Al parecer, nuestra estancia iba para largo. El señor Turwin mandaba a investigar las extrañas desapariciones de los productos procedentes de Francia y de muchos otros países que llegaban al puerto. No era suficiente para él mandar a sus hombres para hallar al culpable o hallar una solución aparentemente buena como para que no volviese a ocurrir, sino que, él mismo en persona se aseguraba de que así fuese. Los continuos viajes del señor Turwin nos obligaban a permanecer más tiempo en la mansión. Las negociaciones con Andrew no cesaban y, por consiguiente, éste tenía asegurado más tiempo y sobretodo, más mercancía que robar.
Me dirigí al jardín para poder regar las plantas que allí se encontraban. Por el rabillo del ojo pude ver que no estaba sola en aquel lugar, la prometida del hijo del señor Turwin estaba allí. Decidí acercarme para poder socializar con alguien nuevo que no fuese Andrew ni las sirvientas. Al irme acercando pude ver como observaba una rosa casi tan roja como la sangre.
-Es preciosa. –dije señalando ligeramente la rosa que portaba en sus manos.
-Realmente preciosa. –contestó.
-Soy Aurora... -dije antes de ser interrumpida.
-Sí, se quienes sois. –contestó.
-Sois la esposa de Sir Andrew Bell. –continuó. Tragué saliva, pero aguanté el tipo.
-Encantada de conoceros. –aclaró. Asentí y le dediqué una leve sonrisa. Parecía apagada a pesar de haber sido amable conmigo.
-¿Le pasa algo? –pregunté realmente intrigada. Ella miró a su alrededor, ahora parecía algo nerviosa.
-Conoce a mi futuro esposo, ¿no es cierto? –aquella pregunta me desconcertó por completo.
-No tengo el placer. –mentí. Su mirada cambió a una esperanzadora.
-Necesito su ayuda. –dijo de repente. Me cogió de la mano y me llevó hacia la fuente situada en el centro del jardín.
-Soy Claire Roy de Ruadh, mi familia es humilde, pero con ciertos privilegios gracias a la comercialización de licor en el sur de Escocia. Acordaron mi matrimonio con el hijo del señor de esta mansión, Sir Thomas Turwin. Llevo como dos meses encerrada contra mi voluntad y, la verdad es que no puedo ni quiero corresponderle.
-Estoy enamorada de otro hombre. –confesó.
-¿Se puede saber de quién? –pregunté bastante intrigada.
-El hijo de la señora Dina, la encargada de la cocina. Es el único que hasta ahora me ha tratado como me merezco. Sabía perfectamente por lo que estaba pasando Claire, pero no podía destapar todo aquel engaño. Claire no podía hacer nada por mí, ni siquiera pudo en dos meses escapar de todo esto, mucho menos, iba a poder ayudarme.
Intenté calmarla y decirle que, no se preocupara que todo iba a esclarecerse y que quizás sus padres rectificarían y la sacarían de aquel infierno.
Claire alzó la mirada y su cara cambió cuando vio entrar a Thomas que con determinación se acercaba hacia nosotras. Mi pulso se aceleró, pero como siempre pude llenarme de valor para lo que viniera.
-¡Qué bueno verlas señoritas! –dijo Thomas de forma educada. Tenía una imagen ya pre hecha de él por cómo días atrás había tratado a su padre y por lo que justo hace unos minutos me había contado Claire.
-Claire, querida, ¿nos disculpas? –volvió a ser bastante educado. Claire asintió y se esfumó de allí apresuradamente. Volví a tragar saliva. Sentía mi pulso aún más acelerado. Thomas era un joven atractivo, quizás algo menor a Andrew, pero no mucho, con porte refinado, sus ojos verdes y su cabello bien cuidado recogido denotaban muy buena presencia.
-¿En qué puedo ayudarle? –dije mientras le miraba fijamente.
-Demos un paseo. –dijo mientras me ofrecía su brazo para depositar en él el mío. Así hice, recorrimos el jardín lentamente.
-Seguramente es sabido por usted que me dispongo a casarme con Claire Roy de Ruadh, la joven con la que mantenía una conversación hasta que llegué. –dijo algo abrumado.
-Sí, estoy al tanto. –afirmé algo desconcertada.
-Bien, lo cierto es que es solamente una formalidad. –dijo mientras me dedicaba una sonrisa burlona. Sus ojos me miraban incesantemente, tanto, que tuve que desviar la mirada hacia las flores que había a nuestro alrededor.
-¿Le pongo nerviosa señorita Aurora? –preguntó intrigado.
-Para nada, es sólo que no entiendo a qué viene esta conversación. –dije mientras olía aquellas flores.
-Estoy interesado en otra mujer. –aclaró. Mi corazón dio un vuelco. Recordé en aquel mismo instante la conversación que Andrew y yo pudimos escuchar a escondidas. Un escalofrío recorrió mi cuerpo.
-En usted. –terminó por decir. Le miré desconcertada, sin saber muy bien que decir. La mala suerte me pisaba los talones, un hombre indeseable me secuestra y otro se encapricha de mí. Intenté recomponerme lo más rápido posible.
-Thomas, me alagas, pero sabe que estoy casada. –mentí.
-Eso no es ningún problema para mí. –destacó. Ese hombre realmente me estaba poniendo enferma.
-Debo irme, si me disculpa... -en ese momento Thomas me cortó el paso, me cogió de la mano y me apoyó con fuerza contra una de las columnas de piedra de aquel jardín.
-¡Suélteme! –dije rápidamente.
-Ni hablar, usted de aquí no se va hasta que yo no quiera. –dijo mientras me agarraba con fuerza portando una estúpida sonrisa burlona. Thomas intentó besarme, pero me resistí lo más que pude.
-¡Señorita Aurora! Su marido requiere su presencia en el comedor. –exclamó una sirvienta de la mansión. En ese momento me sentí tremendamente aliviada. Thomas me soltó de inmediato y entonces salí corriendo de allí. Sabía que esto no se iba a quedar aquí y que Thomas no se daría por vencido tan pronto.
Me apresuré a encontrarme con Andrew que parecía esperarme inquieto en aquel comedor. Vestía su tan famosa capa y portaba un gran pergamino en su mano.
-¿Qué pasa? –dije casi sin aliento.
-Tenemos un problema. –dijo Andrew enseñándome el contenido delpergamino. Mi nombre y mi cara aparecían y pude leer "Secuestrada".

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AMOR INGLÉS [PUBLICADO EN PAPEL]
Novela JuvenilAurora es una chica perteneciente a la clase alta de Inglaterra, carismática, decidida y bondadosa con aquellos de buen corazón.. Sus padres siempre han esperado mucho de ella, pero ella no quiere seguir la vida que se le ha encomendado. Por caprich...