Capítulo 27 -Aquí y ahora

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-Emmett me comentó que lo pudiste ver en el mercado. –dijo de repente Andrew que me ayudaba a bajar algunos barriles llenos de comida.

-Ya sabía yo que lo había visto. –comenté. No pude evitar sonreír al recordarlo. En ese momento no pude evitar mostrar mi preocupación al no saber cómo estaría.

-Está bien, si es lo que te preocupa, está con los demás en mi barco. –Andrew pareció leerme el pensamiento. Le sonreí y decidimos terminar de bajar todo lo necesario a la isla. Íbamos a quedarnos el tiempo necesario para encontrar a sus padres, o lo que quedaban de ellos, en el caso más extremo. Debía hacerme a la idea de que una nueva aventura se avecinaba.

-Debemos encontrar un lugar donde quedarnos –se apresuró a decir William.

-Vamos. –dijo Andrew ofreciéndome la mano. Amy parecía maravillada por estar en aquella isla, por vivir aquella aventura. No es que me quejara, pero desearía estar tranquila en un lugar familiar antes que aquí.

-Podemos quedarnos allí. –aportó Amy. Nos pareció bien y sin más nos dispusimos a dejar nuestras cosas en aquel lugar. De repente veo moverse algo entre la maleza. Me extraño, pero no digo nada. A los pocos segundos Andrew se percata de lo mismo.

-No deis ni un paso más. –dijo mientras que miraba a su alrededor inquieto. Todos nos quedamos quietos, sin mover ni un músculo. En ese momento un jabalí salió corriendo hacia nosotros cosa que asustó bastante a Amy que salió corriendo despavorida. William intentó ir detrás de ella para que no se perdiera, mientras que ni a Andrew ni a mi nos dio tiempo de reaccionar.

-¡Que susto! –exclamé. Andrew empezó a reírse. ¿Qué le hacía tanta gracia? Entonces Andrew dio un paso y de pronto una gran trampa de cuerda hizo que volara por los aires atrapándolo al vuelo.

-¡Maldición! –dijo lamentándose. No pude evitar reírme, pero al pisar en un punto determinado de aquella zona corrí su misma suerte. Estábamos atrapados.

-Genial Aurora. –dijo mientras me miraba serio.

-¿Tengo acaso yo la culpa? –dije enfadada.

-¡Silencio! –dijo de repente una voz. Miramos como pudimos a nuestro alrededor y vimos salir de la maleza a un grupo de indígenas.

-¿Quiénes sois? ¿por qué nos tenéis prisioneros? –preguntó Andrew.

-Quieren comernos. –dije cruzándome de brazos.

-No exactamente señorita. Vais a ser la ofrenda a nuestros Dioses esta noche. Habéis profanado sus tierras y lo pagaréis. –confirmó.

-Genial. –aclaré.

Vi por el rabillo del ojo como William y Amy estaban observándonos en silencio, al menos teníamos una posibilidad de salir de aquella situación. Tenían que salvarnos, y tenían que hacerlo rápido si no queríamos morir en un estúpido sacrificio.

Aquellos hombres y mujeres portaban vestidos hechos con hojas y tenían un característico color de piel. Seguramente se pintaban ésta para camuflarse con las hojas. Era una admiradora de la gente con instinto de supervivencia, pero no era muy agradable que te ofrecieran como un regalo a unos dioses de una isla en medio de la nada.

Llegamos a una zona con pocos árboles, como si la hubieran secado y preparado la zona para hacer rituales. Había dos personas presidiendo una especie de altar divino, donde se suponía que habría una hoguera por los vestigios de madera calcinada que había allí.

Nos ataron a un tronco de madera, y nos indicaron que nos arrodilláramos frente aquellas dos personas que portaban dos máscaras hechas de resina de árbol. Realmente daban miedo.

-Señores del fuego, les traigo dos ofrendas humanas. –indicó el jefe de aquella tribu.

El hombre se levantó, depositó su máscara en su asiento y se acercó a nosotros. Pude ver cómo era diferente a los que nos habían capturado. No portaban el mismo color de piel y parecían más civilizados, dentro de lo que cabe. En ese momento Andrew alzó la mirada y un grito ahogado salió de su garganta.

-¡Padre! –dijo Andrew con tono esperanzador. Aquel hombre soltó de pronto el bastón que portaba.

-Hijo mío. –respondió. Entonces la mujer se levantó y corrió hacia él abrazándolo.

-¡Nos has encontrado! –dijo mientras ordenaba que lo desataran. No podía creer que aquellas dos personas fueran los padres de Andrew y William, y que estuvieran vivos.

-¿Evie? –preguntó aquella mujer que al mirarme se quedó prendada. Me desató y me sostuvo la cara con sus dos manos. Me quedé inmóvil sin saber muy bien que hacer.

-No, mi nombre es Aurora. Evie es mi madre. –respondí. Entonces ella me miró extrañada, casi desilusionada.

-William y su hermana Amy creen que estamos en peligro. –dijo Andrew que parecía preocupado aún.

-No te preocupes, están a salvo. Los buscaremos y nos reuniremos todos en el gran fuego. –respondió su padre mientras le tocaba el hombro.

Podía observar la cara de felicidad que portaba Andrew. Estaba fascinado por haber encontrado a sus padres con vida. Me alegraba tanto por él y por William. Ojalá pudiera yo tener alguna pista para encontrar a mi verdadera madre.

AMOR INGLÉS [PUBLICADO EN PAPEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora