El señor Turwin había sido asesinado, justo cuando sus negocios parecían estar en peligro y estando nosotros allí recientemente, dicho dato no ayudaba para salir de ésta. Era obvio que Thomas vio la oportunidad y decidió efectuar su plan sabiendo que iban a culparnos fácilmente. Me sentía profundamente mal por el destino del señor Turwin y no pude quitarme de la cabeza lo amable que había sido siempre con nosotros, especialmente conmigo. Apenas llevábamos tiempo allí, pero me había sido siempre caballeroso conmigo.
Los guardias me llevaron a una celda donde para mi sorpresa, ya se encontraba Andrew con grilletes en las manos. Andrew parecía calmado, como si estar en esa situación no le conllevara ningún problema. En cambio, yo estaba histérica.
-Juntos hasta el final. –dijo uno de los guardias mientras se alejaba dejándome allí encerrada con Andrew.
-¿Pero qué pasa contigo? ¿Qué haces ahí parado? –dije mientras andaba de un lado para otro en aquella mugrienta celda. Andrew no se inmutaba cosa que me ponía bastante nerviosa. En acto de desesperación intenté zarandear los barrotes de metal de aquella celda, pero no causó efecto.
-Tranquila Aurora. Andrew mencionó palabra al fin.
¿Qué esté tranquila? ¿Pero cómo puedes decirme eso? –contesté casi hiperventilando. Me dirigí a él para descargar toda mi ira. Pero justo antes de agredirle me paró en seco evitando que lo hiciera. Mis manos quedaron inmovilizadas, más de lo que ya estaban.
-Tengo un plan. –Andrew me miró fijamente a los ojos. Me cuerpo se paralizó y un halo de esperanza se apoderó de mí.
-Emmett nos sacará de aquí. –dijo totalmente confiado.
-¿Cómo dejas que un niño nos saque de este problema? –dije con ira.
-Confió totalmente en él, deberías tú también. –siguió en su línea, tranquilo, confiado. Me limité a callar. Me dirigí a la otra punta de la celda porque no soportaba estar cerca de aquel hombre, que era capaz de dejar en manos del destino la vida de un niño.
Las horas pasaron y no lograba deducir que hora era. No podía creer lo que estaba sucediendo, se suponía que era la noche, la noche perfecta de mi huida. Mis planes se fueron al traste en cuestión de horas y ya no sabía qué hacer. Si lográbamos salir de esta, Andrew estaría pendiente de mí más que nunca, tendría que ir con él a donde nos fuéramos y eso me hervía la sangre.
El sueño se apoderaba de mí, pero Andrew me tiraba piedras pequeñas que encontraba por el suelo para que no me quedara dormida. Según el debíamos estar alerta porque en cualquier momento Emmett aparecería, y así fue. Un fuerte estruendo se escuchó afuera de la estancia en la que nos encontrábamos. De repente la puerta se abrió y apareció Emmett que junto con Constantine, nos iban a sacar de allí.
-Corran, el barco está apunto para zarpar y no hay ningún minuto que perder. –dijo Constantine. Corrimos lo más que pudimos, Emmett iba a mi lado, los cuatro pudimos salir de allí, parecía que los guardias habían desaparecido pero lo cierto es que Constantine junto con Emmett, habían logrado encerrarlos en otra sala. Una vez en el puerto debíamos montarnos en una barca y dirigirnos al barco.
-Quita la cuerda Emmett. –dijo Andrew algo exhausto. Los miré fijamente paralizada.
-Señorita Aurora, tenemos que irnos. –dijo Constantine de repente.
-Yo no me voy a ninguna parte. –dije mientras me alejaba de allí despacio. Andrew alzó la mirada y en ese mismo instante eché a correr. Andrew indicó que siguieran preparando la barca que él se encargaba. Corrí lo más que pude, pero Andrew lo hacía más rápido que yo, logré avanzar unos metros por la playa, pero fue en vano, Andrew ya me iba alcanzar.
-¡Aurora! –gritó desesperado. En ese momento noté un fuerte dolor en el hombro. Alguien me había disparado, un guardia que nos pudo divisar corriendo por la playa. Fue tan fuerte el impacto que del dolor me desmayé, a partir de ahí todo se nubló.
Cuando desperté, estaba en el camarote de Andrew, dolorida y sin saber qué había pasado exactamente. Otra vez allí, en aquel sucio barco, infectado de piratas.
-Buenos días Aurora. –dijo Andrew que pareció aliviado por verme volver en sí. Justo en ese instante intenté incorporarme, pero el dolor que tenía me lo impedía.
-No te muevas, te dolerá aún más. –dijo Andrew conteniéndome.
-¡Déjame ir! –dije desesperada.
-En tu estado es mejor que descanses. –dijo calmado. Cerré los ojos con fuerza, quería llorar, necesitaba hacerlo, era tal la impotencia de estar en ese momento débil.
-No vuelvas a hacer esa tontería, ¿me oyes? –volvió a hablar Andrew que ahora parecía preocupado.
-Deberías haberme dejado morir, no tenías ningún derecho de volver a retenerme. –dije con furia. No le gustó el comentario, podía notar que le había molestado incluso.
-Te dispararon, tenía que sacarte de allí. –dijo mientras me miraba fijamente.
-¡Prefiero morir a volver a estar en tu presencia! –dije bastante enfadada.
-¡Niña insolente y desagradecida! –gritó. Andrew se dirigió a la puerta del camarote y la señaló.
-Vete, si tantos te quieres ir, ¡vete! –dijo algo más calmado, pero podía ver lo molesto que estaba ante esta situación. Me incorporé como pude y me dirigí a aquella puerta. Andrew la abrió y salí, me siguió fuera y entonces lo pude ver. Estábamos en mar abierto, justo como al principio. Andrew me la había vuelto a jugar. Sabía que esa situación no sería capaz de sobrevivir ni que no me iba a dejar ir como si nada.
-A partir de ahora, si necesitas algo Emmett estará encantado de servirte. –dijo reticente. Sus palabras sonaban distintas, como si encima tuviera que estarle agradecida. Era él el que me secuestró y se estaba aprovechando de mi estatus para tus estúpidos negocios ilícitos.
Pasaron varios días en los que parecía que no teníamos ningún rumbo, en los que Andrew no me dirigió la palabra. Emmett me estaba ayudando con todo lo que conllevaba el vendaje y no podía estarle más agradecida. Constantine era el encargado de darme la comida y de proporcionarme paños para mi aseo personal.
-Emmett, ¿Dónde nos dirigimos? –pregunté mientras preparaba el vendaje.
-A la isla olvidada señorita Aurora. –contestó.
-¿A la isla olvidada? –dije extrañada.
-Así es, es el hogar de la hechicera Minerva. –dijo con total naturalidad.
-¿Brujería? –dije sin evitar soltar una carcajada. Emmett me miró serio, cosa que me causó aún más intriga.
-Sí, es la hechicera que predijo su existencia al capitán. Le llaman también la bruja del mar. –confirmó. Mi asombro fue tal qué seguí insistiendo.
-¿Predijo mi existencia? –volví a preguntar.
-Esa mujer es capaz de hallar a cualquier persona que tenga lazos con el mar, ya sabe. –dijo Emmett que me miraba fijamente.
-No logro entenderte Emmett. –confesé.
-Señorita Aurora, su brujería va más allá, es capaz de sentirnos, a cualquier pirata habido o por haber. –dijo totalmente entusiasmado.
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AMOR INGLÉS [PUBLICADO EN PAPEL]
Dla nastolatkówAurora es una chica perteneciente a la clase alta de Inglaterra, carismática, decidida y bondadosa con aquellos de buen corazón.. Sus padres siempre han esperado mucho de ella, pero ella no quiere seguir la vida que se le ha encomendado. Por caprich...