Capítulo 9 -Aquel maravilloso lugar

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Pasaron dos semanas desde que estábamos de huéspedes en la mansión del señor Turwin, y mi luz parecía apagarse por completo. No tenía esperanzas de salir de aquella situación. Andrew me daba más libertad para poder desempeñar mi papel y poder conseguir información de los negocios del señor Turwin. Me había encomendado ir hacia su despacho y poder revisar entre sus cosas para conseguir algo de información de los productos que iban a desembarcar en la isla y poder así interceptar la mercancía para comercializar él con ellas.

Ya me había percatado del secretismo para con ello, pero las sirvientas no paraban de alardear del dinero que percibirían extra si al señor le iba bien en los negocios. Una de ellas tenía un hijo de más o menos la edad de Amy, del cual el señor Turwin tenía aprecio y le prometió que lo mandaría a Francia en cuanto pudiera para poder hacer de él un hombre de provecho, un hombre culto que un día pudiera vivir la vida cómodamente. Desconozco si el señor Turwin era un hombre de palabra, pero aquella mujer me lo narró tan emocionada, como si de un milagro se tratase.

El pequeño Emmett iba a visitarme cada vez que podía, y teníamos breves charlas donde aprovechábamos para poder enseñarle a leer y a escribir. Los pedazos de papel que podía encontrar por la mansión los guardaba para nuestros esperados encuentros.

-Realmente me hace bien verte pequeño. –me dirigí a él con cariño.

-Igualmente señorita Aurora. Hoy he podido llegar de milagro. –dijo algo preocupado.

-¿Qué pasó? –pregunté intrigada mientras me sentaba en el suelo de la alcoba.

-Unos hombros por poco me pillan señorita y tuve que correr lo más que pude. –aclaró.

-No te preocupes, buscaremos la forma de seguir viéndonos, si hace falta me escapo de aquí por las noches. –respondí dedicándole una sonrisa. Él sonrió agradecido.

-Bueno, ¿qué tal con mi capitán? –preguntó intrigado mientras me miraba de forma burlona.

-No es de mi agrado, es más, no lo soporto y sinceramente, si no fuera por ti, ya me hubiera vuelto loca. –me podía desahogar con él, sabía que era de confianza.

-Siento que se encuentre en esta situación, créeme que si pudiera la ayudaría a escapar, pero entienda que es mi capitán, el me acogió cuando mis padres murieron y no concibo familia sin él. –Emmett parecía totalmente agradecido. No podía hacer que odiara al hombre que me secuestró y que me alejó de mi familia en contra de mi voluntad.

-En cierta medida, siento lastima por él. –confesé.

-¿Y por qué dice eso? –Emmett parecía interesado.

-Puede que él no fuera amado como lo soy yo. Que no tuviera una familia que lo quisiera, y que se preocupara por su bienestar y que por esa razón se volviera un ser despreciable, un pirata. –le confesé mis pensamientos e inquietudes a Emmett, sabía que era el único que podía entenderme. En ese momento Andrew tocó la puerta, sabía que era él por la forma de llamar, tres toques secos en la puerta.

-Es importante que atienda pequeño, nos vemos mañana sin falta. –me despedí de Emmett y éste se fue bajando por la cornisa. Me aseguré de que pudiera bajar y entonces abrí la puerta lo más rápido que pude.

-¿Qué pasa? –pregunté algo nerviosa. El me miró fijamente, cosa que me inquietó bastante.

-Sígueme. –indicó. Recorrimos los largos pasillos de aquella mansión, y, de repente al girar una esquina, se detuvo en seco haciendo que me estampara contra él. Me indicó rápidamente que guardara silencio y en un acto de desesperación abrió una puerta y me hizo entrar junto a él de inmediato en una alcoba que aparentemente estaba vacía. El señor Turwin y su hijo se aproximaban y justamente entonces pudimos oír su conversación.

-Te he dicho mil veces que sean consecuente con lo que decides. –dijo el señor Turwin que parecía enfadado.

-La quiero a ella. –indicó su hijo.

-No puede ser, está casada, además tienes a Claire. –contestó el señor Turwin.

-¿Cuándo ha sido un problema? Es más, no te importa revolcarte con el servicio cuando madre está de viaje, ¿no es cierto? –un silencio incómodo hizo que el señor Turwin se fuera sin soltar palabra.

-Viejo estúpido. –dijo para sí el hijo del señor Turwin. Acto seguido escuchamos como se alejaba del lugar.

Andrew y yo nos miramos y ninguno pronunció palabra. Salimos de allí algo tensos, pero entonces me indicó que le siguiera de nuevo. Anduvimos bastante y sin esperármelo, nuestro destino era el jardín.

-He pensado que te mereces un regalo. –dijo con voz cálida. Por un segundo me quedé embobada, mirando lo realmente maravilloso que era aquel lugar.

-¿De qué se trata? –pregunté con brillo en los ojos.

-Puedes estar aquí el tiempo que quieras, he propuesto que durante nuestra estancia puedas ayudar al mantenimiento de este lugar, ya que te gusta tanto. –aclaró Andrew el cual me dedicó una sonrisa. Parecía contento y yo no podía estar más eufórica. Le miré y salté en sus brazos dándole un abrazo. Acto seguido me aparté de él y maldije mi impulsividad de los mil demonios. El siguió mirándome, realmente parecía estar satisfecho viéndome tan feliz.

AMOR INGLÉS [PUBLICADO EN PAPEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora