Capítulo 21-A solas

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En la cena pude notar a padre un poco cabizbajo y a madre más orgullosa de lo normal. Amy no probó bocado y Daniel parecía incómodo ante mis miradas matadoras. Conrad siempre había sido poco hablador, por lo que no le di mucha importancia al hecho de que no hablara. Una vez terminado de cenar me dirigía a mi alcoba cuando pude oír los gritos de padre, discutiendo con madre. Era una discusión bastante acalorada y no sabía qué hacer. Escuchaba todo tipo de vejaciones por parte de madre a padre, insultos y desprecios. En algún momento me pareció buena idea intervenir, pero una vez madre me divisó, los insultos fueron a recaer sobre mi persona.

-¡Maldita niña! ¿Cómo se te ocurre dejar que te vean con las sirvientas en el mercado? ¿No tenías suficiente con deshonrar a la familia que ahora te paseas por ahí? –gritó madre mirándome con furia.

-¡No trates así a Aurora! –dijo padre en mi defensa. Acto seguido ésta se fue de allí a regañadientes, cosa que ambos agradecimos.

-Padre, es hora de hablar. –dije al fin. Debíamos hablar de aquello y saber por fin la verdad acerca de mi verdadera madre.

-Aurora... -dijo con voz derrotada.

-Sé que ella no es mi madre. Es hora de que me cuente la verdad. –dije sin contemplaciones. Entonces él alzó la mirada y sus ojos hablaron por sí solos. Su mirada era de asombro, no se esperaba que la verdad alguna vez fuese descubierta.

-Al principio todo era diferente. Te acogió y te quiso como si de tu verdadera madre se tratará, porque realmente para ella eras su hija, a la que engendró, pero luego todo cambió, se enteró de que no era así. Nuestra hija nació muerta y en su momento me pareció que lo más correcto era que tu ocuparas su lugar, hija mía...

-¿Qué pasó padre? –intenté que siguiera contándome toda la historia. Estaba deseosa a la par que aterrorizada por todo aquello.

-Agnes quería ser de nuevo madre, ya habíamos tenido a Conrad, y contigo en casa su instinto maternal se incrementó...fue a visitar a una de las mujeres más codiciadas aquí, a una mujer de la que todas las mujeres oyeron alguna vez, ella era capaz de concederte deseos y lo que ella pidió fue tener una hija más, Amy, deseo que se concedió.

-¿Y qué pasó después? –pregunté bastante intrigada.

-Aquella mujer había sentido algo malo en su vida, una muerte y tras mucha insistencia por parte de Agnes, le acabó diciendo que no eras su hija, que su marido le había sido infiel con otra mujer. Mis ojos se comenzaron a nublar fruto de las lágrimas que estaban a punto de brotar. Padre me sostuvo las manos con dulzura y no pude evitar estrecharlas contra su pecho.

-Tu verdadera madre se llama Evie Jones. –confesó.

-¿Y dónde puedo encontrarla? –pregunté mirándole fijamente a sus ojos. El soltó un pequeño suspiro ahogado.

-No sé de ella desde que un día mientras que yo hacía diligencias, ella estaba contigo cuidándote, quise encontrarme con ella en nuestro lugar, como hacíamos cada vez que el sol se escondía y allí estabas sola, en medio de la playa. Era como si el mar se la hubiera tragado. En ese momento recordé las palabras de aquella mujer, la visita de mi madre a su isla y la petición de protección que le encomendó. Pretendía abandonarme y así lo hizo, pero con la garantía de que estaría a salvo, con padre.

-Cuando volví al lugar ella ya no estaba, había desaparecido. –dijo cabizbajo. Aquellas palabras hicieron mella en mi corazón, era como si la esperanza de saber dónde estaba y poder conocerla se hubieran esfumado de repente.

-Todos estos años mi esposa Agnes te ha detestado, esperado algo de ti como si fueras su hija, pero tú al ser tan tozuda y tan independiente, todo ello ha agravado un sentimiento de rechazo por su parte. No es tu culpa hija mía, es mía. No mereces que te trate así si verdaderamente el causante de todo esto soy y he sido siempre yo.

-¿Puedes describirme como era al menos? –pregunté intrigada. Entonces se dirigió a su mesa y de un cajón viejo sacó una foto de ella.

-Toma. Quédatela. –me la ofreció. Era una mujer bellísima, llena de vida, rebosaba aires de grandeza y su cabello negro como el mío hizo que me estremeciera. Aquella era mi madre, mi verdadera madre.

AMOR INGLÉS [PUBLICADO EN PAPEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora