Después de unos minutos pude abrir los ojos, estaba en una habitación distinta a la que previamente había estado. Nicholas me miraba sin expresión facial alguna, cosa que me asustó. Pude inclinarme ya que estaba tendida con la cabeza girada hacia la silla donde él se encontraba sentado.
-Ya te has despertado. –dijo algo aliviado. Suspiré.
-¿Qué hago aquí? –pude decir.
-Ahora estás conmigo y no voy a dejar que te hagan daño. –dijo Nicholas mientras se acercaba a mí.
-No, no te acerques... -dije aun aturdida.
-Yo te voy a tratar bien. –Nicholas se puso encima de mi evitando que pudiera levantarme. Me sostuvo las manos para que no pudiera moverme. Entendí que estaba atrapada, con él, algo mareada aun y lo peor era que no podía defenderme.
Nicholas me besó en la mejilla y fue bajando hacia la zona del cuello mientras que yo intentaba resistirme y moverme sin éxito. En ese momento un escalofrío recorrió mi cuerpo, sabía que iba a hacerme daño, a abusar de mí. No iba a detenerse.
-Para, por favor... -dije evitando mostrarme débil ante él.
-No voy a parar Aurora... -contestó.
-Te lo ruego. –insistí. Me movía bastante y parecía incordiarle.
-Estate quieta. –dijo mientras me miraba.
-No quieres hacerme esto, estás a tiempo de dejarme ir, por favor... -dije desesperada.
-Sé que quieres Aurora, no te resistas. –dijo mientras buscaba mis labios. En un arranque de desesperación pude empujarlo hacia un lado, aun me pregunto de donde saqué la fuerza.
-¿Dónde te crees que vas? –Nicholas se levantó corriendo hacia mí para poder cogerme y lo consiguió. Me estampó contra la pared y se pegó tanto a mi cuerpo que casi podía escuchar los latidos de su corazón.
-Aurora... no quiero hacerte daño...aunque no lo creas, quiero lo mejor para ti. –dijo con voz ronca.
-¿Y lo mejor para mi eres tú? –dije con voz desafiante. Pude notar su enfado ante tales palabras.
-¿Es que acaso tienes otra opción? –ahora pretendía desafiarme él.
-Antes muerta que estar contigo. –susurré.
-Será mejor que no te resistas. –dijo Nicholas que acto seguido me besó a la fuerza. Me quedé paralizada, sabía que no quería estar en esa situación, pero no era capaz de hacer ningún movimiento. Nicholas no dejaba de besarme y aunque no quería que siguiera, algo dentro de mí no funcionaba, no fui capaz de alejarme.
-Cásate conmigo y no tendré que obligarte a hacer nada que no quieras, no tendré que hacerlo por la fuerza. –me susurró al oído.
-No eres bueno para mí. –contesté. Una media sonrisa se dibujó en su boca.
-Puedo serlo si tú me dejas. –en ese momento intentó desabrocharme los botones que portaba mi vestido. Agarré sus manos con fuerza y me miró impaciente a que dijera algo.
-Suéltame, por favor... -dije con lágrimas en los ojos.
-Vas a ser mía, ahora y cuando yo quiera. –dijo Nicholas. En ese instante quitó los dos botones de mi vestido. Le miraba horrorizada, estaba en pánico.
-Date la vuelta. No lo hice, pero me obligó a hacerlo. Quería quitarme el vestido. Solo pensaba en Amy, en mi madre... en Andrew... debía ser fuerte, debía evadirme de lo que me estaba pasando.
Nicholas intentó tirarme en la cama, pero justo cuando iba a hacerlo alguien llamó a la puerta. La voz de Brittany retumbó en aquella habitación sin ni siquiera estar dentro de ella.
-¡Nicholas! ¿Qué estás haciendo? –gritó Brittany. Nicholas abrió de inmediato como si le tuviera miedo a su propia hermana. Hizo que me abrochara los botones que él mismo me había quitado.
-Nicholas, serás imbécil, ¿qué haces con ella en la habitación? Quedamos en que estaría en la celda mientras que encontrábamos al malnacido de Andrew. –dijo enfadada. Mis ojos se asombraron al escuchar ese nombre.
-¿Lo habéis encontrado? –preguntó Nicholas. Recé por que no.
-Sí, de hecho, nos espera. –contestó eufórica.
-¿Nos espera? –Nicholas se quedó un poco anonadado. Yo estaba maldiciendo para mis adentros.
-Vamos. –dijo Brittany mientras le indicaba con la cabeza que yo también fuera.
Bajamos como dos plantas, pasamos una pared de ladrillos y al fondo estaba una gran puerta de acero. En ese lugar había celdas y pude ver que Andrew estaba en una de ellas, no era esa misma zona donde madre y yo estábamos y me hizo plantearme qué clase de personas tendría tantas celdas debajo de su casa. No entendía como habían convencido a la guardia para que pudieran tomarse la justicia por su mano.
Andrew estaba cabizbajo lamentándose.
-¡Andrew! Mira quien ha venido a hacerte compañía antes de que seas ejecutado ante los ojos de todo el pueblo. –dijo Brittany que en ese momento me di cuenta de lo sádica que podía llegar a ser. Andrew levantó la mirada y fue corriendo a los barrotes de su celda. Me metieron con él a pesar de tener una colindante a la suya.
-¡Rendid cuentas vosotros solos! –dijo Brittany que parecía disfrutar de todo el sufrimiento que estábamos pasando. A Nicholas se le notaba que no estaba de acuerdo con dejarme allí con Andrew, pero algo dentro de él le impedía cuestionar las palabras y acciones de su hermana.
Pude oír el ruido al cerrarse la puerta. Hubo un silencio incómodo entre nosotros.
-Aurora. –dijo Andrew acercándose a mí. Una lágrima cayó y se depositó en mi mejilla.
-Se suponía que debías irte, que no te atraparan. –le miré a los ojos desconsolada.
-Me rodearon, iban a matarme, pero Brittany tenía otros planes. –se lamentó.
-¡Todo es culpa tuya! –grité. Andrew bajó la cabeza, y yo no pude evitar soltar toda la rabia acumulada que tenía por dentro y empecé a golpearle. Andrew intentaba sostenerme, pero no se estaba defendiendo, en el fondo se sentía culpable. Andrew logró reducirme apoyándome contra la pared. Su frente tocó la mía y estaba a milímetros de sus labios.
-Tranquila...-susurró. En ese momento no pude evitarlo. Le besé, con desesperación, como si pensara que iba a morir allí mismo, en aquel instante. El me correspondió, me besaba con intensidad y no era capaz de dejar de hacerlo.
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AMOR INGLÉS [PUBLICADO EN PAPEL]
Teen FictionAurora es una chica perteneciente a la clase alta de Inglaterra, carismática, decidida y bondadosa con aquellos de buen corazón.. Sus padres siempre han esperado mucho de ella, pero ella no quiere seguir la vida que se le ha encomendado. Por caprich...