR INGLÉS [PUBLICADO EN PAPEL]
Teen FictionAurora es una chica perteneciente a la clase alta de Inglaterra, carismática, decidida y bondadosa con aquellos de buen corazón.. Sus padres siempre han esperado mucho de ella, pero ella no quiere seguir la vida que se le ha encomendado. Por caprich...