Capítulo 14 -Nuevos lazos

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No podía creer lo que Emmett me había dicho. Era imposible que aquella mujer revelara a nadie mi presencia, Andrew tuvo más que suerte de toparse conmigo, eso es todo. Cada día que pasaba más frío tenía, más turbulentas eran las aguas y más crudos eran los días. Andrew seguía sin dirigirme la palabra, no me importaba, pero nunca lo había visto tan poco hablador.

-El capitán quiere verla señorita. –dijo Emmett irrumpiendo en el sótano. Aquel lugar había sido mi refugio en las incontables tormentas que surgían en el camino. Había podido acomodar aquel sótano como pude, pero aún seguía siendo un mal lugar para descansar. Por un momento me extrañó que de buenas a primeras hubiera decidido volver a hablarme, pero por otro lado me daba igual completamente lo hiciera o dejase de hacer.

Subí desconcertada a la superficie y me dirigí a su camarote. Andrew estaba sentado en su silla, observando un viejo catalejo. Me senté en una silla y me limité a mirarle. El levantó la mirada.

-¿Qué es lo que quieres? –dije algo molesta.

-Quiero enseñarte una cosa. –respondió en total calma. Se levantó y acercándose a mí, depositó en mis manos el artilugio roto.

-Era de mi padre. –confesó. Aquel sucio y roto catalejo parecía haber estado bajo el agua por años, estaba desgastado y casi no se diferenciaba el material con el que estaba hecho.

-¿Y por qué me das esto? –pregunté.

-Quiero contarte algo Aurora. –dijo sentándose a mi lado.

-No me interesa nada de lo que me vayas a contar. –me levanté de repente dejándole con la palabra en la boca.

-He tenido paciencia contigo y me he limitado a respetar tu espacio. –alzó la voz, cosa que me hizo parar en seco.

-Oh gracias, no sabes cómo te lo agradezco. –dije irónicamente.

-Si te ha importunado algo de lo que te dije o hice aquel día, ruego que me disculpes, pero debes entender que me molestó bastante tu actitud insolente después de haberte salvado la vida. –confesó. En ese momento me hirvió la sangre, pero decidí permanecer callada, mi indiferencia le enfadaría aún más, que simples palabras que salieran de mi boca.

-Siento mucho haberte obligado a estar en esta situación, pero todo esto tiene un sentido Aurora. –dijo mientras se acercaba, podía oír el crujir de la madera. Me quedé de nuevo en silencio.

-Espero poder explicarte el por qué estás aquí, y créeme que pronto lo sabrás. –terminó por decir. Abrí la puerta del camarote y cerré lo más fuerte que pude, mi enfado era evidente.

Por fin llegamos a la isla que me dijo Emmett, cosa que no me hacía ninguna gracia. Estaba cansada de tanto viaje. Andrew junto con algunos hombres de su tripulación prepararon todo para una estancia allí, víveres, armamento, y de todo para poder sobrevivir. No parecía una isla muy habitada, de hecho, no vi prácticamente a nadie, solo tortugas y todo tipo de aves. Bajamos todos y una vez pisada la arena, todos se dirigieron a un camino que daba al interior de lo que parecía una especie de bosque. Había muchos árboles alrededor y a pesar de ser de día, parecía totalmente aterrador.

-Es aquí. –dijo Andrew haciéndonos parar en seco. Andrew me buscó entre sus hombres y me indicó que me acercara.

-Necesito que entres conmigo Aurora. –dijo mientras me tendía la mano. La acepté porque sinceramente, no tenía otra opción. Entramos en una cueva oscura donde el agua nos llegaba prácticamente por las rodillas, y tras varios minutos caminando, una gran puerta se alzó a nuestra vista.

-Es aquí, tienes que estar totalmente callada, al menos, hasta que yo te diga. –dijo Andrew que parecía estar algo nervioso. Asentí y entonces llamó a la puerta. Unos segundos después ésta se abrió sola, lentamente. Entramos y allí había una mujer, delgada, de pelo largo que portaba un vestido negro sin ningún tipo de abalorio. Me entró un escalofrío por el cuerpo.

-Os estaba esperando. –dijo aquella mujer con voz dulce.

-Quiero respuestas. –dijo Andrew que parecía ahora más calmado.

-Veo que la encontraste. –aquella mujer se me quedó mirando fijamente a los ojos.

-Querida Aurora. Es un placer volver a verla en mi humilde morada. –dijo con seguridad.

-Creo que se equivoca señora, yo nunca he estado aquí. –dije a pesar de que Andrew me hubiera dicho que no hablase. Andrew me miró extrañado, creo que él tampoco se esperaba las palabras de aquella mujer.

-Claro que sí, su madre vino cuando usted era solo un bebé, pude verla solamente un instante ya que tenía bastante prisa, debía partir de inmediato. –confirmó.

-Es imposible. –volví a replicar. Aquella mujer se limitó a sonreírme con cierta nostalgia.

-Yo nunca miento señorita. –contestó. Me quedé en shock.

-Aurora, esta mujer me llevó a ti, es la razón por la que ahora estás aquí y debí explicártelo hace tiempo, pero no tuve ocasión. –dijo de repente Andrew que me miraba preocupado.

-¿Qué es lo que está pasando? –me puse bastante nerviosa, no entendía nada de todo aquello.

-Necesito saber dónde están enterrados mis padres, aquel hombre con el que hicimos negocios, ¿te acuerdas? Es el capitán Abraham Longford –dijo mientras me seguía mirando fijamente. Yo asentí y dejé que hablara.

-Él es el único que puede decirme dónde están. –acabó por decir.

-¿Y dónde entro yo en toda esta historia? –pregunté intrigada.

-Ella me llevó hacia ti. Aproveche tu posición para infiltrarnos en la mansión del señor Turwin, desviar todo el dinero posible de sus negocios para darle todo el botín.

Si todo salía bien y cumplía con el trato, el me contaría todo lo que necesito saber sobre el paradero de mis padres. Pero la misión fracasó justo al poder cumplir con la misión.

-¿Y qué hará ahora cuando sepa que hemos tenido que escapar y que no percibirá nada de su ansiado botín? –me temía lo peor.

-Nos buscará como un loco, ante todo soy un hombre de palabra y al darla me comprometí que lo haría costase lo que costase. –respondió cabizbajo. Todos nos quedamos en silencio por un breve instante.

-Debes saber una cosa Aurora. –dijo aquella mujer que me observaba detenidamente. Fijé mis ojos en los suyos.

-Tu madre quería que yo te protegiera niña. Me pidió por favor que te impusiera un hechizo protector para que nada malo te pasase, y luego te dejó en aquella casa con aquel señor que decía ser tu padre. –aquella mujer parecía ser totalmente sincera, pero me costaba horrores asimilar todo aquello.

-Esto es demasiado. –acto seguido me di la vuelta y me dispuse a volver al principio de aquella cueva, necesitaba salir de allí lo antes posible. Andrew decidió no seguirme y pude salir de allí como pude.

-Señorita Aurora, dijo Emmett extrañado al verme salir sola de aquel lugar.

-Ahora no Emmett. –dije con lágrimas en los ojos.

AMOR INGLÉS [PUBLICADO EN PAPEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora